Los médicos del servicio de Neurofisiología del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria recomiendan una adaptación gradual del cambio horario, como por ejemplo, levantarse un poco antes el domingo para llegar más cansado a la noche y así, al día siguiente, no notar demasiado el cambio cuando suene el despertador.
Para evitar un cambio brusco en la rutina del sueño, los especialistas recuerdan que es necesario adoptar unas correctas medidas de higiene del sueño y entre ellas se encuentra disponer o preparar un ambiente que ayude a conciliar el descanso, como una habitación limpia y ordenada, oscura y silenciosa, con temperatura agradable entre 18 y 22 grados y con buena ventilación.
Además es importante disponer de un colchón cómodo y dormir con una postura adecuada, siendo la mejor aquella en la que nos colocamos sobre el lado izquierdo, en posición fetal.
En cuanto a la siesta es mejor que sean cortas y no superen entre los 20 y 30 minutos, siempre antes de las 17.00 horas y si puede evitarse en los primeros días, facilitará el descanso nocturno.
Por otro lado, los neurofisiólogos del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria recuerdan la importancia de realizar ejercicio físico pero no practicarlo minutos antes de ir a la cama y evitar en ese caso que sea demasiado intenso.
Cenar a una hora temprana también ayuda a conciliar el sueño, que se ve perjudicado por el consumo de bebidas estimulantes y el alcohol a partir de las 16.00 horas y por el tabaco.
Tampoco es recomendable acostarse inmediatamente después de cenar, ya que, según los especialistas, deben transcurrir al menos dos horas antes de ir a la cama.
Para descansar mejor, la televisión, los teléfonos móviles y otro tipo de dispositivos deben quedar fuera del dormitorio, pues para un sueño conciliador deben evitarse los sobresaltos y reducir estímulos externos.
El servicio de Neurofisiología ofrece estas pautas para evitar que el próximo cambio de hora, que tendrá lugar este domingo 28 de octubre, no altere de forma significativa los patrones de sueños, el descanso ni la actividad cotidiana.
En esta ocasión se pasará del horario de verano al horario de invierno, y cuando sean las 03.00 horas, se retrasará 60 minutos, de forma que se ganará una hora más de sueño ese día y a partir de ese instante, los días contarán con menos horas de luz solar.
Este cambio puede causar alguna que otra alteración en el ritmo biológico y por tanto, modificar el patrón de sueño y descanso, aunque no afecta a todas las personas ni a todas las personas por igual, según explica el servicio de Neurofisiología del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria.
El cuerpo humano está diseñado para llevar un ritmo de 24 horas, por lo que añadir o restar horas a la jornada, junto con el cambio de estación y la reducción de horas de luz, puede suponer un pequeño trastorno no solo en las actividades que se realizan de forma cotidiana sino también en el sueño y descanso.
Así, por ejemplo, “los niños podrían dormirse más en clase e incluso las personas mayores mostrar cierta desorientación”, detalla la neurofisióloga del centro hospitalario Beatriz Villa.
“En edad media de la vida, las personas más vulnerables a sufrir desajustes por el cambio horario son aquellas que muestran habitualmente más dificultades para mantener el sueño o conciliarlo, como puede aquellas que padecen migraña o viven con un nivel importante de estrés y ansiedad”, agrega.