Diego Armando Maradona ha fallecido este miércoles a los 60 años víctima de un paro respiratorio, según informa el diario Clarín. Una semana después de su último cumpleaños, el astro argentino fue operado con éxito de un edema cerebral y el país celebró otra gambeta de su héroe dramático, pero sería la última. Tantos años de excesos, descuidos y conflictos emocionales terminaron por corroer su salud. Si ser Maradona y tener un solo cuerpo siempre fue una lucha desigual, en su última aparición como técnico de Gimnasia aparentó arrastrar el físico de alguien de 80 años, o más. Los inmortales también sufren.
Su muerte sacude a Argentina -y no solo-, por un colapso de tristeza sin fecha de vencimiento a la vista: el duelo que empezó a flotar en las calles de Buenos Aires y el resto del país no será de esos que se disipen en años sino en generaciones. La muerte de Diego Armando Maradona supone el final de la edad de los héroes. Ídolos, genios y productos deportivos habrá siempre pero Maradona excedió la condición de futbolista: fue un número 10 hecho país, una reivindicación popular en pantalones cortos, el milagro posible para una porción del mundo en la que el viento sopla en contra.