Desde Guariñen hasta Vueltas, los más de cuatro kilómetros de costa de Valle Gran Rey son el colofón a un territorio paradisiaco donde la naturaleza y los hombres y mujeres de este pueblo han grabado con piedra y agua uno de los paisajes más espectaculares del mundo.
Sin embargo, en la última década la gestión del municipio y los sucesivos desgobiernos han dado la espalda al mar y las costas de Valle Gran Rey, relegando uno de los mayores recursos turísticos y paisajísticos de nuestro pueblo a espacios públicos sin uso que están convirtiendo nuestro frente litoral en paisajes en deterioro y campings para caravanas
Desde el respeto a cualquier forma de turismo no se entiende que el gobierno municipal no haya considerado como prioritario sacara adelante una ordenanza con la que regular los usos de las vías públicas y ofrecer al turismo de caravana espacios alternativos dotados, ordenados y equipados donde disfrutar de ese tipo de actividades sin transformar la primera línea de mar de Valle Gran Rey en la postal que vemos estos días. Como tampoco se entiende que el grupo de gobierno se entretenga en vender la alta ocupación del mes de agosto sin pararse a analizar los datos de los meses anteriores ni si realmente la oferta pública de espacios, zonas de baño y demás servicios municipales están a la altura de las expectativas generadas por el destino y las empresas que si que están invirtiendo en su renovación.
Los continuos despropósitos y cambios de rumbo en materia de planeamiento y Avenida Marítima han supuesto la paralización de proyectos estratégicos para el futuro de Valle Gran Rey durante más de una década, mientras se consolidaba un cambio de mentalidad global, como sociedad y como destino turístico respecto a la gestión del territorio. Esto ha evitado replicar modelos fallidos de masificación de la costa y el urbanismo para poner en valor modelos más sostenibles y menos agresivos que no se pueden demorar más en el tiempo y requerirán de muchísimo trabajo, compromiso, dedicación, honestidad y transparencia para llegar a buen puerto.
En este sentido habrá sin duda una serie de factores determinantes.
En primer lugar, el interés general. Valle Gran Rey ha creado durante décadas un modelo de destino donde las familias han encontrado un modo de vida, desarrollo y bienestar. Pequeñas microempresas familiares y negocios vinculados al turismo han permitido un florecimiento económico importante y equilibrado. No somos destino para hoteles de seiscientas camas que alienten la especulación y provoquen un cambio de modelo de pequeñas empresas familiares a empleados de multinacionales.
En segundo lugar, la sostenibilidad, conservación del territorio, recuperación de paisajes y desarrollo de un modelo de crecimiento razonable y acorde a nuestras limitaciones donde se deben resolver cuestiones clave como la demanda de recursos naturales elementales vinculados al crecimiento. Agua, gestión de residuos, energía, etc, no son recursos ilimitados.
En tercer lugar, la falta de espacios abiertos para el desarrollo de formas de vida saludable, la falta de zonas verdes y de áreas estanciales y de equipamientos públicos para las familias de nuestro municipio y el turismo donde tenemos la oportunidad de elegir entre más asfalto o modelos más verdes, sostenibles y pensados para las personas que generen un frente litoral único e inigualable.
Un destino turístico como el nuestro, que mantiene su liderazgo insular y regional a pesar de no estar haciendo nada para ello no puede estar a expensas que la playa esté colmatada de arena o de piedra.
Un destino que aspira a ser sostenible y de calidad, debe trabajar en la conexión entre costa y mar para generar mejores accesos, zonas de baño y poner en valor sus recursos naturales. Son muchos los rincones donde se pueden desarrollar estas conexiones al mar. Rampas, pasarelas, plataformas, absolutamente integradas, respetuosas y accesibles son ya una realidad en otros destinos.
Paralelamente se deben diseñar los espacios públicos para generar áreas de tránsito, paseos y zonas de servicios adecuadas.
Valle Gran Rey lleva mucho tiempo paralizada y el motor económico de La Gomera no puede seguir al ralentí. Durante las últimas legislaturas no se ha dejado ver esa ambición y ese orgullo de municipio que en otros tiempos impulsó el avance de este valle. Ha llegado la hora de poner en marcha nuevamente este municipio. De defender firmemente nuestro territorio y nuestro modelo de desarrollo frente al resto de instituciones, de alzar la voz.
Habrá quien se conforme con vivir de espaldas al mar y de las rentas, habrá quien se rinda. Nosotros no. Nosotros sabemos el Valle Gran Rey que queremos y que todos, juntos, podemos hacer realidad.