Los avances en las comunicaciones entre las islas abrieron una nueva realidad para Canarias. Hace poco más de 45 años era impensable que los canarios y las canarias pudiéramos movernos con la facilidad que lo hacemos ahora. Ese camino, iniciado en la década de los 70, es como una escalera de anchos peldaños que hemos tenido que ir subiendo poco a poco pero con firmeza, porque no siempre resultó tan sencillo.
Aún recuerdo las dificultades que atravesábamos para poder viajar a Tenerife desde La Gomera. Teníamos que hacerlo en falúas que conectaban con el Puerto de Alcalá, en Guía de Isora, época en la que los correillos hacían lo propio hasta el Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Travesías agotadoras e interminables que teníamos la necesidad de tomar porque no existía otra posibilidad de salir de la isla.
La realidad ha ido cambiando, pero entenderla parece ser que no es del todo fácil. La fragmentación territorial hace que esta Comunidad necesite de unas infraestructuras y unas conexiones que nos brinden la posibilidad de movernos sin que parezca un favor lo que estamos exigiendo. Si hace diez años discutíamos por afianzar la bonificación de los pasajeros en el 50%, hace dos años lo hicimos por llegar al 75%. Fue un logro, pero el mayor avance llegará cuando las rutas entre islas se conviertan en verdaderas autopistas marítimas y aéreas, con más y mejores servicios.
Es cierto que la incorporación de la línea marítima interior en 2017 y la consolidación de nuevas frecuencias entre Tenerife y La Gomera, nos sitúa en una buena posición, aunque no es suficiente. La conectividad con el resto de las islas, especialmente con las de la provincia occidental no debe ser una simple frase hecha. Tiene que ser una realidad. Y digo esto porque hace unos días recibí la carta de un joven que me relataba el agotador viaje que padece cada vez que quiere desplazarse a El Hierro.
Una isla cercana, pero sin embargo, las conexiones nos sitúan a más de cuatro horas de viaje, ya que es preciso hacer escala en Tenerife para después tomar rumbo a La Estaca. Retomar, al menos, durante varios días a la semana la conexión con El Hierro sería una noticia grata para los ciudadanos, me atrevo a decir, de ambas islas. En este camino estamos. Ya los sábados y los domingos es posible hacerlo y, espero, que este sea el primer escalón que subamos de esta larga escalera.
Y digo larga escalera, porque si miramos a las rutas aéreas sí que tenemos que dar un gran empujón. Me han escuchado decir que el vuelo directo entre La Gomera y Gran Canaria tiene que estar operativo durante todo el año. Es una exigencia que debe materializar el Gobierno del Estado, que espero actúe en esta nueva etapa de sintonía política para que así se materialice. Pero en Canarias tenemos que comenzar a escribir sobre otra ruta: la de las Islas Verdes.
Viajar en avión entre La Palma, La Gomera y El Hierro debe ser una realidad. Este mismo año escuchábamos las primeras voces que reclamaban este servicio, al que desde La Gomera nos sumamos. Puesto que se trata de abrir una nueva ventana hacia la cohesión de un territorio al que el Atlántico frena, en ocasiones, esas ansias de unidad. Ahora viene lo importante, es momento de estar conectados.
Como he dicho en multitud de ocasiones y he defendido hasta la saciedad desde mi escaño en el Parlamento canario, sin conexiones no podemos avanzar y lo que es peor, sin la conectividad que precisan las Islas Verdes estamos en clara desventaja a la hora de crecer en igualdad de oportunidades al resto de las Islas. La doble insularidad no es un término que me haya inventado para lograr más recursos ni mucho menos, es una realidad a la que tenemos que enfrentarnos los gomeros, palmeros y herreños cada día y que afecta a los bolsillos de las familias en cuestiones tan básicas como llenar el depósito de gasolina o hacer la compra.
Por ello, seguiré dando la batalla para lograr las conexiones marítimas y aéreas que piden a gritos estas Islas. Eso que no les quepa duda.