Como dijo aquel gran defensor de la gente humilde que se llamaba Jesucristo, “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Y al hilo de esa frase cabe decir que al Parlamento de Canarias se le debe exigir que sea aquello para lo que fue creado: una cámara legislativa que aprueba leyes para el progreso de las islas y que debate los grandes asuntos que nos conciernen a todos.
Esta semana se ha celebrado un debate sobre el estado en que se encuentra nuestra tierra, especialmente centrado en las cosas que ha hecho el Gobierno en el último año. Y los miembros de la cámara regional han expresado sus opiniones, a veces críticas, sobre los graves problemas que venimos padeciendo. Esa es su función. Y corresponde a los gobernantes reflexionar sobre lo que se ha escuchado y actuar en consecuencia.
Soy de los que piensa que jamás hemos tenido un mejor gobierno para un peor tiempo. Porque lo que han vivido nuestras islas es difícil de concebir, si no lo hubiéramos padecido todos. Cuando apenas estábamos saliendo de la primera crisis económica de 2008 llegó el coronavirus y el turismo desapareció de la noche a la mañana. Se dice rápido: diez mil millones se esfumaron hace dos años dejando a nuestra tierra en la pobreza absoluta. Y cuando empezábamos a remontar, llegaron los efectos de la inflación, el volcán que asoló La Palma y la guerra de Ucrania.
Gobernar en estas condiciones es terrible. Porque no tienes capacidad para influir sobre lo que está causando problemas entre tu gente. Y a pesar de eso, el Gobierno del pacto progresista de Canarias se ha multiplicado en todos los frentes en donde se requería su auxilio, especialmente en el de aquellas familias que estaban más afectadas por la pobreza. Hemos ayudado a los autónomos y pequeñas empresas a seguir vivos, a través de créditos, Ertes y ayudas directas. Hemos aumentado los fondos destinados al área de ayudas sociales. Y nos hemos puesto al frente de los problemas sin rehuir ninguno, aumentando los recursos destinados a la Sanidad y la Educación pública.
¿Ha sido bastante? Eso deben juzgarlo los ciudadanos. Pero lo que sí tengo por seguro es que se ha realizado el máximo esfuerzo. Y a pesar de ello me consta que existen miles de personas que se encuentran en una situación de extrema dificultad en nuestras islas. Y por eso estamos muy lejos de la satisfacción. Porque no cabe estar satisfecho cuando existen aún tantas necesidades.
Este año, a pesar de todo, puede ser el año en el que empecemos a subir de nuevo el primer peldaño de la escalera de la prosperidad perdida. Las previsiones para el turismo nos dicen que Canarias puede recuperar buena parte de los clientes que se llevó la pandemia. Y como hemos sabido mantener vivo a nuestro tejido productivo, estamos preparados para encender de nuevo los motores del sector más importante de la economía canaria.
Lo que me preocupa y escapa a nuestras competencias es el efecto de empobrecimiento que está teniendo la inflación, el aumento del precio de los combustibles, la energía y el encarecimiento del transporte. Porque somos islas y casi todo viene de fuera. Y porque esos sobrecostes están afectando especialmente a las islas no capitalinas que ya venían castigadas. Desde Agrupación Socialista Gomera hemos elevado al Gobierno esta preocupación por islas que son mucho más vulnerables ante este tipo de adversidades, porque carecen de economías de escala y porque es en ellas donde más se nota la caída del poder adquisitivo de los salarios.
Pienso, a título personal, que el Gobierno de Canarias, sin renunciar a la transformación y modernización de nuestra economía, debe mantenerse alerta. Vivimos en tiempos líquidos, donde casi cualquier cosa es posible, y si se produce un cambio de escenario, el Gobierno tendrá que actuar en consecuencia. Es entonces y solo entonces cuando tendremos que reflexionar sobre qué medidas debemos tomar y a quiénes tendremos que volver a echar una mano.