El Parque Nacional del Garajonay, el auténtico lujo natural de La Gomera, está superando con nota la recuperación del incendio que tuvo lugar hace seis años, lo que sin duda, lo posiciona como todo un ejemplo de superación. En estos momentos se puede decir que se ha logrado reponer casi la cuarta parte de la riqueza ecológica que fue devorada por las llamas. Los expertos reunidos durante estas fechas en La Gomera para analizar la evolución de este espectacular enclave indican que las cifras quizás no puedan ser calificadas de “espectaculares” pero aseguran que también es cierto que lo peor ha pasado y que a partir de ahora será más fácil acercarnos de forma progresiva a un cien por cien de éxito.
El presidente del Cabildo insular, Casimiro Curbelo, manifiesta su satisfacción por las actuaciones que han llevado al parque a avanzar hacia su recuperación, entre las que se encuentra medidas innovadoras, así como el mantenimiento de las que ya se hacían para promover una rápida recuperación, al tiempo que garantizamos la conservación de uno de los espacios naturales más relevantes a nivel mundial. “Sin duda, el proyecto Garajonay Vive ha sido una de las medidas claves para salvaguardar este espacio natural con la puesta en marcha de un ambicioso plan de recuperación de las zonas dañadas por el incendio de 2012”, indica orgulloso al tiempo que anima a la ciudadanía a seguir formando parte de este progreso hacia la plena recuperación. “La involucración de los residentes por cuidar el parque también es fundamental para que lo puedan disfrutar las generaciones futuras, al menos, en el mismo estado en el que nuestros antepasados nos lo entregaron”, destaca.
El proyecto Garajonay Vive, se enmarca en el programa europeo Life promovido por el Cabildo de La Gomera junto con el Gobierno canario, Parque Nacional, ayuntamientos, Universidad de La Laguna (ULL) y la empresa Tragsa. La inversión repartida a lo largo de los últimos cinco años ha superado el millón y medio de euros de los que el 50% procede de la Unión Europea (UE) lo que ha permitido llevar a cabo la elaboración de un plan de defensa frente a posibles riesgos como los incendios.
Las especies de este enclave privilegiado han reaccionado de una manera muy diferente a los trabajos incansables que se han llevado a cabo durante este tiempo. Algunas que no quedaron muy afectadas por las llamas han experimentado una recuperación más que notable y se encuentran prácticamente fuera de peligro pero otras no tuvieron tanta suerte, todavía están dañadas y aún registran los efectos nocivos que estos eventos altamente destructivos y la mayoría de las veces inevitables causan en los ecosistemas.
La tabaiba, una especie sobre la que aún se debate si es endémica de Tenerife o de La Gomera, ha dejado claro después de lo ocurrido en aquel fatídico verano que tiene una capacidad de resistencia fuera de toda duda. En el caso del cedro, joya del Garajonay por antonomasia, se registró una mortalidad que rozó el 97% pero su recuperación está siendo también más que llamativa.
En el extremo positivo de la balanza está lo ocurrido con la jara y el tajinaste azul cuyo renacimiento roza lo sobrenatural. El truco es que aprovechando la desaparición de otras especies que se encontraban a su alrededor encontraron la oportunidad de oro para expandirse y ocupar más espacio.
El problema añadido del fuego es que sitúa a la naturaleza en un punto de extrema debilidad. Los años siguientes son fundamentales para garantizar su regeneración y los cuidados deben extremarse con el fin de que esta situación de endeblez no implique un jaque mate a su supervivencia. Y en este entramado, la eficaz actuación del programa Life ha resultado más que acertado y conveniente.
Algunos de los ponentes advierten de que el tiempo que ha transcurrido y el futuro inmediato se presenta repleto de peligros por factores, que en muchos casos están fuera de la mano del hombre. Entre ellos las sequías o proliferación de animales asilvestrados y de especies invasoras. Pero el balance es positivo dentro de una evolución que se ha caracterizado por ser “muy variable” y marcada por la diversidad de resultados.
Algunas especies han reaccionado mejor que otras pero el esfuerzo ha dejado su marca y la repoblación de miles de ejemplares hace albergar muchas esperanzas. Antes del fuego se pudo hacer acopio de una generosa cantidad de semillas que fueron celosamente guardadas en sus correspondientes viveros. Este ha sido el nido del que han surgido nuevas vidas y se han podido promover poblaciones enteras que vinieron a sustituir a las anteriores.
Los esfuerzos se deben centrar ahora en la lucha contra el ganado asilvestrado. El Cabildo lleva años apostando por una política contundente para hacer frente a un problema que no es de menor importancia. Otro tanto ocurre con la eliminación de las plantas invasoras.
En general no se quieren lanzar campanas al vuelo ni abrazar un optimismo exagerado que caiga en la tentación de estar más basado en los buenos deseos que en la realidad. “Estamos en un pleno proceso de recuperación. Eso es lo único cierto. No podemos hablar de un éxito total pero si se continúa por la misma senda de mantener una estrecha vigilancia a los nuevos individuos las posibilidades son muy halagüeñas”, indican.
Por ejemplo, en el Monte de Los Gallos se ha identificado una dinámica que los expertos califican de “interesante” y que se convierten en “muy buena” en otros lugares como Los Roques. Lo ocurrido en el verano de 2012 ha servido a los estudiosos para contar con un importante número de casuísticas a las que pueden recurrir para hacer frente en el futuro a este tipo de eventos, tanto en lo que tiene que ver con su origen como evolución.
Vida después del Life
Una vez que con este congreso se da por oficialmente finalizado el proyecto Garajonay Vive dentro de los programas Life + apoyado por la Unión Europea (UE) ahora se abre un obligatorio período de cinco años en el que se continuarán con algunos de los trabajos ya iniciados. Entre ellos, figura la restauración ecológica centrada especialmente en la laurisilva, eliminación de combustibles en este enclave y seguir avanzando en la desaparición de las amenazas como las especies invasoras. Tanto animales como vegetales.
Al igual que se ha hecho durante el último lustro, también se continuará implicando a la población en la lucha y prevención del fuego, como un elemento básico. Y es que desde 2014 se han llevado a cabo diversas acciones destinadas a informar a los ciudadanos sobre el problema de los incendios, sus consecuencias y difundir los resultados del proyecto. “Estos incidentes no son una responsabilidad exclusiva de las instituciones, sino de la sociedad en su conjunto”, indica el conservador del Parque, Ángel Fernández.
Las campañas tienen como objetivo final que los vecinos sean conscientes del lujo impagable que implica contar con un enclave como el Garajonay y hacer todo lo posible para mantenerlo en las mejores condiciones posibles. Un parque que se debe hacer llegar a las generaciones futuras, al menos, en el mismo estado en el que los antepasados lo entregaron a los actuales habitantes de la Isla.