Europa y España van a padecer una crisis profunda a consecuencia del parón de la economía que ha supuesto el confinamiento social. Los daños serán importantes y se van a notar en la pérdida de puestos de trabajo y en el crecimiento de la pobreza en el país. Pero todas las expectativas aseguran que el año que viene va a ser un ejercicio de crecimiento.
En nuestras islas estamos pagando también un duro precio por haber parado la economía. Pero además, como consecuencia de la situación sanitaria en toda Europa, hemos perdido la actividad del gran sector productivo del archipiélago: el turismo. Y como ya se está advirtiendo, podríamos estar al borde de una catástrofe social sin precedentes. ¿De qué va a depender que eso se produzca? Pues de cosas que nosotros no podemos controlar y de otras en las que sí podemos intervenir decisivamente.
Canarias no puede influir en la voluntad de millones de ciudadanos alemanes o británicos para que decidan tomarse unas vacaciones. Podemos calcular que cuando pase el miedo, cuando nos recuperemos del coronavirus porque nos hayamos inmunizado o exista una vacuna o un tratamiento eficaz, el mundo volverá a la normalidad. Y nuestras islas seguirán siendo un destino cercano y seguro, con una sanidad europea de primer orden y una conectividad inmejorable. El único lugar de Europa donde se puede disfrutar de climas y paisajes únicos y maravillosos. No tengo ninguna duda de que cuando el turismo vuelva a funcionar, nuestras islas serán un destino prioritario.
Pero lo que no podemos responder, por ahora, es cuándo se producirá ese regreso a la normalidad. O si habrá cambios profundos en los hábitos de vida de los europeos. Lo que sí podemos hacer es ponernos como objetivo salvar nuestras infraestructuras turísticas y prepararnos para cuando el turismo empiece a fluir de nuevo. Sabemos, por experiencia, que la mejor publicidad para Canarias es la que se produce de boca en boca, la que transmiten los visitantes satisfechos que regresan a sus países hablando de nuestra maravillosa tierra.
Es posible que la remontada nos cueste mucho trabajo y paciencia. Que tengamos que empezar con cifras de visitantes muy modestas, a las que no estamos acostumbrados. Pero poco a poco las Islas volverán a situarse entre los primeros destinos turísticos del mundo.
Pero para llegar a ese objetivo es imprescindible sobrevivir. Miles de trabajadores de los hoteles, restaurantes, cafeterías, apartamentos vacacionales y otras empresas relacionadas con la venta de servicios turísticos, van a perder temporalmente sus puestos de trabajo. Todo eso se traducirá en una caída del consumo, que provocará dificultades de otras empresas que venden bienes y servicios a la población —comercios, ropa, zapaterías, electrónica…— y la salida del mercado laboral de más y más personas. Nuestro primer trabajo es enfrentarnos a esa cadena de desastres e impedir que ocurran con medidas como la propuesta por Consejería de Turismo para que Canarias sea un laboratorio de seguridad para el sector turístico.
Canarias necesita dos cosas urgentes de Madrid: que se nos permita usar el dinero que hemos ahorrado las corporaciones locales en los últimos años (y que está en los bancos, sin que sirva absolutamente para nada) y que nos se deje acudir al endeudamiento que necesitemos. Y además de estas dos medidas, que atañen a nuestra propia responsabilidad y nuestro propio esfuerzo, necesitamos del Gobierno de España un programa de inversiones extraordinario para Canarias.
Canarias no puede salir sola de la situación que vamos a enfrentar. Es una evidencia. Porque no solo es una crisis, sino una quiebra del modelo productivo, que todos esperamos que sea temporal. En lo que recuperamos el turismo y hasta diciembre de este año, previsiblemente, las islas van a necesitar medidas de auxilio para las familias más necesitadas, programas de ayuda para quienes hayan perdido sus puestos de trabajo, actuaciones urgentes que garanticen el cuidado y la atención de mayores y niños afectados por la pérdida de rentas de sus familiares directos y programas de estímulos que impulsen las inversiones públicas para crear empleo y ayudar a autónomos, pymes y empresas estratégicas a mantenerse vivas hasta el comienzo de la recuperación económica.
No me gusta engañar a nadie: saldremos adelante con nuestro propio esfuerzo y sacrificio. Aquí nadie regala nada. Pero además de esa responsabilidad que todos los canarios estamos dispuestos a asumir, necesitaremos dinero. Mucho dinero público para inyectar en una sociedad que va a vivir momentos delicados. De igual forma que el Gobierno español está exigiendo a la Unión Europea el mayor compromiso con nuestro país, Canarias necesita la mayor comprensión de Madrid. Una comprensión que, sinceramente, y lo digo con verdadera preocupación, de momento no se percibe. Sé que nuestro país afronta momentos muy duros, pero sé que un Gobierno socialista tendrá la sensibilidad de preocuparse más por los más débiles y los que más lo necesitan.