China construirá un hospital en diez días para contener el coronavirus. La noticia no ha pasado desapercibida en todo el mundo, pero especialmente en Tenerife ha ocasionado múltiples comentarios y chascarrillos, porque llevamos 30 años esperando la construcción de los hospitales del sur y del norte. Eternos, con dificultades inventadas, fracasos de gestión, incapacidad manifiesta, influencias varias y lo que es peor, con pocas ganas de concluirlos. Son dos maneras diferentes de gestionar la cosa pública, con rapidez para solucionar el problema o con lentitud para agrandarlo, dejando patente la medida del fracaso de la gestión política, durante las últimas tres décadas en la isla. Torpeza inducida, querida o provocada, pero, a fin de cuentas, inutilidad manifiesta, que la está pagando la ciudadanía, por carecer de los dos centros de referencia, que posibilitaría una atención sanitaria, cercana, moderna, eficiente y recuperadora.
El Gobierno chino está levantando a toda prisa un hospital con al menos 1.000 camas para los pacientes infectados. Con módulos prefabricados que ocuparán unos 25.000 metros cuadrados, turnos sin descanso, con sueldos superiores a los habituales. Un centenar de excavadoras trabaja desde el viernes 24 de enero para concluirlo el 3 de febrero. No cabe duda que el gran reto es el tiempo, pero ya tienen experiencia, es idéntico proceder al que se utilizó en Pekín en 2003, para construir un centro especializado en el Síndrome Respiratorio Agudo y Grave, recordemos que aquel hospital se levantó en siete días. Pero hay otras experiencias sorprendentes, a la hora de construir infraestructuras, como levantar un edificio de 57 pisos en 19 días, una estación de tren en 9 horas o un puente de 1.100 metros sobre el río Yangtze en tan sólo 26 minutos. Se pueden discutir métodos, condiciones laborales, prevención de riesgos o de salud y así hasta el infinito, pero lo que hay que aprender de estas acciones fulgurantes, es que cuando se quiere se puede, porque poniendo los medios se consiguen los fines.
En Tenerife todo lo contrario, lentitud desesperante que aburre al más paciente. No hay manera que se realicen los proyectos de infraestructuras en tiempo y forma y los que salen adelante, poquitos, son después de muchos años de elaboración intrincada. Las licitaciones se retardan por complicaciones administrativas que, por cierto, por no hacerse con la debida diligencia y esmerado procedimiento, llevan en muchos casos a los recursos que terminan en los tribunales, donde se eternizan las resoluciones. Cuando alguna vez, es posible comenzar las obras, aparecen los escarabajos, siempre atentos y rápidos para estar donde hay que estar y los noistas con sus casetas de acampada para montar el campamento y de paso el circo mediático, que tanto les gusta y con el cual disfrutan. Sin olvidar el siguiente paso, que es trasladar la queja a instancias europeas con el fin confesado de parar todo lo que se pueda, para seguir frenando el desarrollo de la isla. No olvidemos el laberinto burocrático, que se convierte en un muro infranqueable donde nada sucede, ni sale adelante. Además, hay que sumar la ineptitud de la mayoría de los responsables públicos, que pierden el tiempo en bagatelas, discusiones intrascendentes, asuntos triviales o sonrisas postizas. Alejados de la realidad sufrida, encerrados en sus despachos con moqueta o aire acondicionado, distanciados de la gente, desdeñado sus legítimas peticiones de solución a los problemas que les afectan.
Construir como los chinos exige trabajar como chinos. A lo mejor esa no es la propuesta más indicada o quizás no se está preparado, pero nos tiene que hacer pensar, que seguir en la dinámica que llevamos desde hace tantos años, es decir, continuar a paso lento sin operatividad alguna y por cierto, parece que no va a cambiar, por lo observado hasta el presente, lo único que produce es insatisfacción o enfado generalizado. Hay que cambiar los métodos, las formas y si hace falta, en algunos casos, a los personajes obstaculizadores, con el objetivo irrenunciable que salgan adelante las obras que se necesitan, para conseguir un mayor y mejor bienestar social, con un crecimiento económico estable, que posibilite un desarrollo sostenible en Tenerife.