Por Benjamín Trujillo.– Últimos días de julio, agosto ya está ahí, centro del verano, tiempo oficial de vacaciones. Pantalones cortos, gorras y sombreros, cholas y cholas, shorts, batitas ligeras y olor a cremas protectoras y bronceadoras.
Casi toda mi vida la palabra vacaciones tuvo que ver con sueños que surgieron de mis lecturas. Con grandes estancias en la campiña inglesa, o las costas del sur de Gales, los lagos suizos, las riberas del mar Negro, las islas griegas o el sur de Francia. Varios meses, llenos de familia y amigos, aventuras únicas, muchachas rubias y pecosas, cestas de excursión y bicicletas. Sueños solo sueños. Nunca tuve un tiempo así.
Desde hace bastantes años La Gomera toda es un destino turístico, con notables diferencias entre los pueblos costeros del sur, Valle Gran Rey y Playa Santiago y el resto. Los del norte y los de medianías interiores, con más o menos fortuna, tienen turismo rural, La Villa es un destino vacacional puro, con visitantes de verano que en su mayoría tienen relaciones familiares con los que vivimos aquí.
Es complicado vivir todo el año en el sitio al que otros van de vacaciones, el lugar que mitifican o critican según el momento y la audiencia. A veces hablan de la playa maravillas y al momento, como si se arrepintieran o para demostrar que conocen otros sitios y otras playas, hablan de las excelencias de playas de Tenerife o Lanzarote, que no estoy seguro de que ni siquiera hayan estado alguna vez. Lo mismo con los restaurantes, los alaban un momentito y a continuación comentan lo que creen que son carencias y lo riquísimo que están las costillas en ese sitio del Socorro o el puchero en la Cruz Santa.
A estas alturas de la historia, en el siglo XXI, aunque igual fue siempre así, las vacaciones y los viajes tienen poco que ver con la experiencia personal, con el viaje interior que se produce y más con la exhibición y la presunción de lo que vi. Las fotos con el móvil son más importantes que contemplar y disfrutar en el instante exacto lo que tenemos delante.
A veces es complicado satisfacer o simplemente responder a las preguntas que te hacen los veraneantes, familiares o conocidos: ¿dónde puedo conseguir una bisagra bifásica, híbrida y sostenible?¿cómo? Emprenden los proyectos de bricolaje más extraordinarios del mundo mundial y después del interrogatorio siempre se llega a la misma conclusión: en Leroy Merlín si que lo tienen.
Su interés por las obras es superior si cabe, al de los jubilados, critican la limpieza(casi siempre con razón), analizan la atención sanitaria, el dinero que se invierte en la isla y el que vive en la península, sin ningún pudor, tiene esa falsa condición de residente que le permite los descuentos en los viajes. Ahora se quejan de que es más difícil obtenerlo.
En fin, tampoco es tan malo. Te sirven para recordar a algunos personajes de tu niñez que tenías olvidados, para valorar mejor algunos lugares de la isla menos conocidos y que les recomiendas para ser original y dejar un poco de lado los tópicos, para sentir el cariño o el amor instintivo con la familia.
Bueno, estas son algunas de las dificultades de vivir en un sitio donde la gente viene a veranear. Siempre presumo de mi placer en invierno, cuando no están, cuando todo es más vacío.
Este año seguiré sin poder disfrutar del té en la campiña inglesa, o de un atardecer en el mar negro y comeré-judías negras y arroz- en Los Chochos en Agulo y en Inta y algún día iré a Imada a visitar a Arcilia y comeré con gusto sus croquetas, su potaje y su carne cabra, porque ya no hace papas fritas y huevos-una pena-
Incluso algún día iré a la playa.
Nos volvemos a encontrar el primer viernes de septiembre porque a partir de hoy, estoy de vacaciones.
Benjamín Trujillo
btrujilloascanio@gmail.com
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