Desde tiempos inmemoriales, el puerto de La Gomera ha sido el último lugar conocido en el que los marineros, aventureros o flotas recalaban antes de partir hacia destinos inciertos. Puede decirse que la Isla colombina fue para muchos navegantes la puerta de entrada hacia un nuevo mundo. El caso del almirante Cristóbal Colón es, sin duda, el más popular pero en realidad fueron multitud de navegantes que eran conscientes de la situación estratégica que tenía la Isla para cumplir con sus misiones comerciales, militares o en busca de aventuras y descubrimientos
Los gomeros de aquellos años tuvieron el privilegio de conocer a aventureros insignes que pasarían a la historia, como Américo Vespucio, Pizarro, Vasco Da Gama, Hernán Cortés, Núñez de Balboa o Juan Sebastián Elcano. Entre otros, no tan bien recibidos como el pirata, Francis Drake o el autor del intento de invasión que tuvo lugar en 1743, el militar inglés, Charles Windham.
Ahora, desde el Cabildo de La Gomera se están llevando a cabo recorridos dirigidos por Carlos Pérez Simancas con el fin de explicar este patrimonio tan desconocido como sorprendente. La aceptación por parte de los participantes ha sido absoluta y la reacción al conocer los datos aportados suele ser de asombro al constatar la importancia que el puerto de San Sebastián ha tenido dentro del mundo de la navegación.
El presidente del Cabildo, Casimiro Curbelo, indica que el objetivo a la hora de organizar las charlas precisamente ha sido el de dar divulgar entre los residentes y visitantes estos importantes capítulos del pasado de Canarias, y en concreto de La Gomera. “La Isla cuenta con una historia apasionante que debe difundirse entre los jóvenes y mayores para que sean conscientes del papel tan importante que jugó en épocas pasadas”, comenta con orgullo.
Por ejemplo, cuando apenas habían pasado siete años desde que Colón arribó por primera vez a La Gomera, llegó a la Isla la primera expedición de Alonso de Ojeda junto con Juan de la Cosa y Américo Vespucio que había partido del Puerto de Santa María el 18 de mayo de 1499. Este último redactó cartas geográficas de sus viajes y gozó de tanta fama en Europa que el geógrafo, Martín Waldseemüller, propuso que se diera al Nuevo Mundo su nombre. Así fue como Colón perdió este honor y las nuevas tierras obtuvieron la denominación con la que son hoy por hoy conocidas.
También estuvo en la Isla, el conquistador, Alonso Ojeda quien redactaría una cartografía extensa y sorprendente que recogía más de tres mil kilómetros de costa desde la Guayana venezolana hasta la península de Paria. En los mapas, se incluía a Maracaibo y una buen parte de la costa colombiana actual. Para hacernos una idea, abarcó la distancia que existe desde Lisboa a Dakar.
Por su parte, Juan de la Cosa, participó en la expedición de Cristóbal Colón, siendo el propietario de la Santa María, principal navío de la expedición. Es famoso por su Carta-mapamundi en el cual reúne y representa todas las tierras descubiertas por los portugueses y los españoles, incluido Gaboto. El mapa se encuentra actualmente en el Museo Naval de Madrid y fue realizado por encargo de los propios Reyes Católicos.
Ese mismo año de 1499, el navegante Vasco da Gama, hace una parada en La Gomera. Fue el primer europeo que llegó a la India por la ruta que rodea África, dando por finalizada la búsqueda que Enrique el Navegante comenzó ochenta años antes. No hay que olvidar que Colón también pensaba que podía llegar a la India a través del océano Atlántico y que por ello cuando recaló en el Nuevo Mundo bautizó a sus habitantes con el nombre de indios.
Cinco años más tarde, de camino a las tierras recién descubiertas, pasó por La Gomera, Hernán Cortés, Pizarro y Núñez de Balboa, entre otros. Nombres que luego quedarían inscritos para siempre en la historia por sus aventuras y descubrimientos sobre el nuevo continente.
En 1514, recaló en la Isla el marinero Pedrairas Dávila, quien capturó a medio centenar de gomeros con el fin de llevarlos a Panamá. Para ello, escogió a aquellos que fueran buenos nadadores y sirvieran para buscar perlas. Por suerte, una vez que llegaron a su destino se dispersaron y pudieron recobrar así su libertad. Once años más tarde, la bahía de San Sebastián acogió a una embarcación con destino a los mares del Sur, dirigida por el religioso, Fray García Jofré de Loayza y en la que también iba Juan Sebastián Elcano, como piloto mayor. Este último sería el primer hombre que daría la vuelta al mundo.
Las informaciones proporcionadas por Elcano sobre el estrecho de Magallanes, moverían con el tiempo al rey Carlos V a organizar una nueva flotilla, esta vez al mando del religioso que entró en el estrecho de Magallanes en abril de 1526. Una de las embarcaciones fue arrastrada por un temporal y a su regresó los marineros aseguraron que habían llegado “hasta el acabamiento de las tierras”. En realidad, lo que descubrieron fue el Cabo de Hornos. En el barco San Lesmes, iban enrolados gomeros que se integraron en la expedición. Tanto el religioso como el navegante acabarían muriendo en este viaje.
Uno de los veintidós supervivientes fue Andrés de Urdaneta, quien alcanzaría la fama universal al descubrir y documentar la ruta que, a través del océano Pacífico y desde Filipinas, conducía a Acapulco. Para ello, bastaba con dejarse llevar por una corriente que bautizaron como el tornaviaje o la ruta de Urdaneta. Hasta entonces, ninguna expedición había regresado a México por el Gran Golfo, tal y como era llamado este océano de descomunales proporciones.
En 1538 recaló en la Villa una flota compuesta por diez navíos en los que viajaban cerca de mil hombres. Todos ellos al mando de Hernando Soto, quien poco después emprendería una expedición de más de 6.000 kilómetros por los que con el tiempo se convertirían en diez estados de Norteamérica. Pero sus planes no era aventureros, científicos y mucho menos humanitarios. Guiados por la fiebre del oro lo que buscaban eran tesoros y no sólo no los encontraron, sino que a su paso dejaron un rastro de sangre y una auténtica masacre.
Transcurrido más de medio siglo después de que La Gomera sirviera de pieza clave en el descubrimiento del Nuevo Mundo, una flota formada por sesenta naves y cinco galeones dirigidas por Álvaro de Bazán, recaló en 1554 en la Isla. Su objetivo final no era otro que eliminar a los piratas que transitaban a sus anchas por Canarias. La fama de este marinero era proverbial. No por casualidad había sido nombrado capitán general de la Armada cuando apenas contaba con 28 años de edad.
En 1585 llegó un visitante que no fue tan bien recibido como la mayoría de los anteriores. Hablamos del pirata Francis Drake, quien después de haber dado la vuelta al mundo y poner patas arriba las posesiones españolas en América recaló en La Gomera, donde atemorizó a sus habitantes con una armada formada por cerca de ochenta veleros.
También se sabe que en 1762, un grupo de 300 gomeros emigraron a Louisiana. Desde finales del siglo XVII, España había alentado a los canarios a que colonizaran el Caribe. Tras la adquisición de este Estado en 1762, la Corona reconoció la necesidad de poblar el territorio y la idoneidad de los nacidos en el Archipiélago para estos fines por su fama de buenos trabajadores. Con el tiempo, se formó una colonia cuyos habitantes llevan el nombre de gomeranos, por ser descendientes de aquellos emigrantes.
Entretenidas y con el tiempo justo
Hasta ahora las jornadas organizadas por el Cabildo de La Gomera, con el fin de difundir un episodio bastante poco conocido de la historia de La Gomera como es el intento de invasión hace 275 años por parte del militar inglés, Charles Windham, se está saldando con un indudable nivel de éxito y aceptación. Por ejemplo, Aury Torres, considera que el recorrido que llevó por título Ruta de los Navegantes, a cargo de Carlos Pérez Simancas es “muy entretenido”, sobre todo por la cantidad de anécdotas y curiosidades con el que cuenta.
“El tiempo que dura me parece el justo, no resulta en absoluto pesado”, indica. Pese a que como esposa del historiador, Carlos Hernández Bento, muchos de estos episodios le eran familiares, otros los desconocía totalmente. Por ejemplo, que en la plaza de Las Américas coexiste un tipo de palmera de este continente junto con otras propias de la Isla. ¿El motivo? Pues que de esta manera se quiso en su momento simbolizar la unión entre ambos mundos.