Este 8 de marzo no será como uno más, contamos con el impresionante hito que supuso en nuestro país la movilización y la huelga feminista del 8M del año pasado, una huelga de mujeres sin precedentes en toda Europa.
Y este año no va a ser menos, por más que algunos agoreros pretendan meternos miedo amenazándonos con recortar derechos adquiridos y retornarnos al mundo de las tinieblas.
No compramos el discurso del miedo. Es más, no vamos a conformarnos ni a resignarnos con quedarnos como estamos porque no es suficiente, más de tres siglos de activismo y lucha feminista nos avalan, y aunque en algún momento nos quisieron hacer creer el discurso de que ya todo estaba conseguido, que mujeres y hombres gozábamos de los mismos derechos, que vivíamos en igualdad, y que por tanto el feminismo había dejado de tener sentido, la realidad, que siempre es tozuda, se obstina en demostrarnos sin condescendencias lo lejos que está lo dicho del hecho.
No vamos a negar que durante el siglo XX en Europa -en nuestro país desde finales de los 70 y sobre todo a partir de los años 80- hemos vivido un periodo de importantes conquistas en igualdad, sobre todo en el ordenamiento jurídico, con leyes que nos reconocían con iguales derechos y que se fueron afianzando y desarrollando de forma progresiva en todo el Estado a lo largo de la primera década de este siglo.
En Canarias no nos quedamos atrás y también aquí se aprobaron leyes muy potentes y vanguardistas, la de violencia de género en 2003, y la de Igualdad entre mujeres y hombres en 2010.
Pero a estas alturas de la película ya sabemos que las leyes solas, sin recursos ni voluntad política, no bastan para cambiar la realidad ni por tanto para hacer efectiva la igualdad que proponen.
Han pasado casi diez años desde la publicación de nuestra Ley Canaria de Igualdad que en este momento, por cierto, está en pleno proceso de modificación, y hemos podido constatar que poco en serio se la han tomado los sucesivos gobiernos, empezando por las propias administraciones públicas.
Y es que cuando una norma no se aplica ni en la propia casa que la propone, difícilmente se puede esperar que la asuma el resto de la ciudadanía.
¡Cuánto nos queda aún por avanzar cuando ni siquiera somos capaces de ponernos de acuerdo en conceptos tan básicos como el de la paridad!
Por ello, el feminismo es hoy más necesario que nunca, una vez descubierta la trampa de la igualdad nominativa en la que pretendieron encasillarnos, hemos decidido que no queremos más suelos pegajosos ni techos de cristal, no podemos ni queremos seguir esperando más tiempo para conseguir la igualdad efectiva que se nos debe a la mitad de la población.
No queremos más, pero tampoco menos.
Cansadas de esperar, toca ahora avanzar y asumir los retos que aún tenemos pendientes empezando por la paridad.
Y la queremos ya y en todos los ámbitos de poder en los que las mujeres aún no tenemos posiciones homogéneas con los hombres, en los medios de comunicación, en las empresas, en las Universidades, en los órganos judiciales, y en todas instituciones culturales, artísticas, religiosas o del tipo que sean, porque queremos estar en todo, y queremos la mitad de todo.
Estamos hartas de trabajar igual y cobrar menos, de que la maternidad nos penalice por no tener permisos iguales e intransferibles, hartas y cansadas de tener los peores trabajos con los peores salarios, de vivir en precario y tener miedo a ser desahuciadas de nuestras viviendas, que nos amenacen con quitarnos a nuestras criaturas, cansadas de cuidar a nuestras familias sin retribución ni reconocimiento.
Hartas de que después de toda una vida trabajando tengamos las pensiones más bajas y que encima nos humillen diciendo que son “no contributivas”. Hartas de estar hartas, de exclusión social, de ser las más pobres entre los pobres, y de que la pobreza siga teniendo rostro de mujer.
Nos sobran razones, por eso este 8 de marzo no nos detendrán, y desde Podemos Canarias apoyamos la convocatoria de la Huelga Feminista y animamos a todas las mujeres, de todas las edades, etnias, clases sociales y condiciones, a que ejerzan su derecho a la huelga al menos en alguna de sus modalidades: laboral, de cuidados, estudiantil o de consumo.
Aún queda mucho por avanzar en igualdad, y por mucho que nos amenacen no nos vamos a conformar con nada que sea menos de la mitad de todo, ni nos conformamos ni nos resignamos.
Y no vamos a dar ni un paso atrás, ni para tomar impulso.