El PSOE ganaría en 10 de las 12 comunidades donde habrá elecciones autonómicas el 26 de mayo, según el último barómetro del CIS. Las excepciones serían Cantabria, donde el PP sería primera fuerza. Navarra Suma sería primera fuerza en la comunidad foral, según informa el periódico El País.
Los socialistas aspiran a que su victoria en las generales por primera vez desde 2008 les impulse el día 26. Su impacto es determinante en el siguiente hecho: en las autonómicas de 2015 solo fueron primera fuerza en Asturias y Extremadura. Sin embargo, su capacidad para alcanzar acuerdos les permitió ampliar considerablemente su poder institucional. El tablero político actual está mucho más fragmentado que entonces y de las alianzas con otras fuerzas dependerá que retenga los Ejecutivos que ya tiene. Volver a gobernar en la Comunidad de Madrid, bajo control del PP desde 1995, es el otro gran objetivo de los socialistas. Más dificultades se antojan en Castilla y León, donde el PSOE es primera fuerza pero el PP manda desde 1987.
El partido de Pedro Sánchez preside cinco de las comunidades donde dentro de dos semanas habrá elecciones: Aragón, Asturias, Baleares, Castilla-La Mancha y Extremadura. Además, a Ximo Puig le salió bien su decisión de adelantar las elecciones de la Comunidad Valenciana, que hizo coincidir con las generales. El presidente regional en funciones ganó y a falta de cerrar un acuerdo la izquierda sumó para revalidar el Ejecutivo. En el caso del PP, gobierna en Castilla y León, La Rioja, Madrid y Murcia (no concurren Galicia y Andalucía, donde se alió con Ciudadanos para acabar con 36 años de gobiernos ininterrumpidos del PSOE).
El PP afronta las autonómicas y municipales como una segunda vuelta de las elecciones generales. Tras firmar su peor resultado histórico, el partido hegemónico de la derecha confía en mejorar sus resultados respecto al 28-A, cuando se dejó 3,6 millones de votos respecto a 2016 y sufrió el desplome de 137 a 66 diputados con Pablo Casado de candidato. La esperanza de los populares pasa por recuperar al electorado más conservador que se decantó por Vox y revertir la fuga de los votantes más moderados que se fueron a Ciudadanos, el PSOE o la abstención. El empuje de los presidentes autonómicos, sumado a la fuerte implantación territorial del bipartidismo en comparación con los partidos de cuño más reciente, favorecería esta mejoría. Desde el desastre en las generales Casado ha modulado su discurso y abandonado el tono polarizador, llegando al extremo de referirse como el PSOE a Vox y denominarle como «ultraderecha» días después de ofrecerles un Gobierno de coalición.
La macroencuesta del CIS supone un alivio para el PP en el sentido que aumenta la distancia con Ciudadanos. Por un margen menor al esperado, Casado evitó en las generales el sorpasso de Rivera, que se quedó a 200.000 votos de ser la segunda fuerza y, por tanto de pasar a ser considerado el líder de la oposición.