A mediados del siglo XIX en Las Palmas, isla de Gran Canaria, la calle de Cano era estrecha, recta, de cantos rodados y, en el lado izquierdo, tenía una zanja para conducir las aguas. Empezaba en la calle comercial de los Malteses y terminaba en la plazoleta del convento de las Bernardas colindante con el barrio de pescadores de la Vica.La casa número 33 tenía un frontis estrecho, en lo alto un balcón con celosías pintado de verde y, junto al balcón, una ventanuca. Abajo otra ventanuca y el portón del zaguán con el clásico postigo y campanillas cuyo repique anunciaba la llegada del visitante.
En su hogar de Las Palmas, en esta calle del Cano número 33, Sebastián Pérez Macías y sus hijos permanecían en silencio expectante. El parto tenía lugar en una habitación, destinada a cuarto de labor, porque era habitual en Canarias que la parturienta no diese a luz en su propia cama matrimonial, para evitar posibles deterioros, sino en un catre de tijera. En el piso alto se oía el ritmo acelerado de los pasos de Teresa, la sirvienta, que seguía las órdenes de la matrona. A continuación, se percibía el roce de la falda al correr escalera abajo hacia el patio llevando una palangana con agua hervida y caliente para lavar a la madre y, asimismo, poner paños calientes en el vientre con el fin de disminuir los dolores causados por las contracciones del útero en el parto. Así hasta que se oyó un grito de la parturienta Dolores Galdós Medina, que llenó el silencio, y, detrás, el vagido de un recién nacido. En aquel momento, era la hora sexta en que el esquilón de la cercana Catedral llamaba a los canónigos a coro, un niño abría los ojos a la luz en la calle Cano. Al neonato, después de lavarlo, se puso al lado del calor de su madre.A continuaciónse colocó en su cuna que tiene forma rectangular, con los laterales rebajados, y con pies semicirculares que cumplían la función de balanceo para facilitar el sueño del niño.
Aquel niño, andando el tiempo, observaría y retrataría la vida de España. Era la tarde del miércoles 10 de mayo de 1843.El recién nacido tomó en seguida el pecho de su madre y, según testimonio familiar, no abandonó de modo definitivo la lactancia materna hasta los tres años de edad.
Benito Pérez Galdós era el décimo hijo del matrimonio de edad madura formado por don Sebastián Pérez Macías, de cincuenta y nueve años, teniente coronel del Regimiento de Las Palmas, y doña María de los Dolores Galdós Medina de cuarenta y tres años, cuya gestación fue controlada por ser una mujer multípara por el doctor José Rodríguez Suárez. El recién nacido fue recibido por los padres con preocupación por el porvenir de aquel niño. No obstante, para sus hermanas Soledad de diecisiete años, Tomasa de catorce, Carmen de trece y Concepción de diez años fue una gran alegría y lo recibieron con cariño maternal. En cambio Dolores, de cinco años, pensó que tenía otro hermano casi como un nuevo muñeco, y Manuela, la menor de tres años, lo miró con recelo por el temor de que «Benitín» – así lo iban a llamar- le quitara el cariño que disfrutaba. Sus hermanos Domingo, que fue el padrino en la ceremonia del bautismo, Sebastián e Ignacio, mostraron gran alborozo.
El viernes 12 de mayo la familia Pérez Galdós se trasladó a la parroquia de San Francisco de Asís de Las Palmas. Relata José Batllori Lorenzo, citado por J. Cabrera Santana,que «…un cortejo formado por señoras vestidas con basquiñas de tafetán y manto y saya; por caballeros de casaca azul entallada, pantalón blanco y ancho sombrero de copa, y por algunos oficiales del regimiento, amigos de la familia, que han puesto sobre sus uniformes las charreteras de gala, salen de la casa de D. Sebastián Pérez precedido por la vieja sirvienta que lleva en brazos envuelto en blancas mantillas, al recién nacido».
Luego subieron por la ascendente calle de los Malteses y entraron enla iglesia de San Francisco. La pila bautismal estaba enla capilla presidida por la imagen del siglo XVII de Nuestra Señora de la Concepción. En ese momentosonóel órgano, acompañando el gran canto litúrgico, que dio mayor solemnidad a la ceremonia religiosa. El joven Domingo Pérez Galdós se acercó a la pila con el recién nacido que cubría su pechocon la blanca estola sacerdotal. El sacerdote que ofició la liturgia del bautismo a «Benitin» fue fray Francisco María Sosa y Falcón,con licencia del párroco de la iglesia de San Francisco, don Matías Padrón Fernández, que también firma el acta de bautismo.Continuando el ceremonial litúrgico el sacerdote, que llenó la concha de plata, fue derramando el agua bendita sobre la cabecita del neonato. Al finalsonó solemne el Te Deum en el templo para dar gracias a Dios y las campanas repicaron insistentemente con toque vivo para expresar alegría.Al terminar el acto que imprimió elcarácter de cristiano a Benito Pérez Galdós, la familia e invitados regresaron a la casa de la calle del Cano sin saber que aquelbautizo sería recordado como un fausto acontecimiento histórico.Pero antes el presbítero don Francisco María Sosa se colocó ante la mesa del archivo y, poniéndose las gafas, abrió el Libro primero deBautismos por el folio 64 vuelto, y escribió con letra clara y firme en el margen: N.° 582- Benito María.A continuación, dejó registrado el bautismo escribiendo en el libro de la parroquia toda una página de gloria:
«En Can.a a doce de mayo de mil ochocs. cuarenta y tres. Yo él Presbo. don Francisco María Sosa, con licencia del infrascrito Cura del partido de Triana, bauticé, puse óleo y crisma a Benito María de los Dolores que nació el día diez del corriente a las tres de la tarde en la callé del Cano é hijo legítimo del teniente coronel del Regimiento provincial de Las Palmas don Sebastián Pérez, natural de Valsequillo y doña María Dolores Galdós, de esta ciudad: abs. pats. don Antonio Pérez y Doña Isabel Masías, de Valsequillo: mats. don Domingo Galdós, natl. de Vizcaya, Pro.a de España, y doña María Medina, de esta ciudad. Fue su padrino don Domingo Pérez, advertile su obligación y espiritual parentesco, y firmamos. Matías Padrón-Francisco María Sosa».
La vida y la obra de aquel niño serían en el futuro parte de la historia y de la literatura española. El mejor novelista español como afirma Germán Gullón, no el segundo. Y, años más tarde, en julio de 1910, dentro de los recuerdos infantiles de Galdós, en la entrevista que le realizó «El Bachiller Corchuelo» en la revista Por esos mundos, al preguntar El Bachiller Corchuelo. –¿Dónde fue usted bautizado? Benito Pérez Galdós le contestó: En la Iglesia de San Francisco, que fue un convento… Aguarde usted. Voy a decirle una cosa curiosa. Cuando he oído el tañido de sus campanas, siempre he sentido una emoción entre triste y dulce. Su son no lo confundiría con ninguno. Lo distinguiría entre cien que tocasen a un tiempo.
El aniversario de su nacimiento ha sufrido muchos vaivenes. Después de 1920 se celebraron actos esporádicos. En 1926 en la parroquia de San Francisco se bendijo la bandera española que, para el Instituto Pérez Galdós, regalaron los alumnos actuando como madrina doña Amalia del Toro de Bello.En el intervalo de 1930 a 1936 la llama volvió a iluminar el aniversario.En 1930 la prensa reclamó que como homenaje a Galdós se inaugurara el monumento realizado por Victorio Macho. Finalmente se inauguró el 28 de septiembre de ese año en el muelle de Las Palmas. Con el advenimiento de la República, por iniciativa del partido republicano federal, en cada aniversario del nacimiento se hacía ofrenda de flores al pie del monumento levantado en el viejo muelle. En 1934, el 10 de mayo, el Ayuntamiento de Las Palmas celebró una función bajo la dirección artística de la Sociedad de Amigos del Arte de Néstor de la Torre. Más tarde, en 1936, se celebró el aniversario con la colocación de flores en el monumento al Maestro y un acto en el Parque de Cervantes -hoy Parque de San Telmo- en el que Domingo Doreste (Fray Lesco) y el alcalde Luís Fajardo Ferrer expusieron su pensamiento sobre Galdós.
Surge luego un intencionado silencio institucional sobre el glorioso escritor en el que sólo recuerdan el aniversario sus familiares y fervientes admiradores. Por esto no sorprende que, en el aniversario de 1943, el diario «Falange» publicara que «Galdós no cabe en el rigor de nuestras conmemoraciones, porque Galdós no es nuestro, y muchísimo menos el galdosianismo ni los galdosianos como secta».
Esta época de silencio se va rompiendo tímidamente en 1954 hasta convertirse en una voz sonora. Traemos a la memoria que Luís Jorge Ramírez escribió que fue la gran actriz Pepita Serrador quien en 1956 volvió a reanudar la colocación de flores ante el monumento a Galdós en la fecha de su nacimiento. En ese acto asistieron con la actriz su esposo Narciso Ibáñez Menta, Pedro Perdomo Acedo y el mismo Luís Jorge Ramírez. Pasaron cuatro años y, en 1960, el grupo editorial de los libros de poesía «San Borondón», que dirigía Manuel González Sosa, y la revista literaria de Radio Atlántico, «LaCometa», promovieron tal acto que tomaron El Museo Canario y El Gabinete Literario hasta que se hizo cargo el Cabildo de Gran Canaria. Así en 1964 el Cabildo Insular por sugerencia del Dr. Juan Bosch Millares, presidente del Museo Canario, organizó no sólo la ofrenda de coronas al pie del monumento, sino un acto en el que se leyó una página de la novela «Trafalgar» por María del Prado Escobar y finalizó Alfonso Armas recitando «La ofrenda emocionada» de Tomás Morales a Galdós. Rápidamente el crepúsculo se tornó en una brillantez de este aniversario al ocupar Alfonso Armas Ayala el cargo de director en la gestión de los Museos Insulares del Cabildo.En 1966 a la ofrenda floral ante el monumento a Galdós, organizada por la Sociedad de Amigos de Galdós, se sumó la gran actriz María Guerrero y actores que en el teatro Pérez Galdós interpretaban «La malquerida» de Benavente. El aniversario siguiente se distinguió por la ofrenda floral con asistencia de la hija de Don Benito, doña María Pérez-Galdós Cobián, y la conferencia en la Casa de Colón del profesor Jesús Cañedo sobre «Aspectos del costumbrismo en la novela de Galdós».
En 1970 tuvo lugar la primera ofrenda floral ante la soberbia obra de Pablo Serrano, ya erigida a Galdós el 4 de enero en la plaza de la Feria, tutelada por el presidente del Cabildo Insular Juan Pulido Castro. También fue notable, en 1985, la exposición retrospectiva en la Casa de Colón, como recuerdo del homenaje a Don Benito en enero de 1931, así como la ofrenda floral en la Plaza de la Feria y la presentación del III Congreso Galdosiano en la Casa-Museo de Pérez Galdós. Saltando a 1993 evocamos la ofrenda floral patrocinada por el Cabildo Insular, presidido por Pedro Lezcano, y también la inauguración del monumento realizado por Manuel Bethencourt colocado en la Plaza de los Escritores (parte superior de la Estación de Guaguas). En esta inauguración el alcalde de Las Palmas, Emilio Mayoral, resaltó que la ciudad volvía a tener a don Benito junto al mar cerca del antiguo muelle de Las Palmas.
Estos retazos serían una inmensa disonancia si no citamos la labor admirable de la Casa-Museo de Pérez Galdós y de los galdosistas, que han continuado conmemorando los aniversarios del nacimiento de Don Benito Pérez Galdós.
MANUEL HERRERA HERNÁNDEZ de la Asociación Internacional de Hispanistas (AIH)