Con la llegada de la época estival son muchos los que aprovechan su tiempo de descanso para hacer la maleta y regresar a la tierra que les vio nacer, motivados por las ansias de reencontrarse con sus familiares y amigos de la juventud.
El verano es esa ocasión del año en que la tranquilidad, la distracción y el ocio se convierten en nuestros principales aliados en el día a día. Ya sea tanto en el monte, como en la playa, cada uno de nosotros aprovecha los meses estivales para realizar actividades que, por rutina o falta de tiempo, no realizamos el resto del año. Es tiempo de viajar, de conocer mundo o de reencontrarse con aquellos familiares que, por determinadas circunstancias, se encuentran en otra isla, en la Península o en otro país.
La Gomera es una isla en la que, por su condición de doble insularidad y su historia, muchos gomeros han tenido que emigrar a otros países en busca de un futuro mejor o trasladar su residencia a las islas capitalinas por motivos médicos o educativos. Sin embargo, en verano todo parece cambiar. Si bien, a lo largo del invierno algunas casas permanecen algo más vacías, con la llegada de las vacaciones, regresa la actividad y la alegría al hogar, a los hogares gomeros que a lo largo de la historia han demostrado una gran hospitalidad para recibir y agasajar a residentes y visitantes.
Con apenas quince o veinte años de edad recuerdo ver esas casas llenas, niños jugando mientras sus padres realizaban labores en la agricultura o en la casa. Olores tan imborrables como los panes al horno que se hacían en cada hogar o el trueque entre vecinos de pescado, o carne, por aceite, por ejemplo. Recuerdos que están guardados en la memoria de cientos de gomeros que, como yo, crecimos a diario con esa imagen.
En estos meses se reviven muchas de estas estampas. Familias gomeras que deciden regresar a la Isla, aunque sea por pocas semanas, para reencontrarse y pasar el mayor tiempo posible juntos. No hay sino que ver la cara de felicidad de los abuelos que, año tras año, ven crecer a sus nietos y el entusiasmo con el que les explican cómo era su actividad cotidiana hace algunas décadas. Niños y niñas que desean que llegue el verano para ir a La Gomera y disfrutar junto a sus primos, tíos, padres y abuelos.
Este reencuentro coincide además con la temporada en la que la Isla alberga un mayor número de festividades diseñadas para el disfrute de toda la familia. La de la Virgen de Candelaria, en Chipude, Vallehermoso; Santa Rosa de Lima en Las Rosas, Agulo; o San Roque en Playa Santiago, Alajeró, son claros ejemplos de puntos de encuentro de familias en el verano gomero.
En aras de organizar y detallar las fechas de cada celebración, desde el Cabildo de La Gomera hemos puesto en funcionamiento una nueva sección en nuestro portal web en la que se encuentran detalladas, por día y semanas, todas las actividades de ocio y cultura que ofrece la Isla durante todo el año.
Fiestas lustrales
Actividades que este año cobran especial interés, puesto que este 2018 es año de Fiestas Lustrales, una cita que organiza el Ayuntamiento de San Sebastián y en la que se implica de una forma muy especial, el Cabildo insular, además de otras instituciones.
Por este motivo, muchos gomeros, junto a miles de canarios, planifican su viaje a la Isla para disfrutar de estas fechas tan significativas en las que celebramos la llegada de La Virgen de Guadalupe, tanto a la Bahía de San Sebastián de La Gomera, como a cada uno de los pueblos gomeros que recorrerá la imagen hasta el mes de diciembre. Siempre acompañada por chácaras y tambores que harán sonar familias enteras que, orgullosas, han aprendido de sus antepasados.
Gracias a los reencuentros que nos regala el verano se ha podido difundir la cultura gomera, desde el folclore, pasando por la gastronomía hasta llegar a labores como la alfarería o tejeduría. Personas que han llevado a cualquier parte del mundo el sonido inconfundible de las chácaras o el golpe robusto y, a la vez, tímido, del sonido del tambor gomero, dejando el folclore de La Gomera en el lugar que se merece.
El verano en La Gomera nos trae cada año el sentimiento de reencuentro, de barrios rebosantes de alegría, pero también son fechas en las que nuestras tradiciones y costumbres recobran fuerzas para transmitirse de abuelos a nietos y proteger su pervivencia.