Comparto con el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, la autoexigencia de que cuando acabe esta legislatura las cosas en estas islas no pueden seguir igual. Sobre todo para los menos favorecidos. Precisamente para transformar esa realidad dimos un paso adelante las fuerzas progresistas de este archipiélago.
Para transformar el bienestar de los canarios tenemos que conseguir algunas cosas muy difíciles. Transformar el mercado laboral para conseguir más empleo y mejores salarios. Conseguir una financiación estatal adecuada a las necesidades de la población de las islas. Gestionar de forma eficiente los recursos propios. Promover la cohesión social de tal manera que la calidad de la vida, de los servicios y oportunidades, sea igual en todas las islas Y volcarnos en las acciones de carácter social que protejan a los más débiles. Estoy hablando de recursos económicos puestos al servicio de la mejora de nuestra tierra.
En estos días hay un incipiente debate sobre la conveniencia de imponer fiscalidad a las actividades más contaminantes: los famosos impuestos verdes. Para algunos se trata solo de un intento de aumentar la recaudación y para otros es una herramienta para penalizar a los que más contaminan. Es verdad que Canarias necesita aumentar sus ingresos y es cierto que debemos impulsar medidas que nos ayuden en la lucha contra el cambio climático. Pero al igual que dijimos en ASG con la tasa turística, hay que medir mucho las consecuencias de las políticas fiscales porque a veces es más importante el momento en que se plantean que las propia medidas que se aplican.
Canarias afronta el año 2020 con algunos nubarrones. Los datos de empleo de este comienzo de ejercicio no son del todo buenos y las previsiones tampoco lo son. Está por ver la evolución del mercado turístico en donde se está haciendo un esfuerzo ciclópeo para mantener el número de visitantes a las islas. Y en cuanto a los Presupuestos Generales del Estado, seguimos arrastrando unos presupuestos prorrogados absolutamente insuficientes, que no dejan margen de maniobra al Gobierno ni permiten atender adecuadamente las necesidades de las comunidades autónomas peor tratadas. Nuestro archipiélago soporta desde el año 2009 una financiación que no responde ni a la población ni a las necesidades de los servicios públicos esenciales que se prestan en las islas.
Si nuestra economía no se impulsa, si el turismo se estanca y traslada un enfriamiento a la creación de empleo, estaremos en el peor escenario para plantearnos medidas fiscales que aumenten la mochila sobre las actividades de la pequeña y mediana empresa, que es el sistema medular de la sociedad canaria. Por eso hemos dicho en ASG que hay que ser prudentes a la hora de plantear nuevos impuestos, porque lo que necesitamos ahora mismo es impulsar la economía para que el motor del empleo siga funcionando.
Es obvio que si queremos atacar las listas de espera sanitarias, si queremos implantar una renta ciudadana y si pretendemos mejorar los servicios públicos, entre otras acciones de carácter social, el Gobierno de Canarias necesita recursos. Y nuestro reto consiste en conseguirlos. Pero la opción de trasvasar la ausencia de financiación estatal hacia los propios ciudadanos de las islas no termina de convencerme. Porque es, en cierta medida, desvirtuar el marco de solidaridad que forma parte del pacto del Estado con Canarias. El bloque de la fiscalidad propia canaria no es un privilegio, nunca lo fue, sino el pilar sobre el que se construyeron las islas y una de las compensaciones —la más antigua— a la lejanía y la insularidad que en la actualidad está recogida al máximo nivel en el Tratado de Lisboa de la Unión Europea, en el Estatuto de Autonomía y en la nueva Ley del REF. No es discutible y, desde luego, es jurídicamente vinculante.
Por eso coincido muchísimo más con Román Rodríguez, cuando pone el acento en la obligación inexcusable de la Administración Central de revisar el sistema de financiación que perjudica gravemente al Archipiélago y respetar escrupulosamente nuestro REF. Son tiempos difíciles, pero son los mejores tiempos para que fuerzas progresistas, impulsadas por el mayor compromiso con Canarias, estén al frente del timón de esta tierra. Estoy seguro de que nos haremos oír. Y que, desde la prudencia y la negociación, adoptaremos las mejores decisiones para conseguir ese cambio por el que decidimos un día apoyar un gobierno.