De Hermigua a Cuba, una historia de migración y superación

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Por Ricardo J. Valeriano Rodríguez.-   La emigración canaria a Cuba fue cuantiosa y sostenida, tanto que puede considerarse una de sus principales raíces culturales y etnográficas. Hoy no es raro el canario que tiene familiares en Cuba, y menos raro el cubano que lleva un apellido de origen canario. Porque los descendientes de aquellos emigrantes canarios del XIX poco tardaron en considerarse cubanos de pura cepa. Entre 1835 y 1850 es posible que al menos 50.000 isleños emigraron, de los que casi un tercio se dirigen a Cuba. Si el censo de 1846 recogía la presencia de 19.759 canarios en la Isla, el de 1862 los eleva a 45.814, a pesar del descenso en la corriente emigratoria canaria a partir de mediados de siglo. Nuevamente reactivada a fines de la década de los setenta, más de 60.000 canarios emigraron hasta el inicio de la guerra de independencia cubana.

La actividad económica que ha marcado el devenir de Cuba es la relacionada con el cultivo de la caña de azúcar, aunque la estructura productiva ha variado a lo largo del tiempo. Los primeros ingenios de la isla datan de mediados del siglo XVI y a ellos estuvieron vinculados los primigenios pobladores canarios de Cuba, dado que estos realizaban labores de especialistas en el trabajo de las plantaciones; para ello se valieron de su experiencia, pues Canarias fue uno de los lugares donde se experimentó el cultivo del azúcar antes de su traslado al nuevo continente. Parece haber constancia de que durante el siglo XVIII y casi todo el XIX ocuparon por lo general posiciones intermedias dentro del ingenio: mayorales, encargados de la siembra, carreteros. Sin embargo, durante el siglo XIX surgen por entonces empresarios isleños vinculados a este sector como es el caso de nuestro protagonista: Inocencio Casanova.

Emigrado desde su juventud a la Perla de las Antillas, el hermigüense Inocencio Casanova Fagundo se estableció en la comarca de Cárdenas, donde hizo fortuna. Posteriormente se desposó con la hija de un rico hacendado que poseía el ingenio “La Armonía”, con la que tuvo doce hijos. Fue consciente de las ventajas que ofrecía el floreciente puerto de Cárdenas para el desarrollo económico de esa pujante región azucarera, siendo de los primeros en adquirir solares que le proporcionaron ricos dividendos. En 1844, con apenas 40 años, era uno de los más prósperos empresarios de la isla.

Emprendedor nato, ocupó diversos cargos en la administración local, siendo Procurador o Registrador de la Anotaduría de Hipotecas de Cárdenas, Juez de la Diputación de Cárdenas de la Real Junta de Fomento de la Isla de Cuba, la cual se dedicaba a la promoción, cuidado y formación de presupuestos de obras públicas*.

En 1850, un suceso cambió radicalmente su vida y la de los suyos. Invitado al banquete a donde acudió en compañía de su esposa y de su hija Emilia, en conmemoración a la victoria obtenida por las tropas españolas sobre los luchadores por la independencia de Cuba, su hija pronunció un brindis por Independencia de Cuba, lo cual fue considerado por las autoridades como un insulto. No obstante, su condición de mujer y la lealtad demostrada por su padre al régimen colonial, evitaron males mayores.

En 1854, debido a que se descubren las actividades revolucionarias que realizaban algunos de sus hijos, se ve obligado a abandonar la isla con su familia, estableciéndose en Filadelfia. En 1855, luego de la celebración de la boda de su hija Emilia con el importante novelista cubano Cirilo Villaverde, regresa con el resto de los suyos a Cárdenas. Allí continúa con sus negocios, a la vez que cumple las funciones de Regidor del Ayuntamiento de la ciudad matancera.

En Nueva York compró una quinta señorial en West Farm, el actual Bronx, que se convertiría en lugar de cita de los patriotas cubanos. Sus amplios sótanos se transformarían en depósito de municiones. Inocencio hizo suyo el ideal independentista y edificó a iniciativa de su hija los túneles que conectaron su mansión con el canal de Long Island, que le permitieran embarcar de contrabando las armas para Cuba. De allí salieron no pocas expediciones durante la Guerra de los Diez Años. En este lugar se levantó una casa escuela por parte del ayuntamiento de Nueva York que lleva como nombre “Casanova”, en homenaje a la dedicación revolucionaria de esa familia, que fue abierta al público el 6 de junio de 1922.

Inocencio Casanova regresa a Cuba y por sus actividades revolucionarias es detenido. Tras permanecer 22 días encarcelado, se le embargó su ingenio “La Armonía”, el 26 de abril de 1869 y los solares del puerto de Cárdenas. El 25 de febrero de 1871 fue expulsado de la isla caribeña.

Haciendo valer su nacionalidad norteamericana, regresa a Cuba, pocos años más tarde, para defender sus derechos de propiedad ante el gobierno colonial español. Como Inocencio y la mayoría de sus hijos, prestaron su auxilio a las guerras de independencia de los cubanos contra España, su familia fue perseguida y vigilada constantemente.

Ello no fue impedimento para que realizase numerosas donaciones en bien de la comunidad. Falleció en La Habana el 30 de mayo de 1890. La figura de Inocencio, sin embargo, puede ser enaltecida mediante un hermanamiento entre Hermigua y Cárdenas.

El hermanamiento de localidades es un concepto por el cual pueblos o ciudades de distintas zonas geográficas y políticas se emparejan para fomentar el contacto humano y los enlaces culturales. La idea del hermanamiento de ciudades surgió en Europa poco después de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de aportar a la población europea lazos de unión mayores y de promover proyectos en beneficio mutuo. Aunque el concepto es mucho más popular en la región europea que en otras partes del mundo, hoy en día se ha extendido por todos los continentes. Mediante la ejecución de hermanamiento entre diferentes localidades se superan los conflictos, se unifican fuerzas para la realización de numerosos proyectos y sobre todo se fomenta la personalización independiente de cada ciudad o pueblo.

Es por ello, que proponemos y creemos que es posible un hermanamiento entre Hermigua y la ciudad de Cárdenas (Cuba). Uno, el primero, por ser el lugar de nacimiento de Inocencio Casanova y, el segundo, como sitio donde transcurrió gran parte de la vida de este insigne gomero. El hermanamiento entre municipios que tengan ciertas afinidades e intereses comunes, como es el caso, es un derecho propio de la autonomía entendida como el derecho y capacidad de toda corporación local de ordenar y gestionar gran parte de los asuntos públicos.

 

* Manuel Hernández González, El gomero Inocencio Casanova, un personaje clave en la historia del Bronx neoyorquino. Artículo de prensa (20/02/2015).