La vida se nos detiene cuando menos lo esperamos. Sin pensarlo y sin aviso. Y, aunque creamos que estamos preparados para decir adiós, para siempre, a un familiar, nunca lo estaremos.
Rosa Armas tenía un baúl lleno de historias en su gran batalla por la vida. A pesar que ésta no se lo puso fácil, le bastaron sus ganas y su ilusión por ella para llegar hasta donde llegó.
Gracias a los apoyos recibidos pudo ir subiendo las pendientes del camino de su vida, y, a pesar de ver temblar su equilibrio en varias ocasiones, siempre tuvo brazos y palabras en los que apoyarse para no caer.
Estos días de tristeza, en los que nuestra querida Rosa nos ha dejado para pasar a ser una estrella y brillar en el cielo, nos han valido para reafirmar la bondad y el buen corazón que la caracterizaba.
Por eso, ante tantas muestras de admiración y cariño y de compromiso y empeño, nosotros también queremos agradecer a todos los que desde el principio de esta batalla y hasta el final, han estado con ella de distinta manera.
A todo el personal de La Residencia Nuestra Señora de La Candelaria; desde auxiliares, hasta médicos, pasando por enfermeros, celadores, etc. Muy especialmente, nuestra gratitud a la “Planta 9, de Reumatología y Neumología”, nuestro agradecimiento infinito por su trabajo y cariño, resaltando la labor de las doctoras Beátriz González, Purificación Domínguez y Cristina Luna. Gracias, una vez más, por su preocupación y apoyo incondicional, su tacto y cariño con nuestra madre, aún fuera de sus horarios, siempre pendientes de su salud.
A todo el personal del Hospital Nuestra Señora de Guadalupe, especialmente al área de urgencias, por demostrar que aún existe la humanidad, la empatía, el cariño, el buen trato, la generosidad y la preocupación por los pacientes.
Aunque cada quien cumple su trabajo y su deber, todo es más llevadero cuando te muestran una sonrisa, te tratan con ternura y hasta te muestran cariño en situaciones tan difíciles como es estar en un centro hospitalario.
Millones de gracias a todos los que se han preocupado día tras día por la evolución de su salud, pero sobre todo, por el cariño y buen trato que recibió siempre y hasta en el último suspiro. Gracias, también, por todas las muestras de aprecio recibidas estos días, que son incontables y que nos ayudan a tener consuelo ante tal pérdida.