Ni los más ancianos de Agulo recuerdan que alguna vez se hubiese suspendido las hogueras en honor a su santo patrón, San Marcos Evangelista. La confinación de la población a raíz de la crisis global motivada por el coronavirus impedirá este año 2020 cumplir con esta tradición centenaria, única en La Gomera cuyo protagonista además del Santo es también el fuego que frente a su iglesia prende cada año con sabina con cargas de devoción, ilusión y promesas.
Esas diez o doce montañas de madera debidamente amontonadas con considerable altura a lo largo de la calle principal para que centenares de jóvenes y no tan jóvenes, además de niños y niñas comiencen a saltarlas como así ha sido generación tras generación, este año no prenderán.
Cada víspera del día de San Marcos, la noche de Agulo es mágica. Tanto lo es, que el municipio se llena de olor a madera quemada y muchos visitantes procedentes de otros municipios de La Gomera y de Canarias comparten con los lugareños esta devoción. Antaño –no muy lejano—venían hasta de Venezuela para la ocasión aquellos emigrantes que un día partieron hacia América para buscar un futuro mejor.
Esta mezcla de tradición religiosa y tradición pagana, no se conoce a ciencia cierta cómo llegó a la Isla. Pero es curioso que sea este lugar del norte de La Gomera el único que fuera incluso del mes de la fiesta popular por excelencia del fuego: San Juan, celebre en pleno abril esta singular festividad.
Agulo, solemne en sí mismo, viste y ha vestido siempre sus mejores galas para la ocasión. Un momento en el que se mezcla la música tradicional, la chácara y tambor, las luces y siempre, siempre el mismo olor a sabina.
Desde muy antiguo, las cargas de sabina eran promesa al igual que el salto que se realiza sobre ellas cuando prende la llama.
Junto a los que permanecen en la cercana plaza observando el espectáculo y entre ellos los ancianos como fieles testigos de la devoción, se encuentra la imagen de San Marcos Evangelista, que permanece en Agulo según algunas crónicas desde el año 1632 junto a la Virgen de la Merced, también patrona de la localidad, presidiendo la Iglesia del único municipio gomero del que se conoce concretamente su fundación y su primer asentamiento.
El propio ingeniero militar Leonardo Torriani en el siglo XVI recomendó en sus relatos sobre La Gomera a este sector de la Isla, calificándolo como “uno de los lugares óptimos para el cultivo”.
En el año 1607, los representantes señoriales Ana de Monteverde, Gaspar de Castilla y Alonso Carrillo llegan a un acuerdo con Gaspar de Mesa, vecino de Buenavista del Norte en Tenerife para que se asentara un grupo de colonos procedentes de la vecina Isla en las zonas de ‘Sobreagulo’ y San Marcos, y el 27 de septiembre de ese mismo año se firmó la escritura entre las mencionadas personas, agregándose por parte de los colonos, Julio César Romano. Fueron 18 y recibieron un conjunto de 1650 fanegas de tierra ubicada en el Lomo de Merlo y los denominados Riscos de Vallehermoso.
Agulo fue un pueblo muy próspero que ya en el 1680 tenía configurado sus barrios: Casas del Cabo, Casas de la Montañeta y Casas de Lepe. Su prosperidad fue tal, que si bien contaba en ese año con 387 habitantes y 89 casas, un siglo después debido a ese grado de prosperidad dobló la población alcanzado hasta 625 personas. Con algunos inconvenientes a lo largo de la historia como fueron las lluvias torrenciales de 1770, cabe destacar que Agulo fue el primer municipio de La Gomera en tener transporte de agua a presión en 1906 por cañería o en 1911 coincidiendo ya con la construcción de su Pescante con comunicación telefónica.
Este municipio norteño destaca por su esfuerzo y el empeño de sus habitantes por conservar las tradiciones. Poetas, escritores, folcloristas o pintores como el inmortal José Aguiar y otros han dejado siempre muy alto el nombre de la localidad
Este año 2020, no habrá olor a sabina, por lo menos olor en honor a multitud en torno a su Iglesia, en torno a su calle, pero con toda seguridad en los corazones de los habitantes de este pintoresco lugar, pervivirá la devoción y especialmente la esperanza de que pronto muy pronto la madera volverá a arder en honor a su Patrón.
Fuentes: Gloria Díaz Alberto Darias Principe José Miguel Yanes Periódico La Isla de La Gomera