Más de 500 años después aún se debate el lugar de nacimiento de Cristóbal Colón y mientras aquí, en nuestra isla, algunos han pretendido emparentarnos con el conocido Almirante como si nosotros no tuviésemos nuestra propia historia ni nuestros propios héroes. Utilizan su apellido como antropónimo y nos lo endosan a todos como si fuésemos sus hijos. A nuestro entender, es un ejercicio de clara identificación ideológica y de perpetuación de la dominación cultural sobre nuestro pueblo. La Gomera es mucho más que una isla donde hizo escala el famoso descubridor y cuantos navegantes y militares arribaron a sus costas. Cuando uno camina por la Avenida de San Sebastián camina desconociendo su pasado y no hay que ser un profundo conocedor de la historia de la humanidad para examinar con imparcialidad este asunto.
Semanas atrás, en este mismo periódico digital, desde el Consistorio capitalino de la isla se afirmaba lo siguiente:
“…el puerto de San Sebastián de La Gomera se convirtió en el Cabo Cañaveral del descubrimiento en los siglos XV, XVI y XVII…”
Y con esa afirmación justificaban la creación de un paseo de la fama con “ilustres” navegantes que acudieron a su bahía en busca de seguridad y aprovisionamiento. Y así, en un rocambolesco ejercicio de distorsión histórica, se compara el emplazamiento del centro operativo de la NASA ubicado en Florida con San Sebastián de La Gomera. Creemos en esa comparativa nada tiene que temer nuestra capital. Conocedores somos de lo que vale lo nuestro. Pero sí conviene hacer una ponderación más que pertinente.
Se nos hace difícil aceptar y establecer una comparativa histórica entre estos dos lugares distantes entre sí por todo un océano físico y social. Cada uno pasará a los anales de la Historia por su contribución al transcurrir de la humanidad, pero con una justificación diametralmente opuesta. Los sucesivos proyectos de exploración espacial de Cabo Cañaveral albergan en su seno ingentes esfuerzos por parte de la comunidad científica internacional por conocer las posibilidades de expansión del ser humano en el espacio. En el futuro veremos si las diferentes naciones aplicarán los mismos patrones imperialistas del pasado por ampliar horizontes a cualquier precio. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de los sucesivos viajes de todos estos navegantes por su carácter claramente expansionista y violento. Ya sabemos que cuando dos civilizaciones se cruzan la peor parte se la lleva la menos avanzada tecnológicamente. La NASA ha documentado más de 1.500 tecnologías que han beneficiado a la humanidad, mejorado la calidad de vida y promovido el bienestar económico. No podemos decir lo mismo de los efectos de la incorporación del continente americano a la soberanía feudal y colonial de Castilla. Sus riquezas contribuyeron a la grandeza imperial de la monarquía hispánica durante siglos mientras sus poblaciones y culturas autóctonas eran diezmadas física y culturalmente. A estas alturas todos sabemos cuál fue el destino de sus habitantes naturales y de los millones de esclavos que serían trasladados después desde el continente africano. Dada la naturaleza de ambos episodios comparados cuesta imaginarse a algunos de estos “ilustres” navegantes expresando aquello de “un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”. Partían de San Sebastián de La Gomera al Nuevo Mundo para implantar el Viejo y detrás de sí dejaban a nuestra isla en plena Edad Media. Aunque algún “príncipe” historiador de esta misma villa aún defienda que gracias a la conquista pudo superar su etapa neolítica la población aborigen de Canarias. ¡Qué pena que no podamos contrastar su punto de vista!
Padecemos en esta isla una historiografía excesivamente deseosa de rememorar los tiempos de la España imperial, más afecta a una visión de los aspectos coloniales de nuestra historia que nuestra conformación como pueblo con unas raíces propias. Son catedráticos burocráticos que de paso han asumido su función de policías culturales, centrando sus esfuerzos en resaltar lo más granado de la nobleza y la oligarquía castellana con una defensa a ultranza de los señores y la exaltación de algunas familias isleñas.
Mucho antes de que llegaran los conquistadores y lo señores feudales a nuestra isla los gomeros ya tenían sus propios caminos. También su propia historia. Vamos a intentar aquí desbrozar ese camino de la historia y, con toda modestia, intentar presentar un nuevo y breve planteamiento de nuestro pasado. Y, de paso, reflejar cuál es la concepción misma de la historia de La Gomera que se ha hecho hasta ahora y la estrecha interconexión con el escenario político que padecemos.
Después de la conquista europea, que empezó en 1402 y terminó en 1496, cada una de las islas vio descender significativamente su población. Para ceñirnos a La Gomera si en época prehistórica poseía algo más de 2.000 habitantes, en 1585 contaba con poco más de 1.000 (concretamente entre 1.012 y 1.138). Se produce la expropiación de sus bienes (aguas, pasto, ganados) y se les expulsa de sus tierras. No se respeta su cultura, considerada inferior. En un ejercicio de rigurosa aculturación se les obliga a que vayan a misa y que incluso fabriquen su cerámica a la moda de Sevilla. Comienza un periodo histórico de largo alcance donde los gomeros son sometidos al yugo feudal de los sucesivos señores de La Gomera.
Numerosos aborígenes fueron vendidos como esclavos, aquí en las islas o en los mercados esclavistas del Mediterráneo tal y como nos ha informado la documentación histórica.
Ya apuntaba hace décadas el profesor Elías Serra Rafols cuál fue el interés que impulsó la empresa de los conquistadores-colonizadores:
“No eran sus chozas y sus cabras las que podían interesar a los aventureros como tampoco a los mercaderes. Los unos como los otros buscaban más bien el ganado humano, que se conseguía aquí más fácilmente, en medio de sus poblaciones que sólo se defendían con piedras y con palos”.
Suele decirse que un ejemplo lo aclara todo. De entre la documentación de la historia canaria que se conservan en los fondos del principal archivo de la Corona de Castilla, el de Simancas, vamos a extraer una carta expedida desde la Corte. La pondremos a modo de prueba documental advirtiendo que, no fue una excepción, como ésta hubo cientos. Y su tenor literal dice lo siguiente:
1490 octubre. Iniciativa a las justicias del reino, para que conozcan en la demanda presentada por Juan Ruiz de Requena, vecino de Córdoba, que reclama a Coronado y Campos, criados de Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernán Peraza, 6750 maravedís que les pagó por un esclavo llamado Miguel.
El frecuente uso que hizo Beatriz de Bobadilla de los gomeros utilizándolos como moneda para comprar un barco, joyas o simplemente para pagar los diezmos eclesiásticos fueron un ejemplo más de esa historia que nos quieren ocultar. Pocos saben en San Sebastián de La Gomera que, fruto de ese brutal señorío, algunos gomeros fueron ahorcados durante varios días del cogollo de las palmeras o de alguna tisera de la torre del Conde como escarmiento por hacer circular presuntamente rumores sobre la señora condesa. Y que tristemente tenemos una calle en nuestra capital que recuerda que esa zona fue conocida como llano de la horca por el motivo que todos sospechamos.
Los que conmemoran aquello, silencian lo que significó. Se atienen a las glorias de la España pretérita con argumentos sonoros y gloriosos, celebran a Colón, al Gran Capitán y a las empresas navales que surcaron nuestras aguas. Y para ello se emplean a fondo algunos reconocidos historiadores de nuestra isla muy apegados a las virtudes del conde con una apasionada defensa del régimen señorial. En toda nuestra historia insular no han faltado candidatos a engrosar la camarilla del señor conde vitoreando la autoridad señorial. En 1690 se produjo una notable rebelión del pueblo gomero ante los abusos y atropellos de las autoridades de la isla. Todavía hoy hay quien desde la historia condena la actitud de rebeldía del pueblo ante las injusticias y en un ejercicio de viaje temporal muestra su adhesión a quienes por aquel entonces proclamaban la consigna: “Viva el conde la Gomera y muera el mal gobierno”.
Para el control caciquil de las instituciones es condición necesaria obstruir la formación de una cultura popular y una conciencia colectiva. Importa tanto la defensa de la posición de poder como su justificación.
Por tanto, cuando llegue el próximo 6 de septiembre la población gomera ha de reflexionar sobre el fondo popular de lo que en ese día se conmemora. ¿Qué significaron esos viajes para las clases humildes y laboriosas de La Gomera?
Les hablamos así a los jóvenes de nuestra isla y de toda Canarias para que tomen conciencia de sí mismos y de su historia, que la estimen y la aprecien. Porque es más fácil que una generación penetre en el espíritu de otra ya remotamente extinguida de las que nos quedan heroicos ejemplos de superación y valor, que entendernos con la actual donde se perpetúan los remanentes de una ideología caciquil y colonialista. Creemos honestamente que es hora ya de que el pueblo gomero rompa su silencio.
Autor: Rayco Rodríguez Trujillo. Licenciado en Historia. Centro de Estudios e Investigaciones Oroja (CEIO).
NOTAS:
https://lab.elmundo.es/hombre-en-la-luna/carrera-espacial.html
BIBLIOGRAFÍA:
Aznar Vallejo, Eduardo: Documentos Canarios en el Registro del Sello (1476-1517). Instituto de Estudios Canarios, 1981
Cioranescu, A: Una amiga de Cristóbal Colón. Doña Beatriz de Bobadilla, Santa Cruz de Tenerife, 1989.
Darias Padrón, D. V.: Los condes de La Gomera, Idea, Santa Cruz de Tenerife. (2004)
Darias Príncipe, Alberto: La arquitectura religiosa del siglo XVI en Canarias: Propuestas a considerar. Anuario de Estudios Atlánticos, 2014.
Díaz Padilla, G. y Rodríguez Yanes, J. M. (1990): El señorío en las canarias occidentales. La Gomera y El Hierro hasta 1700, Cabildo Insular de El Hierro y Cabildo Insular de La Gomera, Santa Cruz de Tenerife.
Rodríguez Yanes, José Miguel: El motín gomero de 1690. Anuario del Archivo Histórico de Fuerteventura. Tebeto VI.
Santana Godoy J.R.: Crisis económicas y conflictos sociales en Canarias (1660-1740), en A. Millares Torres: Historia General de las islas Canarias, reed. De 1977, t. IV.
LA REBELIÓN DE LOS GOMEROS: LA PERVIVENCIA DEL GUANCHE. Ediciones del Centro de Estudios Amistad y Solidaridad entre los pueblos de África <Amílcar Cabral> 1985.
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