Una de las coladas de lava que emerge de la erupción volcánica de Cumbre Vieja, en La Palma, la número siete, se encuentra a 86 metros del mar mientras que otra, la número tres, ha ocasionado en su avance nuevos daños en edificaciones.
El director técnico de Plan de Prevención de Riesgo Volcánico, Miguel Ángel Morcuende, y la directora en Canarias del Instituto Geográfico Nacional, María José Blanco, han explicado la evolución de las diferentes coladas, que han destruido a su paso 2.183 edificaciones y 113 se encuentra en riesgo.
Esta colada se ha movido en las últimas horas a unos 20 metros por hora y está en una zona intermedia de la zona afectada en dirección a Puerto Naos, pero a bastante distancia de este núcleo turístico, evacuado desde que comenzó la erupción.
Respecto a la colada número ocho, la que afecta al barrio de La Laguna, el director técnico del Pevolca ha indicado que aunque se encuentra parada desde hace días, es imposible que los vecinos evacuados puedan volver a sus casas ya que “pende de un hilo” la posibilidad de que reciba nuevos aportes magmáticos.
Sobre la llegada al mar de la colada número siete, Morcuende ha señalado que no se sabe cuándo se producirá, pero ha subrayado que ya está preparado el operativo para avisar a los vecinos de barrios de Tazacorte que deberán hacer confinamiento por la previsible emisión de ácido clorhídrico.
Los avisos a la población por la calidad del aire se ha convertido en una de las prioridades del Pevolca en los últimos días, y está preparando un sistema de semáforos con medidas específicas de protección para facilitar la comprensión de las distintas alertas.
En los últimos dos días la presencia de dióxido de azufre ha superado los umbrales de aviso en episodios registrados en la estación de Puntagorda, municipio situado al norte de Tazacorte, El Paso y Los Llanos de Aridane y más alejado del volcán, una situación para la que el Pevolca aún busca explicación.
El miércoles, el umbral de dióxido de azufre se superó en tres ocasiones entre las 9 y las 11 horas y también se superó el valor límite diario, aunque este jueves la tendencia es a la baja, al igual que en el resto de estaciones medidoras.
En todo caso, al menos durante las próximas 36 a 48 horas se prevé que el viento siga soplando desde el norte, lo que aleja y dispersa el penacho de cenizas hacia el suroeste y el oeste, situación favorable para la operatividad del aeropuerto.
La altura de la columna de gases y cenizas ha alcanzado en las últimas horas los 2.600 metros y la emisión diaria de dióxido de azufre ha bajado por cuarto día consecutivo, hasta las 16.350 toneladas diarias, aunque sigue siendo alta.
En los próximos días se espera un nuevo debilitamiento del alisio y una entrada de aire continental desde el Sahara que podría repercutir en la calidad del aire por la mayor presencia de partículas en suspensión.
La sismicidad, según el informe diario del Pevolca, se mantiene en los mismos parámetros que en días anteriores,, con temblores en profundidades medias (de 10 a 15 kilómetros) y altas (más de 20) y magnitudes en torno a 3,5, con la mayor de 4,8 en capas profundas, e intensidades de hasta cuatro.
La deformación del terreno registrada hace dos días en la estación geodésica más cercana al centro emisor ha revertido completamente y en el resto de estaciones no hay deformaciones, en todo caso deflaciones.
María José Blanco dijo que no hay consenso sobre la causa de esa deformación de diez centímetros, un “fenómeno peculiar” puesto que fue muy local y superficial, solo se registró en una estación, y apuntó a que puede tener que ver con que esas mediciones se realizan justo al lado o encima del sistema que alimenta de magma al volcán.
El director del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende, detalló que la superficie cubierta por la lava es de 905,46 hectáreas, 20,48 hectáreas más en 24 horas, y, según datos del catastro hay 1.293 edificaciones destruidas, dos más, de las cuales 1.039 son de uso residencial, 136 de uso agrícola, 64 de uso industrial, 29 de ocio y hostelería, 11 de uso público y 14 de otros usos.
El sistema de satélites europeo Copernicus aumenta la cifra de edificaciones destruidas a 2.183, mientras que otras 113 están en riesgo, hasta un total de 2.296 construcciones afectadas.
De los más de 7.000 evacuados por el avance de la lava, hay 458 albergados en hoteles, cuatro más que la víspera, y 44 personas dependientes han sido alojadas en centros sociosanitarios.