Si hay una batalla que la ciudadanía de La Gomera y de Canarias hemos tenido que luchar a lo largo de la historia, ésta es, sin duda, la del agua. Cada isla la ha ido resolviendo a su manera, pero no cabe duda de que crear y explotar las infraestructuras necesarias se antoja como imprescindible para un mejor desarrollo de nuestra isla.
En La Gomera, el problema de la sequía se ha resuelto momentáneamente gracias a la borrasca conocida como Filomena, por lo que desde la política, no podemos tener la tentación de apuntarnos el tanto. El anuncio publicitario del Consejo Insular de Aguas de La Gomera con estas lluvias, por ejemplo, podía haberse realizado en otra época para crear conciencia sobre la gestión del agua.
Frente a la incomodidad que la climatología a veces nos provoca, nos encontramos la alegría colectiva de una sociedad sedienta de lluvias que cambian el panorama económico. Las redes sociales se han inundado de la alegría por los barrancos y cañadas cargadas de agua, algo que necesitábamos urgentemente, y parece que volvemos a épocas anteriores, en las que los inviernos eran lluviosos y recogíamos agua suficiente para afrontar las cosechas de la primavera y verano, e incluso del otoño, antes del siguiente invierno.
De esa manera, se garantizaba el cultivo de frutas, verduras y hortalizas destinadas al autoconsumo y a la venta en los mercados y tiendas locales. Ahora, el objetivo debe ser potenciar el consumo local, disminuir la importación de todo lo que se pueda producir aquí, y aplicar las propuestas europeas de consumo km 0, productos de proximidad, bajar contaminación, etc, habiendo comprobado en esta pandemia el riesgo de desabastecimiento que pudiera producirse.
En las últimas décadas, la sequía ha sido la norma. El cambio climático ha provocado largos periodos de escasez de lluvia. Y la pregunta que me surge es ¿Cuál es la solución a los largos periodos de sequía? ¿Seguiremos angustiosamente esperando a que aparezca cada pocos años otra Filomena?
Hasta hace un mes nos encontrábamos con las presas vacías en toda la isla: las de Chejelipes, Mulagua, Liria, Amalahuigue, la balsa de Alojera, la Encantadora, o la presa de Acanabre, los pozos en el mínimo nivel freático. Hasta los Chorros de Epina estaban casi secos.
La mayoría de estas infraestructuras se construyeron antes de final de los años 60, 70 y 80, y las principales presas se ubicaron en el fondo de casi todas las cuencas de los barrancos para regar los cultivos en los que trabajaba la población barranco abajo.
En esos años, se mantenía una importante actividad agrícola, fundamentalmente de autoconsumo de las familias y venta de cercanía en los mercados locales. Pero a partir de finales de los 80 y 90, fueron abandonándose prácticamente los cultivos, ya que los gomeros y gomeras, atraídos por el turismo en el sur de Tenerife o en la propia isla de la Gomera, fueron emigrando cambiando a otras actividades de servicios turísticos.
Entre 2000 y 2011, con el gobierno socialista de Zapatero, llegaron fondos para hacer perforaciones, encontrando agua para el abasto de la población. Se abrieron las galerías de Las Cañadas de Hurona en San Sebastián; Barranco de Guarimiar en Playa de Santiago; Igualero, o en el Altito de Valle Gran Rey. Pero cuando se encadenan varios años de sequía, hasta estos pozos bajan su nivel freático. Por tanto, la gestión del agua, junto con las energías renovables, será uno de los principales retos de la isla para estos 50 años.
La competencia de la planificación y gestión de las aguas en la isla de La Gomera es del Consejo Insular de Aguas, órgano dependiente del Cabildo, en el que tienen representación todos los ayuntamientos y las comunidades de regantes.
Este año, el Gobierno de Canarias ha incluido en el Presupuesto de 2021 la cantidad de 6.604.625 euros para las obras de mejora de regadíos en Hermigua; el encauzamiento del Barranco de La Concepción; la mitigación climática en el norte de la isla; la desalación de agua; mejora de bombeo Guarimiar – Alajeró; el trasvase de Acanabre y el saneamiento y depuración en Valle Gran Rey.
Dado que estos fondos deben ser gestionados por el Consejo Insular de Aguas, proponemos que se ponga las pilas (nunca mejor dicho) de energías limpias y acelere ejecución de esas importantes infraestructuras.
Estamos viviendo cambios sociales y económicos importantes. No sabemos si el turismo seguirá siendo el motor económico, pero es evidente que debemos buscar alternativas y lograr equilibrios en otros sectores productivos.
La sociedad mira de nuevo al campo y se anima a consumir los productos de cercanía, por tanto, la demanda de agua irá creciendo en los próximos años ¿Pero las presas, los pozos y las desaladoras serán la respuesta suficiente a las necesidades de la isla?
Como reflexión, me gustaría conocer la opinión de los vecinos y vecinas sobre si no es igual de importante tener un muelle en Playa de Santiago para grandes barcos y cruceros, que tener la solución para las próximas décadas en cuanto a la demanda de agua en la isla. Lo cierto es que este asunto no está resuelto, y tendremos que hacerlo para permitir el auténtico desarrollo de la isla.
*Ventura del Carmen Rodríguez