Caminar hacia Puntallana, escuchar el sonido del Atlántico como late en su costa, el susurro del viento y el son de las chácaras y el tambor, mientras veneramos a la patrona. Esta es la historia que los gomeros ansiamos repetir cada primer lunes de octubre, pero que este año no se dará. La pandemia nos ha puesto límites en nuestro día a día, en las costumbres y en la forma de entender la realidad. Prueba de ello, es que este 5 de octubre La Gomera celebrará de una forma muy diferente la festividad de nuestra patrona.
Este día, de tradiciones, sentimientos, recuerdos y fe es el mejor contexto para ahondar en la responsabilidad que cada uno de nosotros debemos asumir ante el avance de la pandemia. Conocemos las duras consecuencias sanitarias, sociales y económicas que afectan a cada una de las islas y sobran los motivos para un llamamiento a la cautela y al cumplimiento de los protocolos sanitarios que nos invitan a adoptar conductas desde el rigor y la serenidad, empezando por el uso correcto de las mascarillas y el distanciamiento social.
En estas semanas nos estamos jugando el futuro de nuestra tierra. La evolución de los datos epidemiológicos son la clave para que volvamos a ponernos en el punto de partida hacia la recuperación del sector turístico. La salida de Canarias de las denominadas listas negras de países como Alemania o Bélgica supone la apertura de un horizonte que tomamos con esperanza ante la temporada de invierno. Sin embargo, me asombra que aún hoy, los responsables de Turismo de los países europeos sigan sin alcanzar un acuerdo para establecer mecanismos homogéneos que aporten seguridad a los viajeros y una más rápida puesta en marcha de corredores seguros, y me sorprende, en mayor medida, que muchos de estos países, principales mercados emisores de Canarias, no se comprometan a realizar los test para avanzar en los corredores seguros.
Está claro que la solución ya la expusimos hace unos meses: pruebas en origen y destino, junto al establecimientos de corredores seguros. Estas dos medidas siguen siendo objeto de debate, pero el contador se acerca a su fin y debemos seguir esforzándonos para que la propuesta se materialice, porque de lo contrario estaríamos abocados al fracaso, jugándonos el 40% del empleo de esta tierra y más del 35% de su riqueza.
La Unión Europea debe responder cuanto antes, evitando dilatar más en el tiempo una solución que pasa por la unidad ante una solución que tiene un único camino. Unidad que debe extenderse al espacio político de España y también de Canarias, pues a las decisiones que vengan de Europa van unidas otras de importante calado como la aprobación de unas nuevas cuentas estatales y autonómicas. Ambas imprescindibles ante la dura realidad presupuestaria por la que pasan las administraciones locales e insulares.
No hay espacio para la confrontación, sí para el entendimiento y el diálogo. Las islas necesitan de unos ciudadanos responsables, unos gobernantes capaces y la búsqueda de un acuerdo constante con el Estado y Europa. Este es el momento de sumar. Ahora todos estamos en la misma batalla. Tenemos que vencer al virus.