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Hay que prepararse para los peores tiempos

Casimiro Curbelo en su despacho en el Cabildo Insular de La Gomera

“Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos”, escribió Dickens. Y podría haberlo dicho de nosotros. Porque vivimos justamente el mejor de los mundos, el que más se acerca a la equidad y la justicia social, pero también uno que nos enfrenta a las peores amenazas e incertidumbres que hayamos vivido jamás.

Como sabe cualquier marinero, lo importante frente a la mala mar es mantener un rumbo seguro y la barca a flote. A muchos de nosotros nos ha tocado asistir en nuestra vida a acontecimientos excepcionales. Hemos visto la llegada de la televisión, del teléfono móvil, de la democracia y la libertad. Hemos visto guerras y atentados que han cambiado la historia del mundo. Hemos sobrellevado una crisis financiera similar a la famosa del crack del 29. Y ahora estamos enfrentándonos a la mayor pandemia de la historia contemporánea.

Y en todos los momentos difíciles que nos ha tocado superar, lo importante ha sido siempre mantener la calma. Y saber que si nos mantenemos unidos, si nos ayudamos y arrimamos el hombro, siempre saldremos adelante sin dejar a nadie abandonado en la cuneta.

En la crisis del coronavirus se han cometido errores. Sin duda alguna. No ha existido la suficiente previsión. No se le dio la importancia que tenía esta pandemia, ni siquiera por los científicos,  y no se prepararon los medios materiales necesarios para los sanitarios, como trajes de protección integral, mascarillas o gafas, o para los enfermos graves, como respiradores. Las medidas de aislamiento social severo, que exigía la Organización Mundial de la Salud, se tardaron en adoptar demasiado tiempo. Llegamos tarde, en mi opinión, a las acciones que se tenían que tomar para enfrentarnos al virus. Pero al final la democracia funcionó y tanto el Gobierno como las comunidades y los ciudadanos hicieron lo que tenían que hacer.

La crisis sanitaria se va a superar, en un breve plazo, si todos seguimos haciendo lo que debemos. Pero nos espera otra adversidad.  Y es conveniente que empecemos ya a afrontar esa realidad. Como ocurre con la detonación de una bomba, después del ruido viene la onda expansiva y la metralla. Después del coronavirus, vendrá algo diferente, pero igual de dañino para nuestra sociedad. Después de la enfermedad, nos amenaza la pobreza. Canarias se va a enfrentar en los meses venideros  a una de las peores crisis económica que hayamos vivido nunca. La caída del turismo será una realidad imparable en los meses en los que se tarde en extinguir el virus y en los meses posteriores, en los que Europa tendrá que recuperarse de los daños económicos sufridos.

Para España y para todos los países de la zona euro, será un largo periodo de recesión que se tendrá que superar con políticas monetarias expansivas y ayudas públicas. Pero para Canarias, por nuestra alta dependencia del turismo, será muchísimo peor: vamos a tener decenas de miles de nuevos parados, cierres masivos de negocios y familias arrojadas a las fronteras de la pobreza. Hasta ahora habíamos vivido caídas de la economía o pérdidas de porcentaje de visitantes. De lo que estamos hablando hoy, como de una posibilidad cierta, es de un “cero turístico”. Es decir, del desplome total de la actividad económica que sostiene a la sociedad de las islas; algo que jamás se pudo prever.

Agrupación Socialista Gomera ya pidió al Gobierno que recursos como el Fondo de Desarrollo Regional se orientasen a actuaciones sociales. Es algo que tenemos que hacer con todos los instrumentos y políticas en Canarias. Debemos salvar del naufragio a las muchas personas que se van a ver barridas del mercado de trabajo por un manotazo brutal. Tan brutal como el cierre de hoteles, restaurantes, comercios, pequeños y grandes negocios de empresas y autónomos en cifras de tal magnitud que nos puede acercar cifras de paro que jamás hayamos visto en las islas.

Pero debemos tener claro que solos no vamos a salir adelante. No esta vez y no ante esta crisis que se nos vendrá encima. Debemos presentar al Parlamento de Canarias y elevar al Gobierno de España un plan de rescate excepcional para afrontar una situación como jamás se ha vivido en nuestra tierra. Y debemos hacerlo todos. Unidos como nunca ante una situación en la que se amenaza nuestra supervivencia.

Durante los últimos años hemos atraído a miles de personas, de emigrantes retornados, de conciudadanos de otros países. La prosperidad de la que veníamos disfrutando nos ha hecho crecer poblacionalmente por encima de la media del Estado. Y todo eso juega ahora dramáticamente en nuestra contra. ¿Cómo van a sobrevivir, sin poder trabajar, tantas miles de personas? Esa es la respuesta urgente que tenemos que empezar a preparar los que tenemos la obligación de mantener el barco a flote. Y la tenemos que preparar ya. Lo dije hace unos días: a esta segunda y dramática crisis no podemos llegar tarde otra vez. Vamos a prepararnos para los peores tiempos.

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