Casi todos teníamos claro que en algún momento las cosas nos dejarían de ir tan bien y empezaríamos a ver síntomas de normalización de la situación de la demanda turística hacia Canarias. Lo que no esperábamos es que se diesen las circunstancias actuales que, más bien, hacen fiel reflejo de ‘la tormenta perfecta’.
Sabíamos que el brexit, o mejor dicho, el-no-se-sabe-cuándo-brexit afectaría al mercado emisor británico de forma significativa en islas como Tenerife o Lanzarote. Podíamos intuir que la gran demanda hacia Turquía que se está experimentando en el mercado alemán haría mella en las ventas hacia Canarias y que la pérdida de conectividad con la caída de la aerolínea Germanía no ayudaría. Islas como Fuerteventura y Gran Canaria están comprobando en sus propias carnes estos hechos de una manera significativa, con previsiones de caídas de dos dígitos en la ocupación hotelera cara a este verano y a la próxima temporada de invierno.
Pero resulta que ‘parió la abuela’ y, lo que nadie intuía, era la gran bajada de los mercados nórdicos. Con sinceridad, esto nos ha pillado por sorpresa, no solo a nosotros sino a los propios turoperadores, que aún están mirándose unos a otros a ver si alguno sabe qué está pasando, porque lo que es cierto es que algo pasa, sobre todo con Suecia.
Los CEO de los principales turoperadores comentan algunos posibles motivos: las temperaturas más suaves que se han dado este invierno; la devaluación de las coronas sueca y noruega y la consecuente pérdida de poder adquisitivo; y la preocupación que genera entre los turistas la huella de carbono que generan sus vacaciones.
Ojo, esto último podría ser baladí, pero debemos tomárnoslo en serio. Lo demás tiene arreglo o se arreglará solo: el mal tiempo meteorológico y el buen tiempo económico volverán, pero si el pensamiento sobre la huella de carbono se instala en la conciencia de nuestros clientes lo llevamos claro. Por eso, creo que debemos ir también en cabeza de la carrera y concienciarnos de la necesidad de lograr que la huella de carbono en la industria hotelera sea mínima. Y para ello, nuestras administraciones deben apoyar al sector turístico en todas aquellas iniciativas que se planteen.
Desde Ashotel estamos empeñados en la instalación de una planta fotovoltaica que permita no solo ser más competitivos a través de ahorros energéticos, sino poder presumir también de ser el primer destino en el que sus hoteles sean alimentados energéticamente con nuestro brillante sol. Esto debe tratarse como política de Estado y no podemos perder tiempo.
Pero volvamos a la tormenta. Es verdad que la situación ha empeorado, pero no es menos cierto que seguimos teniendo, por ahora, buenos números, cifras que hace 5 años habríamos tildado de espectaculares. Qué rápido nos mal acostumbramos. Y lo que nadie podrá negarnos, ni siquiera los turoperadores, es que a pesar de que todos sabemos que la situación está empezando a estabilizarse, que Turquía sube, que la conectividad baja, que la economía europea se resiente… la realidad a la que llegaremos es que la infraestructura hotelera de las Islas está mucho mejor preparada que durante otras crisis.
Hemos hecho un gran esfuerzo por recualificar nuestros establecimientos, diferenciarnos, aumentar el valor añadido de la oferta hotelera y de la mal llamada oferta complementaria; y eso, sin duda, nos permite ser optimistas y afirmar que el final de esta película no es con el barco hundido, sino con un capítulo más de una serie de éxito en la que los protagonistas tenemos que seguir siendo nosotros.