La gente de Canarias ha podido ver estos días en la prensa o en la radio y la televisión una guerra de declaraciones y enfrentamientos a cuenta del dinero que el Gobierno central quiere dedicar a Canarias en los presupuestos de este año. Unos consideran que no se ha cumplido con Canarias y otros sostienen exactamente lo contrario. ¿Quién dice la verdad?
Cualquier familia sabe lo importante que es planificar los gastos del mes. Lo normal es que se haga un cálculo de los gastos fijos (la hipoteca, la luz, el agua, el transporte…) que hay que pagar obligatoriamente y que con lo que sobra se prevean las ‘inversiones’ que se pueden hacer en ocio, en vacaciones, en cultura, etc. Los gobiernos son mucho más complicados, pero sus planes se parecen, a mayor escala, a los de cualquier familia o comunidad de vecinos. Los presupuestos son la herramienta que garantiza los pagos que sostienen el bienestar –los servicios públicos como las pensiones, la sanidad, la educación o la asistencia social– el pago de los intereses de la deuda pública que tenemos pendiente y las inversiones en infraestructuras que sirven para impulsar el crecimiento y el desarrollo económico.
¿Quién tiene razón en esa discusión de si los futuros presupuestos son buenos o malos? Pues todos y ninguno. El Gobierno de Canarias sostiene que Madrid no está cumpliendo con el Estatuto de Autonomía y la Ley de Régimen Económico y Fiscal. Y tienen razón. Hay partidas que han desaparecido de los presupuestos y que tendrían que haber venido. Y la inversión directa del Estado en el Archipiélago está muy por debajo de la media de inversión en el resto del Estado, incumpliendo las previsiones del REF. Todo eso es verdad y quienes lo niegan lo hacen por desconocimiento o por puro interés político.
Pero existe otra dimensión de los presupuestos que no podemos negar. Se ha apostado por un crecimiento del gasto público en sanidad, en educación y en políticas sociales dirigidas a los más desfavorecidos, incluidos naturalmente los canarios. En materia de vivienda se dedicarán 649 millones a fomentar la oferta de alquiler social y asequible, invertir en rehabilitación, regeneración y renovación urbana, y ayudas al alquiler para las familias más vulnerables. Se suben las pensiones, las ayudas al desempleo, la educación, la cultura, las subvenciones al transporte, las becas… todo lo que tiene que ver con el estado del bienestar y con la atención de los servicios públicos y los colectivos más necesitados. Y quienes no ven esta vocación social de las cuentas, igualmente lo niegan o por desconocimiento o por puro interés político.
Estas dos visiones del Presupuesto General del Estado para 2019 son absolutamente reales. Como españoles, los presupuestos nos benefician, pero como canarios debemos exigir a Madrid que se cumplan con las previsiones del Estatuto y del REF porque las leyes están para cumplirse. Y ya está bien de que se aprueben en las Cortes medidas que luego no tienen ficha financiera. Y eso hay que hacerlo desde el diálogo y la explicación razonada de nuestras necesidades, porque el conflicto sólo genera más crispación y desentendimiento.
La tentación de los grandes partidos políticos es aprovechar este tipo de debates para «pescar» simpatías en el electorado. Sinceramente creo que con las cosas de comer no se juega. Por mucho que estemos de camino a unas elecciones, unos y otros deberíamos poner un poco de sensatez y de cordura en los debates y trabajar conjuntamente para conseguir lo mejor para nuestra gente. Primero porque se trata solo de un proyecto de presupuestos: armar una guerra por algo que va a cambiar a lo largo de su debate o incluso puede no ser aprobado me recuerda aquella guerra inútil por un petróleo que al final no estaba. Y segundo porque no son unas malas cuentas para mucha gente que lo necesita. Sólo tenemos que corregir los olvidos inaceptables que se han tenido con Canarias. Así que vamos a ponernos a ello –todos– en vez de pelear inútilmente por un puñado de votos.