Un fragmento del cometa Encke impactó la pasada madrugada contra la atmósfera a más de cien mil kilómetros por hora y se pudo observar como una gran bola de fuego desde el sureste de España, informa en Facebook la Fundación Astrohita, que observó el fenómeno desde el complejo astronómico de La Hita, en Toledo.
El fenómeno se registró a las 0.46 del sábado 3 de noviembre, cuando «una bola de fuego más brillante que la Luna llena sobrevoló el sur del país y su luminosidad fue tan inusualmente grande que en el sureste de España la noche se convirtió en día por un instante», destaca Astrohita.
A pesar de las nubes que cubrían parte del cielo, el fenómeno pudo ser registrado por los detectores que la Universidad de Huelva opera en el Complejo Astronómico de La Hita y en los observatorios astronómicos de La Sagra (Granada), Sierra Nevada (Granada) y Sevilla.
Estos detectores trabajan en el marco del Proyecto Smart, que tiene como objetivo monitorizar continuamente el cielo con el fin de registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar.
Más de cien mil kilómetros por hora
El análisis realizado por el investigador responsable del proyecto, el profesor José María Madiedo, de la Universidad de Huelva, ha permitido establecer que la bola de fuego se produjo por la entrada en la atmósfera terrestre de un fragmento del cometa Encke a más de cien mil kilómetros por hora.
El impacto tuvo lugar a unos 122 kilómetros de altura sobre el mar Mediterráneo, frente a la costa de Almería, desde donde la bola de fuego avanzó en dirección noroeste, extinguiéndose a unos 63 kilómetros de altura sobre la vertical de la localidad de Pueblo Blanco (Almería).
Aunque las nubes cubrían buena parte del sur y centro del país, no impidieron que la bola de fuego pudiera ser vista desde más de 400 kilómetros de distancia, si bien amortiguaron bastante su brillo en algunas zonas.
Los fragmentos desprendidos del cometa Encke son en su mayor parte más pequeños que un grano de arena y se cruzan con la órbita de la Tierra durante los meses de octubre y noviembre, produciendo a lo largo de ese periodo varias lluvias de estrellas conocidas como Táuridas.
Sin embargo, el fragmento que causó la bola de fuego de la madrugada del 3 de noviembre tuvo un tamaño muy superior (casi un metro de diámetro), motivo por el que su brusco impacto contra la atmósfera produjo un fenómeno inusualmente brillante.