Eugenio Darias y Corporación Municipal de San Sebastián

El maestro silbador Eugenio Darias recibió este domingo el Premio ‘Méritos Humanos’ concedido por el Ayuntamiento de San Sebastián. Y lo hizo en un acto emotivo y que tuvo en el silbo a su protagonista, un patrimonio mundial que, en manos del homenajeado, se hizo ‘más humano’ que nunca.

Entrega del premio Méritos Humanos a Eugenio Darias

Un acto que estuvo presidido por el alcalde el municipio, Adasat Reyes, y que contó con la presencia de las principales autoridades de La Gomera, así como de familiares y amigos del homenajeado.

Y es que, para Reyes, “no dejaremos de estar en deuda con Eugenio Darias y con todos los maestros silbadores de nuestra isla por haber hecho posible que el silbo gomero será un lenguaje vivo y que se enseñe en las escuelas de la isla”, apuntó el primer edil.

En este sentido, ahondó en la trayectoria vital del homenajeado recordando “que ser maestro en algo no es tarea sencilla, pero serlo del silbo es más difícil aún, pero cuando uno lleva la enseñanza en la sangre, la paciencia como virtud y el amor por nuestra cultura, lo transmite con una naturalidad increíble, como es el caso de nuestro homenajeado”, afirmó.

Por su parte, Eugenio Darias agradeció esta distinción que otorga el Consistorio ya que “le da, si cabe, muchas más fuerzas para seguir adelante trabajando por este silbo gomero nuestro”.

Asimismo, quiso dedicar el premio “a todas aquellas personas anteriores a mi que han trabajado y estudiado nuestro silbo gomero ya que sin su trabajo el mío, hoy seguramente, no hubiese existido”.

“Es muy importante resaltar nuestra cultura y nuestras tradiciones para ponerlas en valor, pues un pueblo sin historia no es pueblo”, resaltó Darias.

Durante el acto se emitió un emotivo video elaborado por el Ayuntamiento y donde se repasaba la biografía del homenajeado que terminó con varios de sus alumnos agradeciendo las enseñanzas recibidas por Eugenio Darias a lo largo de estas últimas décadas donde decenas de niños y niñas aprendieron a colocar los dedos, adaptar la lengua, emitir un soplo potente y silbarle al mundo las gracias por haber sabido preservar, mantener y enseñar nuestro lenguaje universal: el silbo gomero.