Parece un cuento de nunca acabar, no hay manera que haya diligencia en las distintas administraciones, para proyectar, licitar y adjudicar las distintas obras de infraestructuras, tanto de carreteras, como aeroportuarias o hidráulicas que Tenerife demanda, la economía exige y la sociedad espera, por cierto, con bastante resignación. Mucha propaganda es lo que hay, con autocomplacencia incluida y poca efectividad. Porque, a fin de cuentas, lo que se dice ejecución de obras, pues muy poquitas, por no decir ninguna relevante y nada resolutivas. Un ejemplo es el famoso carril bus-VAO en la TF-5, no hay nada, no existe ni el proyecto, una ocurrencia como tantas otras, que tienen a nuestra isla paralizada, desvertebrada y dentro de un marasmo viario cada vez más difícil de arreglar. Cuando los problemas no se solucionan a tiempo, se pudren y los remedios son más costosos, complicados de implementar y en algunos casos, ineficientes por la tardanza en acometerlos. Mira que lo venimos diciendo y sobre todo denunciándolo, no inventamos nada, las colas existen, son como de la familia.
La política es un servicio público resolutivo, que exige rendimientos productivos, porque no es sólo cobrar suculentos sueldos, en algunos casos, escandalosos, de verdadera alarma social. Que no pase nunca lo que sentenció el escritor alemán Georg C. Lichtenberg: “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. La realidad es la que hay, no se puede cambiar, por mucho que, desde la propaganda institucionalizada a base de recursos públicos, se intente vender lo que no existe. Tenerife está absolutamente embotellada e inmovilizada. El sur colapsado al no contar con los equipamientos públicos necesarios; el norte no hay manera que avance y la zona metropolitana cada vez más congestionada; ese es el diagnóstico verídico e innegable.
El cantamañanas es aquel personaje que se compromete a hacer cosas que es incapaz de realizar, primo hermano del zascandil, aquel otro de poca formalidad, inquieto y enredador. Estos individuos sobran en cualquier actividad humana, porque empobrecen al conjunto, degradan la convivencia y son precursores de discordias, aumentando los contratiempos. Que cada uno asuma las responsabilidades que libremente ha escogido, si se trata de desempeñar un cargo público, que lo haga con operatividad, ya que, para figurar, sobran los pretendientes. Ya lo decía el sociólogo Max Weber que “en política lo que no es posible es falso”.
Las carreteras no son un fin en sí mismo, son un medio que sirve para cohesionar territorio, población y economía. Tienen un alto impacto social porque proporcionan servicios indispensables a la comunidad. Siendo estructurales en cualquier territorio, al dinamizar los intercambios, como un servicio público gratuito las 24 horas, los 365 días del año, conforman una red posibilitadora de riqueza social. Aceptando estos principios, no se comprende la incapacidad demostrada para diligenciar con rapidez la oportuna puesta en funcionamiento de las vías que se precisan. Las disculpas las pueden pintar hasta de colores, otra cosa, es creerlas, porque la capacidad de asombro llega a ser infinita ante la ineptitud demostrada. Que se dejen de tantas monsergas, cada cual más asombrosa y disparatada, porque el escepticismo aumenta proporcionalmente a las excusas que se presentan, porque como señalaba certeramente Descartes: “es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez.”. Si todo se deja para mañana o después, no se hace nada hoy y así no se comienza nunca. Es un círculo vicioso, que no una rotonda, a la cual son tan aficionados, viviendo en un perpetuo futuro que no llega, postergando cualquier iniciativa. No es tan difícil de comprender, el que ganamos todos cuando circulamos con fluidez.
Oscar Izquierdo
Presidente de FEPECO