Dicen los mayores, porque es cierto, que el verdadero patrimonio que uno le puede dejar a sus hijos es una buena educación. Las cosas materiales se pueden perder o estropear, pero los conocimientos y habilidades que adquiere una persona le durarán toda su vida.
Esa frase, que decían nuestros padres y antes que ellos los padres de sus padres, resume toda una filosofía de vida y de progreso. Y parece contradictorio que en una sociedad obsesionada con el materialismo, con la posesión de mayores y mejores cosas, la gente piense, sin embargo, que el verdadero tesoro de un joven es tener una carrera universitaria o poseer habilidades profesionales singulares. ¿Por qué es así? Porque una cosa es la llave de la otra.
Si uno echa un vistazo al mapa del mundo se dará cuenta de algunas cosas. Por ejemplo, de que los yacimientos mas importantes de petróleo se encuentran en países donde es posible encontrar sociedades que no se han desarrollado en términos de prosperidad y que incluso algunas, como Venezuela, está padeciendo un empobrecimiento y una crisis económica profunda. Y se dará cuenta de que hay países que tienen enormes cantidades de recursos naturales —desde diamantes a otros materiales valiosos para la industria— que mantienen escandalosos indicadores de pobreza y subdesarrollo. Es el caso de Africa.
Al otro lado, se pueden identificar sociedades donde se vive desde hace décadas en una especie de bonanza económica. Es el caso de los países europeos donde existe una medicina al alcance de una gran parte de la sociedad, donde se ha aumentado la esperanza de vida y donde existen actividades económicas que producen bienes y servicios. ¿Qué es lo que hace distintas a estas sociedades de otras en las que reina la pobreza y el subdesarrollo? No. No es la riqueza. Es la educación. Es la formación de la sociedad en competencias y habilidades que les permiten comerciar y vender servicios o productos en su entorno.
La verdadera riqueza de un pueblo es el talento de su gente. Y la mejor inversión que se puede hacer para conseguir progresar es apostar por tener una juventud verdaderamente bien formada. Porque son los jóvenes los que cambian las cosas y los que hacen que un país marque la diferencia.
Hace tiempo que en La Gomera venimos luchando para cambiar las cosas. Queremos que nuestros jóvenes, cuando acaben su formación, puedan quedarse en la isla que les vio nacer, formar aquí una familia y conseguir un puesto de trabajo a la medida de sus conocimientos. Durante muchas décadas esta Isla ha visto cómo se marchaban sus hijos para buscar el pan más allá de las olas. Unos hacia América. Otros hacia las islas capitalinas de Canarias, donde podían encontrar un trabajo que en su tierra se le complicaba. Eso se tiene que acabar.
El crecimiento de La Gomera se tiene que producir en paralelo a la integración de sus jóvenes en nuevos sectores de actividad, como empresarios o profesionales altamente cualificados. Eso es lo que hará crecer la isla. Eso es lo que permitirá el desarrollo de nuestra sociedad. Hacia ese objetivo hemos encaminado todos nuestros esfuerzos en diferentes áreas.
Hemos apostado por la juventud, a través de un programa de becas de formación y de facilitar a nuestros jóvenes el acceso a fórmulas de transporte más baratas y eficientes (por ejemplo permitiéndoles acceder al “bono joven” de transporte a todos los que estudian en la Universidad de La Laguna y el convenio con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria para facilitar la estancia de los estudiantes en esta isla). Hemos puesto en marcha medidas para apoyar la formación externa de nuestros jóvenes y al mismo tiempo hemos iniciado programas de capacitación y formación para aquellos que buscan oportunidades ya en el mercado de nuestra isla. Hemos luchado con uñas y dientes por aumentar la conectividad de La Gomera, de forma tal que hemos aumentado las oportunidades de los ciudadanos para desplazarse. Hemos alcanzado la bonificación del 75% a los residentes canarios, tanto para viajar entre islas como con la Península.
La economía y el crecimiento de La Gomera están creando poco a poco un mercado de trabajo para los jóvenes de esta isla. Ellos serán los encargados de prosperar y hacer más próspera a nuestra isla. Hemos iniciado una andadura y ahora hay que continuarla para que la máquina no se pare. Pero estamos en marcha y avanzamos a buena velocidad. Hemos invertido la tendencia del empobrecimiento poblacional y la fuga de talento de La Gomera. Y esa es la primera clave de todos los éxitos que vendrán.
Desde el Cabildo de La Gomera hemos puesto en marcha varias acciones estratégicas para facilitar que nuestros jóvenes se conviertan en emprendedores. El crecimiento ponderado del ocio y del turismo, el renacer de la actividad comercial y de las exportaciones de productos con el sello de nuestra isla, está marcando ese nuevo futuro al que nos dirigimos paso a paso. Un futuro que será el de nuestra juventud, porque son ellos los que van a protagonizarlo.