El presidente Pedro Sánchez ha dicho esta semana una de esas verdades evidentes ante las que no cabe más que coincidir. Ha defendido la necesidad de descentralizar instituciones comunes, con sede histórica en Madrid, y trasladarlas a otras regiones para fomentar así una mayor cohesión territorial y luchar contra la despoblación de la España vaciada.
Lo que ha dicho el presidente de España es exactamente lo que en la Agrupación Socialista Gomera hemos mantenido desde el mismo momento de nuestro nacimiento político. Estamos cansados de un centralismo geopolítico egoísta y acaparador que se otorga a sí mismo todo el poder y todos los privilegios. Un centralismo que es un insulto al principio de equidad y que se ha convertido en un sistema que perpetúa el desequilibrio y la desigualdad.
Sánchez ha hablado de «desconcentración» de muchas instituciones públicas. Ya se han empezado a dar pequeños pasos. El Gobierno tiene previsto ubicar en Soria, en 2024, el nuevo Centro de Procesamientos de Datos (CPD) de la Seguridad Social. No se trata solo del impacto de crear medio centenar de empleos directos y una inversión de sesenta millones de euros: es el propósito de repartir la actividad y la vida económica de forma más equitativa. Una manera útil de vertebrar el país y paliar la tensión territorial entre la España poblada y rica y la despoblada y pobre.
En Canarias, con la dictadura, se crearon dos polos de desarrollo en torno a las dos grandes áreas urbanas de las capitales. El cinturón poblacional que rodea Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife está lleno de barrios que se formaron con la agregación de habitantes de otras islas o del interior de las propias islas “capitalinas”. Familias humildes que se desarraigaron para acercarse hasta donde estaba el trabajo y el futuro para ellos y para sus hijos.
La autonomía y la democracia no han sido capaces de corregir esa perversa masificación poblacional. Antes, al contrario, la ha fomentado. El reparto de sedes e instituciones autonómicas se produjo de forma casi exclusiva entre las dos capitales de Canarias. Más de cien mil funcionarios, de todas las administraciones, trabajan y residen, mayoritariamente, en estas dos urbes, generando vida y riqueza.
Las dos islas capitalinas acumulan los grandes centros hospitalarios con el mejor y más moderno equipamiento, las dos universidades y centros de formación profesional, los grandes aeropuertos y puertos y las sedes de las principales empresas. Son el centro redistribuidor de mercancías y el nudo de todas las redes de comunicación regional. Son el ombligo sobre el que todo gira y del que todo depende.
La descentralización de las instituciones es una manera de mejorar la cohesión territorial. Lo defienden muchos presidentes autonómicos. ¿Por qué el Instituto Español de Oceanografía no está en una ciudad junto al mar? ¿Por qué Turespaña no está en una comunidad con vocación turística? ¿No tiene sentido que una administración portuaria esté en una capital marítima? Me pregunto, por ejemplo, si no sería coherente que el área de agricultura de Canarias estuviese en La Palma o que la de Turismo se ubicara en Lanzarote.
¿Por qué no? ¿Cuáles son las razones para que no sea así? Los argumentos de los costos económicos no tienen sentido en un siglo donde las comunicaciones y las redes nos permiten interactuar desde cualquier lugar. Y sería una hipocresía manejar estos argumentos contra la distribución en siete islas cuando no se han manejado jamás contra la división en dos.
Es más, afirmo que repartir entre todas las islas las instituciones de la Comunidad Autónoma de Canarias podría solucionar, indirectamente, uno de los pecados originales de esta región: la creación de una estructura autonómica duplicada en cada una de esas dos grandes capitales que pugnan por acumular el máximo poder.
Descentralizar la administración promovería una estructura más racional y eficiente e impulsaría el despegue económico de islas que han sido históricamente postergadas. Refundaría nuestra autonomía desde principios de igualdad. Y haría sentirse a todos los canarios habitantes de una Autonomía que tiene asentado su poder en cada una de sus islas.
Es la descentralización que proponemos para Canarias. Porque estamos en un nuevo tiempo de justicia y porque debemos y podemos cambiar los errores del pasado. Lo mismo que defiende Pedro Sánchez para España.