José Cubeiro, jefe y coordinador del equipo de expertos que manejan el Liropus 2000, el robot submarino con el que está equipado el buque oceanográfico Ángeles Alvariño, ha reconocido que las posibilidades de encontrar a Anna y Tomás Gimeno son «cada vez menores», pero asegura que seguirán intentándolo hasta que el robot diga ‘basta’.
En una entrevista en ‘Herrera en COPE’, recogida por Europa Press, José Cubeiro ha explicado que en estos momentos continúan rastreando la zona que está marcando la Guardia Civil. Admite que es una situación «compleja» por «la inmensidad del mar» y desconoce el tiempo que van a seguir buscando los restos de Anna y su padre, aunque asegura que lo seguirán intentando.
No obstante, desconfía «muchísimo» de que se pueda encontrar a Anna, toda vez que al salirse de la bolsa «las posibilidades de recuperar un cuerpo de una niña tan pequeña y en el mar son muy difíciles». «La localización de las bolsas con el ancla es relativamente fácil porque es un objeto detectable y se puede localizar, pero recuperar un cuerpo sin ningún indicio de señales es muy, muy difícil».
Pese a la dificultad, Cubeiro deja claro que nunca se dan por vencidos; sin embargo, también reconoce que ya han peinado muchas zonas y las posibilidades de encontrar algo más son remotas porque «nadie sabe exactamente dónde se pueden localizar los cuerpos que faltan. La verdad es que es complejo», apostilla.
El Ángeles Alvariño cumplirá el próximo 31 de junio justo un mes desde que inició las labores de rastreo en aguas de Tenerife para localizar a Anna, Olivia y Tomás, lo que ha provocado la cancelación de contratos que había comprometidos con el Liropus 2000.
José Cubeiro ha explicado que este robot es un vehículo del Instituto Español de Oceanografía (IEO), organismo que «se ha empeñado en ayudar a localizar estos cuerpos para poder resolver la situación», pues «hay un compromiso muy fuerte por parte de todos los que estamos involucrados en las labores de búsqueda».
Durante esos trabajos, el pasado 10 de junio el robot submarino halla el cuerpo sin vida de Olivia, la mayor de las niñas, a 1.000 metros de profundidad. José Cubeiro recuerda cómo vivieron ese momento. «Todos lo pasamos mal en estas situaciones. Realmente, es una situación muy difícil, pero no queda otro remedio que hacerlo».
Beatriz, la madre de las niñas, ha agradecido en una carta todo el trabajo que lleva desarrollando el buque oceanográfico. «Agradecemos esa carta y estamos bastante emocionados porque es una situación realmente inimaginable que puedan ocurrir estas cosas», afirma Cubeiro, quien asegura que han hecho todo lo que ha estado en sus manos.
«Hemos buscado y empleado todos los medios que hemos tenido, las horas que han sido necesarias y lamentablemente sólo hemos podido recuperar a Olivia. Nos hubiera gustado recuperar a las dos niñas, al menos para que pudieran descansar y su madre supiera dónde están», señala.
José Cubeiro admite que probablemente es una de las situaciones «más desagradables» que han vivido, pero muestra su satisfacción por, al menos, haber encontrado a Olivia. «Imagínese que no hubiera aparecido ninguna de las niñas. Tiene que ser tremenda la incertidumbre de no saber si están en el fondo del mar, han desaparecido, están en otro lado… Debe ser muy difícil de llevar», asevera.
El Liropus 2000 lleva más de 600 horas a entre 1.000 y 1.600 metros de profundidad y se ha llegado a decir que está al borde de sus posibilidades. A este respecto, José Cubeiro ha indicado que el fondo del mar es «muy agresivo» y la sal «hace sus estragos», a lo que hay que sumar que el Liropus 2000 no ha hecho prácticamente paradas, lo que hace que esté «al borde del colapso». «Son múltiples detalles y cosas que están pasando pero nosotros continuaremos hasta que no se pueda más e intentaremos estar el tiempo que sea necesario», aseguró.