Este jueves abríamos la sesión plenaria para cumplir con un objetivo primordial que, sin duda, contribuirá a que Canarias inicie la senda de la recuperación económica y social: aprobar el Plan Reactiva. La mayoría parlamentaria refrendó este documento, que si bien no es la llave mágica para salir de esta crisis sin precedentes en la historia democrática, estoy seguro de que será un empuje vital para abandonar este largo y nebuloso túnel.
Ahora bien, toca pasar de las palabras a los hechos. Tras cinco meses de intenso trabajo e incontables reuniones bilaterales y multilaterales, por fin Canarias tiene en sus manos un documento que se perfila como una hoja de ruta clara sostenida en 122 ejes y cerca de 300 medidas, que no persiguen sino el propósito de sacar a los canarios de esta situación de incertidumbre.
Es hora de poner en marcha la tercera Ley de Newton o principio de acción y reacción. Si bien, hemos sabido reaccionar ante un escenario que nadie podía prever, logrando el consenso de los agentes sociales, políticos y económicos para diseñar este plan para la reactivación social y económica de Canarias, debemos ahora poner en marcha todas las acciones que recoge. No podemos perder ni un minuto en su puesta en funcionamiento, ya que el tiempo para ejecutar estas inversiones es caduco, por lo que la simplificación administrativa juega un papel relevante a la hora de eliminar las trabas burocráticas y poner en práctica toda la teoría que contempla el documento.
Decía este jueves que el plan no tiene dueño, y es que ésa es principalmente una de sus mayores virtudes. Es un documento sin colores políticos porque es el resultado del compromiso compartido del conjunto de la sociedad civil canaria, que precisamente, es su otra gran virtud. Por ello, agradezco la generosidad y la cooperación que han mostrado los grupos parlamentarios para adherirse al plan. Un documento que salió adelante gracias al gran pacto social alcanzado para reconstruir Canarias. Algo que, por otra parte, era de esperar pues no había razón alguna para oponerse a un instrumento de peso para encarar la crisis, y que además, cuenta con el visto bueno de la inmensa mayoría de la sociedad canaria.
Este plan no es de nadie pero a la vez es para todos. Soy consciente de que no es la eterna salvación de Canarias y que en esta brega tenemos que ir todos de la mano para reclamar en Madrid los recursos que nos corresponden, pues su ficha financiera tiene que nutrirse de otros fondos, ya sea de los europeos, así como de los presupuestos estatales para que tenga efecto más allá del 2023.
No son tiempos buenos para los canarios. Contamos con las cifras de paro más altas del país, a las que hay que sumar los más de 110 mil trabajadores en ERTE. Son muchas las personas que cada vez disponen de menos recursos. Se avecinan años duros, pero tenemos el deber de proteger a los ciudadanos para que nadie se quede atrás y este plan centra la mirada en estas personas.
Reitero, no es una llave mágica para abrir la puerta de la riqueza, pero sin duda, es una potente herramienta que nos ayudará a hacer frente a esta crisis y salir de ella de la mejor forma posible.