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Ante el pesimismo: venceremos

Estos días nos toca escuchar todo tipo de análisis sobre el desastre económico que nos aguarda a la vuelta de unos pocos meses. Y aunque uno se intente aislar de esa ola de pesimismo, los números negativos van impactando en nuestra conciencia y nos van deprimiendo. No solo son las noticias sobre el aumento del número de parados o de los hoteles vacíos, sino el desgaste psicológico que produce el confinamiento y la sensación de que todo se va al garete.

Es evidente que después de vencer al coronavirus —porque lo vamos a vencer— tendremos que enfrentarnos a una crisis económica sin precedentes. Y los efectos de esa recesión van a ser singularmente duros en unas islas como las nuestras, cuya dependencia del turismo es muchísimo mayor que la de otros territorios del Estado. Eso no solo lo sabemos, sino que lo hemos venido reflexionando desde hace ya algunas semanas. Desde que percibimos que esta pandemia mundial iba a provocar la extinción temporal de los viajes y quién sabe si un cambio duradero en los hábitos vacacionales de los europeos.

Pero ya demostramos, hace pocos años, que esta sociedad es capaz de superar unida las peores adversidades. Fueron  los autónomos, los pequeños empresarios y los trabajadores, los que sufrieron las consecuencias de la gran crisis económica de 2008 y los que fueron capaces de levantar el país cargándolo sobre sus espaldas. Lo que se quebró en España fueron la banca y los negocios expuestos al ladrillo. Lo que siguió funcionando,  produciendo y pagando impuestos fueron las clases medias, que tuvieron que tirar del país para sacarlo del agujero.

No tengo ninguna duda de que podremos hacerlo otra vez. Pero en esta ocasión no se deben cometer los mismos errores que en el pasado reciente. Esta vez los costos de la crisis no pueden caer directamente sobre los más débiles, sino que se deben repartir proporcionalmente entre todos los que deben asumir esa responsabilidad. Y las administraciones públicas tenemos el deber de gestionar los recursos públicos dirigiéndolos al rescate de las familias más necesitadas, los mayores y la infancia.

Quiero garantizar que en el Cabildo de La Gomera ya estamos trabajando para que no haya ni un solo ciudadano, ni una sola familia, que se vea abandonada a su suerte en los meses difíciles que nos esperan. Porque esta vez no se le puede fallar a nadie. Y este es el mismo mensaje que Agrupación Socialista Gomera ha trasladado al pacto de gobierno en Canarias, para que se vayan creando los procedimientos y normas necesarias para que las ayudas públicas a los sectores más necesitados, sean lo más rápidas posibles.

De las crisis se sale. La fuerza de nuestra sociedad, de nuestros empresarios y de nuestros trabajadores es imparable. La hierba vuelve a crecer en cuanto vuelve a caer un poco de lluvia sobre la tierra. De eso no debemos tener ninguna duda. Y si se trata de que hay que vivir durante unos meses con más austeridad, como vivieron nuestros abuelos en épocas mucho más difíciles que las nuestras, estoy seguro de que seremos capaces de hacerlo. Lo realmente importante es que nadie se quede abandonado a su suerte en el naufragio. Que nadie se ahogue por falta de recursos. Eso no lo podemos consentir. Y esa es la tarea que deben cumplir en los próximos tiempos las corporaciones públicas y los que hemos sido elegidos para conducirlas y servir a los ciudadanos.

En Canarias tenemos que luchar para conseguir que en Madrid se comprenda la gravedad de la crisis a la que nos enfrentamos. Porque aunque resulte increíble, en ocasiones parece que no se entiende nuestra realidad diferente. Es inaceptable, por ejemplo, que no se nos permita utilizar los remanentes de tesorería de las corporaciones locales; millones de euros que pueden salvar la vida de tantísimas personas en estos tiempos de dificultad. Ese dinero no puede seguir en los bancos mientras nuestras familias pasan necesidades. No lo pensamos consentir.

Estoy seguro de que, más temprano que tarde, el peso de los hechos y las cifras que nos alarman tanto a nosotros, terminarán haciendo que existan acuerdos sobre el uso del superávit y el endeudamiento de las administraciones públicas canarias. Aquí y con nosotros no valen las medidas convencionales que se van a aplicar a otros territorios de nuestro país. No tengan la menor duda de que nos vamos a dejar la piel en la tarea de convencer de esta realidad. Y en la obligación de que, esta vez, no haya un solo canario que necesite auxilio que no sea entendido y atendido.

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