Qué difícil es ser político. Es la conclusión a la que he llegado en estos últimos años de militancia activa en Sí se puede, quizás porque mi partido es de esos que no tienen muchos recursos materiales y la gran parte del trabajo es humano; quizás porque pienso que no hay otra manera de hacer política que no sea a través de la honestidad y la humildad, o quizás porque lo que me parece difícil es ser buen político… No sé, igual es por todo eso y por más.

Y no vayan a pensar que he dejado eso de la paridad y del lenguaje inclusivo de lado, lo que pasa es que, si me parece difícil ser político, lo de ser política es que lo considero un logro magnánimo que conlleva un impagable desgaste a la par que resulta tremendamente enriquecedor, al menos para mí.

Me cuesta mucho entender cómo nuestro presidente del Cabildo gomero quiere seguir ejerciendo dos cargos públicos de una importante responsabilidad, cuando realmente he aprendido en estos años que para ser buen político no son suficientes las horas del día y que es necesario dedicarle tiempo a la gente y también a los despachos; a lo mejor es que no pretende ser un buen político y eso ya no es tan difícil.

Ser político o no ser político. Es evidente que no todas las personas pueden ser políticos, como no todos pueden ser bomberos, médicas, chófer de guaguas o albañilas, pero lo que sí es cierto es que todas las personas tenemos la responsabilidad de la existencia y, por tanto, de la convivencia y su correcta ejecución, con lo que ser parte de la política es necesario, y quizá si un gran número de personas se animase a ser buenos políticos todo sería más sencillo.

Con este texto pretendo hacer una declaración casi de amor a la buena política porque sinceramente pienso que se pueden hacer muchas cosas por la gente y por uno mismo a través de la actividad política. «Curiosa reflexión tras no haber calentado ningún sillón público» pensará la mayoría, pero no creo que nadie podrá decir que Guacimara Navarro García no ha hecho trabajo político durante estos 4 años, lo que demuestra que ni todas somos iguales ni todos los políticos están buscando un sueldo, y que se puede hacer política sin ser política.

Por todo lo anterior quisiera lanzar una propuesta a todas las personas que tengan una inquietud con respecto al mundo en que viven, invitándoles a que se acerquen al grupo humano al que más afines se sientan y que no tengan miedo de hacer política. Yo, por lo pronto, seguiré militando con la misma gente porque estoy convencida de que en Sí se puede hay muchas buenas políticas y muchos buenos políticos que hacen cada día que lo de ser político parezca fácil.