Si alguien me preguntara a qué sabe Canarias, indiscutiblemente le diría que las Islas tienen un sabor único y embriagador que sólo puede provenir del plátano de Canarias. Su aroma, forma, color y textura son inconfundibles, lo que ha motivado que esta fruta tan preciada lograra el sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP), convirtiéndose en el único plátano del mundo que cuenta con este distinguido reconocimiento.
A pesar de que el plátano canario bien merece una oda, este artículo persigue un fin distinto, que no es otro que defender al corazón del sector agrario, al último gran cultivo de nuestra región. Esta fruta conquistó nuestros paladares a finales del siglo XIX, cuando comenzó a explotarse como monocultivo en las Islas, y hoy es uno de los pilares indiscutibles de nuestra economía. Y ello se lo debemos a las incansables manos de unos 8.000 agricultores canarios que cada día se levantan para mantener vivo este sector del que dependen unas 15.000 familias. Una labor que genera más de 12.000 empleos directos y 4.000 indirectos y que aporta a nuestra economía 485 millones al año, una cantidad nada desdeñable.
Pero lo cierto es que en la actualidad los plataneros no pasan por uno de sus mejores momentos, pues además de los embates que nos deja la crisis sanitaria, sobrevuelan otros contratiempos derivados de la modificación de la ley de la Cadena Alimentaria, que se tramita en las Cortes Generales. Si se aprueba tal y como está redactada, supondrá la muerte de los pequeños productores frente a la banana. Por ello, esta semana, desde mi grupo parlamentario, Agrupación Socialista Gomera, presentamos una Proposición No de Ley con el fin de defender los intereses del sector, que piden a gritos que Madrid les escuche para exceptuar al plátano canario del establecimiento del precio mínimo de venta.
Nuestro plátano tiene derecho a un tratamiento singular y específico pues nace en una región ultraperiférica, algo que la UE ya reconoce, por lo que es del todo injusto legislar para la generalidad sin tener en cuenta nuestra singularidad. Y eso es lo que reivindicamos a los diputados nacionales, que sean conscientes de nuestra realidad y nuestras necesidades. Nos enorgullecemos de contar con salarios dignos, con seguros agrarios y rentas más justas para los agricultores pero todo eso conlleva unos costes, a los que tenemos que añadir el precio del agua y los sobrecostes de la insularidad y la doble insularidad. Por lo que en ningún caso se nos puede equiparar a la banana, ya que si se establece un suelo legal en el precio del plátano, Canarias perderá más de 100 millones de kilos el primer año, afectando principalmente al pequeño productor.
Nuestra PNL no pretende ser una iniciativa más que quede olvidada en un cajón desastre. Es una iniciativa que nace de las demandas del sector, con el único objeto de la defensa a ultranza de los más débiles. Esta medida defiende la protección de los costes del Estado del bienestar, de la cultura del plátano, que es una forma de vida. Defiende el paisaje y el medioambiente. En definitiva, defiende a Canarias y a los intereses de todos los canarios.
Las Islas necesitan más que nunca una única voz, firme, sólida y unida que se escuche fuerte en Madrid. Tenemos que provocar un golpe de efecto que evite más paro, pobreza e incertidumbre a nuestra población. Tenemos que evitar la pérdida de rentas para muchas familias y la desaparición de fincas que bañan nuestro paisaje de plátanos, formando parte intrínseca de nuestro paisaje, de nuestro medioambiente, valores turísticos y cultura popular. Trabajemos unidos para que Canarias mantenga intacto el sabor único que nos aporta el plátano.