Sí se puede en Valle Gran Rey ha presentado una moción en el Ayuntamiento para que el Mirador de El Santo, instalación inacabada situada en Arure, se convierta en la sede de la Oficina Técnica del Parque Rural y que, además, cuando funcione como tal, la sede técnica de la Reserva de la Biosfera. “Esta moción nace del intento de la asamblea local de Sí se puede en Valle Gran Rey de darle a esta instalación una salida coherente con el contexto socioeconómico del barrio de Arure, del municipio de Valle Gran Rey y de la isla de La Gomera, y con su emplazamiento”, explica su portavoz, Carlos Hernández.
Para la asamblea local de Valle Gran Rey, el Mirador de El Santo, lejos de ser un equipamiento que esté beneficiando a la población local, está convirtiéndose desde su misma concepción y diseño en una obra con una difícil viabilidad en caso de que algún día se apueste realmente por su finalización y puesta en funcionamiento. “Viene a ser una obra pufa por definición y queremos demostrar que hay salidas realizables para instalaciones sobre las que a día de hoy no hay más propuestas que seguir malgastando dinero público”, insiste el portavoz.
Desde Sí se puede se señala que el proyecto inicial de la obra data de 1993 y en la instalación se lleva invertido “bastante más del millón de euros; no podemos dar una cifra exacta por la opacidad que muestran las distintas administraciones que han metido dinero en el mirador”, matiza Hernández. La última noticia de inversiones en esta obra es de enero de 2018, cuando el presidente del Cabildo y Parlamentario de ASG, Casimiro Curbelo, señaló que los presupuestos generales de la comunidad autónoma de 2018 preveían una partida “de 300.000 euros con los que se podrá dotar del mobiliario necesario al Mirador del Santo».
La asamblea local explica que en enero de 2019, la obra no solo no está finalizada, sino que muestra un deterioro cada vez más evidente por el desuso y la falta de vigilancia y de mantenimiento de las instalaciones. “Que no sea por repetirlo, esta es una obra que cumple a pie juntillas con la definición de obras pufa, ya que es una obra financiada con mucho dinero público que, al no utilizarse, se convierte en una estafa”, considera el portavoz.
Según Hernández, “la implantación de unas instalaciones técnicas es una propuesta factible, relativamente fácil de desarrollar, si hay verdadero interés por parte de las Administraciones en darle una salida a este equipamiento, y más eficiente económicamente hablando que seguir con el empeño de hacer una instalación turística con poca o nula viabilidad”.
“Que dos oficinas técnicas se ubiquen en el barrio de Arure, puede suponer un revulsivo a la dinámica poblacional y socioeconómica que sufre este barrio ya que, además de la influencia positiva que el personal técnico, en el desarrollo de su desempeño laboral, provoque en el barrio, están las dinámicas que se crean al ser entes de atención al público y generadores de proyectos de desarrollo. Además, el hándicap de los aparcamientos, al desecharse la opción de uso meramente turístico, se aliviaría, pudiendo ser más fácilmente resuelto”, finaliza su intervención el portavoz.