A lo largo de estos dos meses he escuchado en numerosas ocasiones hablar sobre cómo será la realidad de Canarias después del paso de la pandemia. Nuestro músculo productivo, el turismo, padece hoy un parón sin precedentes que lastra la economía de las Islas a unas cifras de desempleo y caída del PIB inimaginables hasta ahora. Ya nadie cuestiona que la economía canaria necesita de planificación específica con medidas de calado para iniciar una recuperación que se avecina dura.
No valen pequeños parches para una estructura económica seriamente dañada, ni tampoco son suficientes los planes sectoriales que no abarquen la recuperación desde una visión a medio y largo plazo. Necesitamos afianzar la creación de empleo, incentivar la economía y llegar a los que peor lo están pasando, porque de otra forma estaremos dando la espalda a la realidad.
Probablemente tendremos que adelgazar las inversiones previstas, si no se compensan las pérdidas en la caída de la recaudación de cabildos y ayuntamientos procedente del REF, que se calcula en más de 593 millones de euros. Ante este escenario, los cabildos hemos reiterado al Estado la urgencia de establecer una interlocución directa. Queremos saber cuáles son las previsiones y alcanzar acuerdos que arrojen claridad al incierto futuro que tienen las cuentas de las administraciones locales, ya que, la más que previsible reducción de ingresos, lastrará la prestación de servicios públicos esenciales y la atención a los sectores más desfavorecidos de la sociedad canaria.
Los condicionantes de esta Comunidad Autónoma no se asemejan a los de ninguna otra. A la distancia que existe con el continente, se une la relevancia del turismo en el tejido productivo, los déficits estructurales que ya veníamos padeciendo y la dependencia del exterior. Con este panorama hay que aprovechar la coyuntura y abrir la puerta a la diversificación, con el turismo como pilar, pero cediendo peso a nuestro sector primario y a la industria.
He reiterado que la optimización de los recursos públicos tiene que ser ahora más rigurosa que nunca. Me refiero a evitar duplicidades entre las medidas de recuperación que pongamos en marcha, por este motivo, he planteado un espacio de entendimiento conveniado entre Gobierno regional, cabildos y ayuntamientos. La unidad de acción y la fortaleza de la coordinación aportarán buenos resultados para que la ansiada recuperación llegue a todos los canarios.
Todas estas medidas tienen que estar acompañadas por un plan económico específico para las Islas, junto con la autorización de acudir al endeudamiento masivo y a largo plazo. El Estado tiene que abrir la mano con aquellos territorios que hemos cumplido durante los tiempos de ajuste, y Canarias así lo ha hecho. Ahora bien, este plan y el endeudamiento, tienen que estar ligados al uso del superávit para completar los vértices de un puzzle del que depende la salud económica de las administraciones canarias y su capacidad de hacer frente a todo lo que viene.
Estas son las principales líneas de la negociación que la próxima semana abriremos con el Ministerio de Hacienda, un espacio de diálogo al que no iremos solos. Hemos propuesto que lo lidere el Gobierno de Canarias y también se unan los ayuntamientos. Necesitamos certezas, no podemos perder más tiempo. Es hora de dar respuesta.