Hace un tiempo me contaba un amigo que cuando un canario está fuera de las islas durante mucho tiempo y escucha sonar una folía se le encoge el corazón. Y es verdad. Lo mismo que ocurre cuando escucha hablar a alguien con el acento de esta tierra. Cuando llevamos mucho tiempo fuera nos emociona encontrarnos con un pedazo de lo que sentimos nuestro.
De la misma forma, cuando alguna de las islas padece un acontecimiento extraordinario es cuando de verdad se descubre que somos y nos sentimos parte de una misma familia. Eso que llamamos pueblo. Y todas las islas han padecido, en algún momento de su vida, alguna adversidad. Hace muy poco vivimos la erupción de un volcán en El Hierro que tuvo en vilo a pescadores y familias durante muchas semanas. Y hace ya muchos años, La Gomera vivió un incendio devastador que se llevó las vidas de algunas personas queridas, que seguimos recordando con dolor.
Con el volcán que ha surgido en Cumbre Vieja, en La Palma, ha brotado una solidaridad incontenible, mucho más poderosa incluso que la lava que surge de las entrañas de la tierra. Frente al poder de la naturaleza se puede hacer muy poco. Pero todo lo que se puede hacer se ha hecho en este caso. Este Gobierno de Canarias se ha forjado en la adversidad. Ha hecho músculo afrontando unas calamidades que jamás nos había tocado padecer. Y en los momentos más oscuros se ha hecho justo lo que había que hacer: con determinación, con prudencia y con firmeza.
Canarias cuenta hoy con el asesoramiento de expertos y científicos de nivel internacional. En algunos campos, incluso, son referentes mundiales. Es decir, que tenemos aquí a los mejores. Y esa presencia aporta conocimiento a la hora de determinar el alcance de los fenómenos a los que nos tenemos que enfrentar. En el caso del volcán de La Palma, desde antes de su nacimiento se estaba en la vigilancia de su evolución y se empezaron a adoptar medidas preventivas horas antes de que se abriera la primera boca por la que surgió la lava.
Es cierto que, además, hemos tenido suerte. Pero como decía un famoso personaje, es conveniente que cuando llegue la suerte te encuentre trabajando. La evacuación de las familias del posible curso de las coladas de lava, la creación de un perímetro de seguridad en torno al volcán, el despliegue de medios materiales y humanos para atender a los miles de desplazados y la información exhaustiva a los ciudadanos de las medidas de autoprotección han sido absolutamente ejemplares. El volcán, como todas las fuerzas de la naturaleza, aún no ha dicho su última palabra. Y ahora lo que toca es seguir en alerta y vigilantes evitando daños personales.
La Agrupación Socialista Gomera es miembro del pacto del actual Gobierno. Y como representantes de una isla no capitalina, de una isla que ha padecido también los efectos del desastre, nos sentimos especialmente cercanos a La Palma. Y por eso estamos en condiciones de asegurar que nos ocuparemos, con todas nuestras fuerzas y toda nuestra capacidad, de que lleguen las ayudas a los afectados por el volcán.
Porque es evidente que con la pérdida de centenares de viviendas se han ido innumerables recuerdos y se han truncado las vidas de muchas familias que ahora esperan una respuesta desde lo público para, al menos, tener un techo digno en el que vivir. En este camino estamos articulando medidas para hacer frente a esta crisis, que afecta también a infraestructuras públicas vitales como carreteras o centros educativos. Sin olvidar el impacto en áreas de cultivo de la comarca oeste de La Palma.
Es muy cierto, como algunos advierten, que cuando pasa el tiempo y decae la atención informativa, la atención de los poderes públicos y de la sociedad se dirige a otras cuestiones. Es lo normal y lo humano. Es imposible que se mantenga el despliegue y el desgaste emocional y social que estamos viviendo hoy con el volcán. Pero lo que no va a desaparecer es el compromiso con las familias que lo han perdido todo y que tendrán que rehacer sus vidas.
Lo digo hoy y aquí, para que quede por escrito. Nosotros no les vamos a olvidar. Y nos ocuparemos, si fuera necesario, de que nadie lo haga. Las familias de La Palma que han sido castigadas por el volcán nos tendrán incondicionalmente de su lado. Cuando el volcán ya sea historia y todo el mundo se haya marchado, nosotros, los de las Islas Verdes, seguiremos aquí, hombro con hombro, trabajando por los que más necesitan nuestra ayuda. Y estoy seguro de que todos y cada uno de los canarios siente lo mismo.