Hemos empezado a subir una gran cuesta. Paso a paso. Con precaución, pero con firmeza. Esta pasada semana llegó a Canarias una delegación con ciento ochenta expertos que durante siete días valorarán los protocolos de seguridad que ofrecen nuestras islas ante el Covid-19. En ese equipo de profesionales figura el secretario de la Organización Mundial del Turismo, Zurab Pololikashvili, y la ministra de Turismo, Reyes Maroto, además de numerosos periodistas internacionales y agentes de viaje.
Recuperarse de los estragos de la pandemia implica poner en valor ante los operadores internacionales la solvencia y la capacidad de la red de Salud pública de nuestras islas. Abrir las puertas y ventanas de Canarias, como en el pasado hemos abierto los brazos, para que se compruebe la existencia de una Sanidad de altísimo nivel, de unos profesionales perfectamente preparados y de unos equipos capaces de detectar y aislar cualquier posible caso de contagio y de atender con las máximas garantías a las personas afectadas. Viajar a Canarias de vacaciones no es asumir un riesgo, es apostar por la seguridad.
Esa tarea, que se ha emprendido a diferentes niveles y con diversas estrategias, es una de las principales líneas de actuación de la Consejería de Turismo. Nuestro objetivo, desde el primer día, no ha sido perdernos en lamentos por los daños que hemos sufrido y los que aún nos quedan por padecer, sino hacer todo lo que esté en nuestras manos para ofrecerles a nuestros millones de visitantes todas las garantías de que eligiendo este destino, único en Europa, estarán en las mejores manos.
Sin prisa, pero sin pausa, la recuperación de Canarias en la venta de servicios turísticos será un hecho. Y hemos asumido la responsabilidad de hacer todo lo que esté en nuestras manos para acortar los plazos.
Sabemos que las pérdidas económicas por la caída del mercado turístico serán dramáticas. Y comprometerán la financiación de los servicios públicos de nuestra tierra. Por eso nos hemos puesto, desde el primer día, en el escenario de reactivar nuestro sector de éxito, del que dependen miles de pequeñas y medianas empresas y cientos de miles de trabajadores. Estamos trabajando no para hoy, sino para hacer posible el mañana.
En esa misma línea, desde hace unos meses vengo diciendo, allí donde se deben decir estas cosas, que Canarias necesita articular un procedimiento extraordinario para atender a las familias que lo van a necesitar. Lo que queramos que mañana funcione, tenemos que pensarlo y ejecutarlo hoy. Por mucho que nos esforcemos y lo estemos haciendo bien, el turismo tardará en recuperarse. Y es previsible, como ya hemos dicho muchos muchas veces, que hacia octubre o noviembre Canarias está padeciendo los efectos de una crisis muy dura, con pérdida de ingresos y con un desempleo disparatado. La Consejería de Hacienda está buscando fórmulas extraordinarias para garantizar que se pueda disponer de fondos para sufragar los gastos públicos, ayudar a las empresas a sostenerse vivas y ofrecer ayuda a los más necesitados.
Pero además de eso, que es indispensable, es necesario que nos organicemos. Que el Gobierno de Canarias se apoye en la red de Cabildos y Ayuntamientos para hacer llegar de manera rápida y diligente las ayudas allí donde se necesiten. La experiencia nos dice una cosa: cuando una familia necesite una ayuda urgente de subsistencia, en la primera puerta que va a tocar es en la de su ayuntamiento o en la de su cabildo. Y esa ayuda no puede enredarse en trámites y tardar meses en llegar, porque el hambre o la extrema necesidad no esperan. El sistema de respuesta ante la pobreza tiene que ser inmediato. Y eso es lo que tenemos que preparar ahora, confiriéndole al Gobierno poderes de resolución extraordinarios y procedimientos acordes a lo que puede ser un estado de emergencia social.
Solo desde la colaboración de todas las instituciones canarias, desde la unidad de actuación y la descentralización, seremos capaces de dar la respuesta social que se espera de nosotros. Tenemos, más que nadie, el imperativo moral de hacerlo. La supervivencia de decenas de miles de personas vulnerables dependerá mañana de nuestra capacidad de respuesta.