Virgen de Guadalupe, dulce Señora,
crecen seis flores en tu cetro dorado,
ramillete que es ofrenda del enamorado
cuando de sus pupilas la emoción aflora:
Alajeró, Vallehermoso, Valle Gran Rey,
San Sebastián, Agulo y Hermigua;
donde el querer de un pueblo se fragua
junto a tu Hijo cuidando de su grey.
Es tu áurea el sol de Puntallana,
corona de doce estrellas
forjada en oraciones… doce huellas
que nuestro camino allana.
Bosque del Cedro, símil a tu encanto;
la bruma lo envuelve de leyenda
mientras corre el amor por su senda,
que –eterno– nació de un llanto.
Suenan las chácaras y tambores,
el corazón de la isla se descubre
al llegar tu santo día en octubre:
Madre eres de La Gomera con loores…
Y en el silbido vuela el lenguaje
del sonido a través de los barrancos,
pues al viento le sobran las palabras
en aquellos labios que llevan Tu mensaje:
Mi tilma, prenda divina,
es un manto marinero,
el blanco velo gomero
con que bendigo a la isla colombina.
José J. Santana