Sin duda, por Tenerife vale la pena luchar, sin descanso, todos los días, no sólo cuando llegan las elecciones. Es lo que tiene valor y muchas veces maliciosa incomprensión, que de eso sabemos mucho, por los reproches que alguna vez se nos dirigen, llamándonos insularistas, en plan peyorativo, mientras otros, los que ahora hablan demasiado, sólo por motivos electorales, tienen permanentemente la cabeza y la lengua muy cubiertas, para no decir nada, en el famoso “silencio sonoro”, que tanto resuena en nuestra isla, es decir, de los que tendrían que levantar la voz, pero no lo hacen, por cobardía, intereses personales o por estar ocupados en potenciar otra isla. Ya están calentando motores, las maquinarias electorales de todos los partidos políticos, para las próximas elecciones del año que viene y de repente, como arte de magia, se acuerdan de la isla, sus necesidades y las demandas históricas que reclama y que nadie ha satisfecho. Es como un resplandor divino que han recibido, para darse cuenta de que Tenerife existe o más bien, mal subsiste.
Ha estado olvidada por la mayoría de los políticos gobernantes, desde hace cuatro décadas, que han mirado y actuado en las demás islas con total desparpajo, rapidez y constancia, dejando a la nuestra desangelada. Ya comenzamos con las mismas monsergas de siempre, las sabemos de memoria, es más, son las mismas cada cuatro años. Así como los métodos y patrañas propagandísticas, que ya no engañan a nadie, porque sólo ellos mismos se las creen, en su infinita inocencia, porque sabemos de sobra, que después no se cumplen. La experiencia y la historia lo demuestran. Menos hablar y más hacer. Menos fotos y más trabajo. Menos discursos folclóricos y más ejecución de obra pública e infraestructuras.
Dignidad para Tenerife, es lo que solicitamos, porque es una isla para crecer. Seguimos colapsados, estancados, paralizados en nuestras carreteras, insuficientes, viejas e inseguras. Colas permanentes, productividad de las empresas pérdidas sobre el asfalto, inquietud, nerviosismo y enfado ciudadano, desvertebración territorial, siendo la tormenta perfecta, para enviar a los políticos a donde todos sabemos y que por educación no escribimos. Hay que construir el Puerto de Fonsalía y salen los noistas de siempre, más los nuevos políticos lechuga que nos están creciendo, que se apuntan obedientes, como a una secta, al ecologismo de acampadas, denuncias ante Europa, subidas turísticas a grúas de construcción o a tocar la flauta con el perro sentado cerquita. Puro postureo, buscando denodadamente un voto, que nunca obtendrán.
La Terminal del Aeropuerto del Sur, sigue siendo cochambrosa, indigna de un destino turístico de primer orden, no sólo nacional, sino global. Años solicitando su modernización y como respuesta, el desprecio de AENA hacia Tenerife y lo que es más sangrante, la aquiescencia de los políticos locales, obedientes, medrosos, sin capacidad de reaccionar y posicionarse con fortaleza ante la empresa pública estatal. Ya no digamos del retraso imperdonable, que llevamos en la construcción de la Planta Hidráulica de bombeo, a todas luces imprescindible, para asegurar el crecimiento económico de la isla. Sobre todo, haciendo una comparativa con Chira-Soria en Gran Canaria. Del tren es mejor no hablar, por la desventura que tiene Tenerife, con políticos que anteponen sus intereses ideológicos o partidistas, al bienestar del conjunto de la sociedad. Lo mismo de siempre, en la isla hermana de enfrente, todos los partidos políticos y la sociedad civil, unánimes en su construcción, aquí un puro gallinero, dicho con todo respeto o como el ejercito de Pancho Villa en México, que cada uno disparaba para un sitio diferente.
Pero todos tranquilos, que ahora vamos a tener un año y medio de promesas, cada cual más pintoresca, que van a pintar a nuestra isla. Otra cosa es que quede bonita.