Ya no es tiempo de hablar, sino de actuar. El Parlamento de Canarias tratará esta próxima semana las acciones y medidas que se derivan de la declaración de emergencia climática realizada por el Gobierno de Canarias. ¿Y qué supone esa declaración? Pues un punto y final: una nueva manera de hacer las cosas y de entender el crecimiento y el desarrollo que deberá ajustarse a criterios sostenibles y de respeto al medio ambiente.
Cualquiera que tenga cierta edad recordará cómo era ese lugar de Canarias en donde nació y cómo es ahora. En un corto periodo de tiempo la huella de las actividades que hemos realizado en las islas se perciben por todas partes. La edificación incontrolada en las medianías, la degradación de muchas zonas costeras, los vertidos de aguas residuales al mar, la afección de los acuíferos por su sobre explotación… Hemos causado un impacto en el medio natural que tenemos que detener, encauzar y, allí donde sea posible, revertir. Primero por egoísmo: porque el principal negocio de estas islas está vinculado a sus paisajes, su naturaleza y sus valores ambientales. Y segundo, por responsabilidad. Porque la tierra que debemos legar a nuestros hijos y nietos debe conservar las mismas riquezas con la que la recibimos nosotros.
A estas alturas del siglo XXI nadie puede negar la realidad de los cambios que se están produciendo en el clima. Pero incluso los más reticentes tendrán que admitir que hay daños profundos en nuestro entorno natural. La presión de la población residente y visitante en nuestra naturaleza debe ser frenada de una manera drástica. Y es una tarea a la que tenemos que ponernos desde ya.
Agrupación Socialista Gomera no está por frenar el desarrollo y el progreso. Si no creamos riqueza y la repartimos adecuadamente —eso sí, en una sociedad mucho más justa de la que ahora tenemos— no tendremos empleos dignos ni superaremos las situaciones de exclusión social que padecen muchas familias de nuestras islas. No estamos en contra de, crecimiento, ni mucho menos, sino claramente a favor. Pero no a cualquier precio. Y no de cualquier manera. Como dije al principio, debemos poner nuevas reglas para asegurarnos de que todas nuestras actividades tengan sentido desde el punto de vista de la sostenibilidad.
Los mejores climatólogos del mundo están advirtiendo del calentamiento que está sufriendo nuestro planeta y de que se ha acelerado en los últimos años. Desconozco cuánto estamos influyendo los seres humanos en ese proceso, pero no me cabe duda de que tenemos que poner todo lo que está en nuestra mano para detenerlo. Pero además, por puro sentido común, debemos transformar profundamente la manera en que hacemos las cosas en este planeta que todo lo consume de manera desenfrenada.
Canarias tiene enormes asignaturas pendientes. Para empezar, obtener la energía que necesita de fuentes que son, en nuestras islas, abundantes, inagotables y gratuitas. Y que además no contaminan. La implantación de las energías renovables —solar, eólica, térmica o mareomotriz— supondrá la independencia energética de Canarias y el ahorro del porcentaje de nuestro PIB que destinamos a pagar la factura de combustibles fósiles. Y al mismo tiempo nos convertirá en un referente de conocimiento y de venta de bienes y servicios especializados para países africanos vecinos. Dejar de contaminar nuestros mares, cuidar de nuestra flora y nuestra fauna, ser exquisitos con las obras públicas y su integración en el medio natural, aprender a consumir de forma responsable, a reciclar los residuos que pueden tener una nueva vida útil… todas estas y muchas más son las nuevas asignaturas de las que Canarias y los canarios debemos examinarnos —y aprobar— en los próximos años.
Hay personas que dicen que la lucha contra el cambio climático o la contaminación es un asunto de los grandes países. Gente que piensa que Canarias es muy pequeña. O que lo que haga cada uno de nosotros no tiene relevancia. No pueden estar más equivocados. Un grano de arena es insignificante, pero las mayores playas del mundo están formadas por miles de millones de pequeños granos. Solo todos podemos cambiarlo todo. Es la suma de todos la que marcará la diferencia. Es decir, lo que haga cada uno de nosotros es lo que transformará la realidad. Ya no vale aplazarlo. No sirve esconderse en palabras y excusas. Es la hora de actuar.