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Oxford reanuda los ensayos de su vacuna contra la COVID-19

La Universidad ha comunicado la noticia tras tener que interrumpir las pruebas por una reacción adversa de uno de los voluntarios

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La Universidad inglesa de Oxford ha informado este sábado de que reanudará los ensayos clínicos de la vacuna contra la COVID-19, que habían sido interrumpidos hace seis días, después de que un voluntario en el Reino Unido, de los más de 10.000 que participan en las pruebas, sufriera una reacción adversa.

En un comunicado emitido este sábado, Oxford ha indicado que las pruebas de la vacuna, denominada ChAdOx1 nCoV-19, se reanudarán en el Reino Unido después de una pausa el pasado día 6 como medida de precaución. «El proceso de revisión independiente ha concluido y, siguiendo las recomendaciones del comité de revisión de seguridad y del regulador de Reino Unido, los ensayos se reanudarán», señalan en la nota, en la que no se divulga información médica del participante por razones de confidencialidad.

«Estamos comprometidos con la seguridad de nuestros participantes y con los más altos estándares de conducta en nuestros estudios y continuaremos monitoreando la seguridad de cerca», señalan después de que la farmacéutica AstraZeneca tomase la decisión de parar los ensayos al detectar «una enfermedad potencialmente inexplicable» en uno de los participantes del estudio.

Esta posible vacuna, considerada una de las más avanzadas que se desarrollan en todo el mundo, está en las fases finales de los ensayos clínicos antes de recibir la autorización de los organismos reguladores para proceder a inmunizar a la población. La interrupción de los ensayos, que se hizo pública hace menos de una semana, fue una mala noticia, principalmente para Europa, que había cerrado en agosto un primer contrato con la farmacéutica para el acceso a 300 millones de dosis de la vacuna.

En una entrevista concedida a elDiario.es tras la interrupción de los ensayos, el neurólogo e investigador adjunto en el proyecto de la vacuna, Carlos Estévez, ya indicaba que «es bastante frecuente» que se produzcan este tipo de contratiempos en estas pruebas. «Es algo que puede suceder si tienes más de 10.000 y hasta 50.000 personas metidas en un ensayo: puede ser que simplemente una de las personas caiga enferma, que tenga un infarto o lo que sea, por otras causas; o puede ser que esté realmente asociado con la vacuna», explicaba.

Por ese motivo, el investigador daba «un pequeño tirón de orejas a algunos medios, porque a veces entre lo que ha dicho el político y lo que aparece en los medios hay una divergencia importante». Estévez diferenciaba entre «decir que podría estar disponible (la vacuna) y que se va a administrar». En este sentido, hacía una llamada a la prudencia: «Es tan importante que los políticos sepan comunicar las cosas con cautela y no se dejen llevar por la presión social ahora como que los medios a la hora de transmitirlo sean cautos y no se dejen llevar por el click fácil y el titular sensacionalista».

La profesora de medicina intensiva en la Universidad de Cambridge, Charlotte Summers, también indicaba que la suspensión de los ensayos de la vacuna venía a mostrar que «desde el punto de vista de la seguridad se están haciendo las cosas como se deben». «Además de poner en pausa el estudio, los investigadores han sido transparentes en relación a lo sucedido, una actitud que debe ser bienvenida», señalaba la experta.

«Desarrollar un ensayo clínico es siempre una enorme responsabilidad. Los investigadores tratan de hacer todo lo posible para asegurarse de que no causarán daños evitables a los participantes en el estudio. Diseñar ensayos capaces de detectar un posible problema cuanto antes es algo que conlleva mucho tiempo, esfuerzo y preocupación. Sospecho que esta responsabilidad se sentirá aún más de lo habitual en el equipo de la vacuna de Oxford, que trabaja con la atención del mundo puesta sobre ellos», apuntaba Summers.

La profesora ya alertaba hace unos días de la importancia de «controlar nuestra reacción a las noticias» y evitar especular sobre los motivos de la pausa en el ensayo, que como la propia Universidad de Oxford ha indicado son confidenciales por motivos de privacidad de los participantes, para no desincentivar a la población a vacunarse cuando esta esté disponible «y aunque los investigadores concluyan que el evento adverso no tenga ninguna relación con el ensayo».

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