Me da la sensación de que somos muchos los que tenemos un poco de temor por cómo están las cosas. Porque la sensación que ofrece el mundo es de una inmensa fragilidad. Como si todo se pudiera romper de un día para otro. Los titulares de los periódicos nos ofrecen cada mañana las noticias de una actualidad violenta, intolerante y peligrosa. Pero la realidad es que somos muchos más los que queremos una vida tranquila y pacífica. Somos muchos más los que queremos ayudar a construir en vez de a destruir. Somos muchos más aunque hacemos mucho menos ruido.
En estos días se ha desatado una nueva polémica porque el Gobierno central no ha firmado el convenio de carreteras. Estamos en el mes de diciembre, acabando el año 2018, y aún estamos peleando por un dinero que tendría que haber llegado a comienzos de año. La indignación que se ha despertado en diversos sectores de la sociedad de Canarias es comprensible. Pero tenemos que saber por qué ha ocurrido y sobre todo qué está ocurriendo.
El actual Gobierno del PSOE se encuentra en una situación de extrema dificultad. Ha heredado la nefasta gestión del anterior Gobierno del PP del conflicto de Cataluña. Después de intentarlo todo de cara al diálogo, el presidente Sánchez ha decidido dar un giro a su política con los partidos independentistas. Con un Gobierno que ha decidido plantarse y decir «hasta aquí hemos llegado», les elecciones parecen mucho más cercanas. Porque en este país los grandes partidos llamados «constitucionales» no van a tener la lealtad de apoyar a un Gobierno en minoría para sacar adelante los asuntos más urgentes de nuestro país.
En ese contexto de elecciones anticipadas que Canarias no cuente con su convenio de carreteras ya firmado (y con los restantes convenios) es una muy mala noticia. Gran parte del desastre que padecemos se debe al proceso de cambio de gobierno después de la moción de censura que ganó el PSOE. Si los presupuestos de 2019 no se aprueban y el presidente Sánchez convoca elecciones anticipadas, para marzo próximo o para el ‘superdomingo de mayo’, la financiación que espera Canarias se podría perder en el tiempo. Un año más, como mínimo, entre que se celebran elecciones, se constituye el Parlamento y sale elegido un nuevo presidente.
Que el ministro de Fomento, José Luis Abalos, no haya firmado todavía el convenio con Canarias puede indicar que se está ganando tiempo para saber a qué escenario se enfrenta realmente su Gobierno. Y si es así, las perras de carreteras están mucho más en el aire de lo que pensamos.
España padece importantes problemas. Quién lo puede negar. Los insensatos que están intentando romper, que no cambiar, el Estado español, nos han metido a todos en un callejón sin salida de crispación. Pero es que nuestro país no es una excepción. Los radicales más extremos están pidiendo el aislamiento de Gran Bretaña y su rápida ruptura a las malas con la Unión Europea. Y los gobernantes populistas de izquierdas y de derechas de Italia están al borde de un enfrentamiento abierto con Bruselas.
Soy el primero que comprende que Pedro Sánchez y sus ministros tienen asuntos muy graves sobre la mesa, tanto internos como externos. Por eso en Canarias debemos armarnos de comprensión para trabajar por lo que necesitamos con la misma inteligencia y capacidad con la que hemos conseguido, en este pasado reciente, logros extraordinarios. Un enfrentamiento abierto con Madrid no nos lleva a ninguna parte. Y la indignación que manifiestan algunos, muy cercana a la furia, sólo conduce a la frustración. Tenemos que ser extremadamente firmes, pero también extremadamente prudentes.
Canarias debe hablar con una sola voz explicando, una vez más, otra vez más y las veces que haga falta, que nuestra situación excepcional, lejana e insular, nos coloca en una extrema dependencia de las infraestructuras de transporte. Y que si el Estado ha invertido decenas de miles de millones en grandes vías férreas y autopistas en la España peninsular es justo que haga un pequeño esfuerzo en la España insular donde no existen esas redes ni más alternativa al transporte interior que las carreteras.
Espero que todos los partidos políticos de Canarias seamos capaces de elevarnos por encima de los intereses particulares en este tema de la inversión en carreteras. No se trata de ganar algunos votos, si el precio de ganarse las simpatías de los ciudadanos es una guerra abierta con el Gobierno central. Porque por mucho que tengamos la razón, podremos terminar perdiendo la financiación.