El ex coordinador general de IU y ex alcalde de Córdoba, Julio Anguita ha fallecido a los 78 años de edad por un problema cardíaco y después de estar ingresado en la UCI de Reina Sofía desde el sábado 9 de mayo.
Anguita ingresó en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, aquejado de una dolencia cardiaca, según confirmaron fuentes de la familia a Diario CÓRDOBA. Aquella mañana sufrió una parada cardiorespiratoria en su domicilio, el 061 consiguió reanimarlo y trasladarlo intubado al centro hospitalario cordobés. Allí fue atendido en la Unidad de Críticos desde la que fue derivado hasta la UCI.
No es la primera vez que Anguita se enfrentaba a un problema de este tipo: en 1993 sufrió dos infartos de miocardio en plena campaña electoral, algo que también le ocurrió en 1998, 2009 y 2014.
Retirado de la primera línea de la vida política, Julio Anguita se había convertido en un vecino más de Córdoba, al que los cordobeses podían verlo jugar al dominó junto a sus amigos en la plaza de la Corredera o caminando hacia el gimnasio, donde mantenía su forma física. En los últimos años medía su apariciones en prensa, a pesar de mantenerse activo en el Colectivo Prometeo, que fundó y en el Frente Cívico Somos Mayoría.
Anguita nació en Fuengirola en 1941, fue maestro y profesor de Historia, primer alcalde de la Córdoba democrática durante siete años (1979-1986). También fue secretario general del PCE entre 1988 y 1998 y coordinador federal de IU entre 1989 y 2000, fue candidato a la presidencia del gobierno en tres ocasiones. Tras retirarse de la primera línea de la política española, apostó por movilizar a colectivos de base a través de varias iniciativas: Colectivo Prometeo y Frente Cívico Somos Mayoría, de la que fue fundador. También impulsó la creación de la agrupación para la Tercera República, de la que fue firme defensor.
Uno de los momentos más duros a los que tuvo que enfrentarse fue a la muerte de su hijo Julio Anguita Parrado, el 7 de abril de 2003 en Irak. Anguita Parrado era corresponsal de El Mundo en la cobertura del conflicto por la invasión de Irak a cargo de las tropas de EE.UU. Fue alcanzado por un misil cuando iba empotrado con el ejército americano. Al conocer su muerte, Julio Anguita, declaró: «malditas sean las guerras y los canallas que las hacen».
De él han destacado sus amigos su verbo lapidario. Su perfil omeya, por su barba, su compromiso comunista y su carácter como gestor le valieron el sobrenombre del Califa Rojo, un apelativo que había derivado de la preponderancia del voto comunista en una parte muy concreta de la provincia de Córdoba y que hizo denominar a la misma como el Califato Rojo. Fue en la revista Interviú donde se hizo esa traslación: «de califato rojo al Califa rojo», señalaba el propio Anguita. No le gustó, reconocía en una entrevista en Diario CÓRDOBA en 2004 en la que fue preguntado por su etapa en la alcaldía de Córdoba, a la que llegó con 37 años, y donde reconoció que fue un «insensato, como si un cura de pueblo llega al Vaticano y lo hacen Papa». Pero «mereció la pena», aseguraba, al tiempo que añadía que durante su mandato en la ciudad cultivó «el impacto», «nunca fui un alcalde suave, nunca me ha gustado el populismo», dijo a EFE.
En 2016 volvió a participar en un mitin de campaña en Málaga, para arropar a Antonio Maíllo, entonces candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía por IU. En aquel mitin apostó por la convergencia de IU y Podemos cuando esa opción no era verbalizada en público por ninguno de los líderes de estas formaciones que acabaron pactando y creando el partido actual Unidas Podemos. Su presencia en ese regreso a la campaña electoral desbordó las previsiones, con 3.000 personas abarrotando el Palacio de Ferias de Málaga. Anguita ejerció de «celestina» entre Podemos e IU propiciando en Córdoba reuniones en las que participaron el ahora vicepresidente del Gobierno de España Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, o el ahora ministro de Consumo Alberto Garzón, líder de IU. La convergencia se hizo realidad meses después.
En los últimos años se manifestó en contra de las inmatriculaciones de la Iglesia, denunció el discurso de la extrema derecha de quien destacó su «caspa y homofobia» y a la que calificó «hija de un capitalismo en crisis»; siempre fue analítico y crítico con la realidad que le rodeaba, incluso con los suyos, como cuando no dudó en cuestionar la credibilidad de Rosa Aguilar cuando ésta optó en 2009 por dejar la alcaldía de Córdoba para integrarse como consejera de Obras Públicas en el gobierno del socialista José Antonio Griñán en la Junta de Andalucía.
El 23F de 1981, Anguita estaba en la calle cuando se enteró del golpe de Estado y corrió a refugiarse en su despacho a esperar, únicamente acompañado por el jefe de la Policía Local, Rafael Torre Galán, que «era muy leal a la corporación», aunque llevaba un parche de la división azul en el traje, y que le comunicó que había gente de extrema derecha concentrada en las Tendillas (conocida plaza cordobesa). «Si entra el ejército, no tengo problema. Me pasará algo, pero después. Pero si entran aquellos€», recuerda haber pensado el alcalde, que cogió su pistola, la montó y la dejó debajo de unos folios en su despacho, según contó en varias ocasiones.