No hay reglas que midan las etapas de un artista pero sí , sensaciones y resultados. Cuando habla de su obra hay muchas señales de su madurez y de su trayectoria creativa, nombra muchas veces las simetrías, la relación de esto con lo otro, las medidas de un elemento en un espacio concreto, la intensidad o tonalidad de un color o el tacto o la edad de un material, de la madera, del metal.
“ El confinamiento me cogió absolutamente por sorpresa, estaba inmerso en terminar una serie sobre personajes históricos de La Gomera que además parecía que no se terminaría nunca porque algunos amigos que la veían… y no te acuerdas de este…, y de esta otra… y vuelta a internet a buscar una imagen, hacer un boceto. Cuando acabé la serie, ya fue otra cosa.”
Su lugar de trabajo tuvo que cambiar, porque su mujer no iba a trabajar y su hijo había vuelto de la universidad pero estas nuevas condiciones no fueron obstáculo para trabajar con la misma intensidad de siempre.
Se reconoce metódico, “ Empiezo a trabajar a la misma hora, paro a mediodía y continúo, siempre con dinámica casi germánica, la inspiración y la creatividad es otra cosa, vienen trabajando o pensando, oyendo música, hablando o casi durmiendo”.
Dibuja, pinta con distintas técnicas, talla y casi siempre la figura humana presente . Confiesa abiertamente que considera “al cuerpo de la mujer su paisaje favorito” y lo hace en alta voz, con sus obras, con sus esculturas donde la belleza y la elegancia de la mujer se convierten en protagonistas de su trabajo.
En relación al tiempo de confinamiento señala que “ de repente apareció la preocupación, la angustia, el miedo viendo tanta inconsciencia en los que no hacían caso de las normas y se reunían en forma de botellón o lo que sea, no podía entenderlo y además la televisión machacando con datos y polémicas de todos contra todos…”
Y aparecieron las mascarillas en lo que pintaba o dibujaba, en las mujeres en la playa o paseando, casi vinieron solas como influencia clara de lo que estábamos viviendo o de lo que estaba sintiendo”.
José Pedro Sabina es tinerfeño y lleva casi toda una vida en La Gomera. Ha participado en multitud de proyectos solidarios, en exposiciones individuales y colectivas.
Es un artista reconocido en la isla, hablador, casi hiperactivo, camina rápido y sus ojos se mueven con la velocidad de los curiosos de las imágenes, de los que están buscando siempre la instantánea, el gesto que ha de frenar, para captarlo.
Y esa rapidez con la vida y su trabajo incansable le permiten transmitir, bendito arte, la serenidad y solidez en sus obras.
( José Pedro Sabina es componente del grupo de artistas del VIAJE INTERIOR IV )
Benjamín Trujillo.
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