En estos tiempos en los que todo el mundo se siente frágil y fácilmente vulnerable ante un padecimiento que no respeta edad, condición social o estatus económico , la figura de la enfermera ha emergido para situarse como la principal guerrera para enfrentar desde las manifestaciones más leves a las más agudas de la enfermedad del COVID-19, las que pueden mermarte y hacerte dependiente del oxígeno y otros soportes vitales, o las que te dejan inconsciente y conectado a un respirador y un cableado de perfusiones que manejará la enfermera para mantener tus constantes vitales e intentar que te aferres a la vida. Resaltando en esto último la labor de esas “Xenas» de UCI que tanto nombran día a día en los informativos.
Lo que la sociedad tiene que percatarse es que con coronavirus y sin él y cuando por fin nos liberemos de este monstruo que detiene nuestras vidas y las tan anheladas rutinas, que es capaz de paralizar ¡hasta el fútbol! Vas a seguir siendo vulnerable y vas a necesitar una enfermera.
Cuando el SARS CoV-2 no suponga una amenaza global, tu salud puede también verse afectada por las amenazas de siempre o las que vendrán. Una enfermera te va a administrar la medicación y los sueros necesarios para hidratarte y aliviarte si un virus de gastroenteritis retuerce de dolor tu estómago o te hace dependiente del WC. Te administrará los analgésicos necesarios si sufres de migraña y ese día no puedes ni abrir los ojos para ver la luz del sol; o si una fiebre alta de origen desconocido te han dejado postrado en una cama, una enfermera te prestará todos sus cuidados y atenciones para que te recuperes.
Puede ser que tu padre se haya infartado y las enfermeras le estén proporcionando los primeros cuidados y estabilizando sus signos vitales para salvarle. O también puede ocurrir que a tu madre, hermano o amigo le de un ictus sin causa aparente, la enfermera le proporcionará los cuidados básicos de higiene, alimentación, cambios posturales que durante algún tiempo no podrá hacer por sí mismo.
Y así podría seguir con una larga lista de males, patologías y convalecencias en las que la enfermera va a ser siempre tu referente, tu alivio, tu soporte, tu “héroe»
El conjunto de las enfermeras no pretendemos heroicidad, pues hacemos los que hacemos porque nos gusta y por vocación. Pero sí pretendemos respeto y el reconocimiento social que ha merecido siempre nuestra figura; por el contra y a pesar de nuestra entrega, podemos recibir desde insultos, amenazas o la ya caduca frase “yo te estoy pagando tu sueldo»
No podemos pasar de ser unas pinchaculos a héroes en un mes sólo porque ha llegado una amenaza global a la que todos somos vulnerables , puesto que siempre vamos a seguir siendo vulnerables.
Si una enfermera en un Centro de Salud te recomienda unos cuidados de salud para tu diabetes u obesidad, está velando por tu salud. Si una enfermera en una planta de hospitalización te administra la medicación pautada los sueros o los cuidados que requiera tu ingreso, no pongas en tela de juicio su trabajo y su buen hacer porque ella solo quiere tu pronta recuperación y tu bienestar. Si en las urgencias de un hospital la enfermera, después de hacerte el triaje, te deja sentado en la sala de espera, es porque dentro habrán más pacientes que requieran cuidados especiales, que puedan estar agónicos o debatiéndose entre la vida y la muerte y ni siquiera puedan sentarse en una silla como tú.
Sólo pedimos respeto a nuestro trabajo, valoración a una profesión muchas veces socialmente menospreciada, una profesión con criterio científico, autónomo y de carácter altruista.
Una profesión que debe ser valorada con pandemia y sin ella porque siempre siempre dependerás de una enfermera, porque somos las enfermeras y auxiliares de enfermería, el motor que mueve el sistema sanitario público, y ni antes éramos pinchaculos ni ahora somos héroes, hemos sido, somos y seremos siempre enfermeras.