El papa Francisco ha reconocido las «virtudes heroicas», que suponen el primer paso en el proceso de beatificación, del sacerdote español José Torres Padilla, cofundador de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, nacido en 1811 en San Sebastián de La Gomera y fallecido en 1878 en Sevilla, según informó este sábado la Santa Sede.
Francisco aprobó el decreto que reconoce esas virtudes durante una audiencia celebrada este sábado con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. La noticia ha sido confirmada por el Arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, en su cuenta oficial de Twitter, con un breve mensaje informativo junto a una imagen del Padre.
Torres Padilla se crió en el seno de una familia muy religiosa, estudió en las Universidades de La Laguna y Valencia, y en 1834 llegó a Sevilla para ofrecer su primera misa dos años después.
Fue catedrático del Seminario de Sevilla, consultor del Concilio Vaticano I y canónigo de la Catedral. Desde 1883 sus restos descansan en la cripta de la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz, frente a la sepultura donde estuvieron enterradas Santa Ángela y Santa María de la Purísima hasta que fueron beatificadas.
En cuanto a su proceso de canonización, comenzó en mayo de 2012 cuando la Asamblea Ordinaria de los Obispos del Sur de España dio su aprobación para la apertura de su Causa de Canonización. El siguiente paso se dio en la Parroquia del Sagrario de la Catedral de Sevilla donde el entonces arzobispo, Juan José Asenjo, abrió el proceso de beatificación y canonización el 5 de mayo de 2014. Esta sesión de apertura contó con la presencia de las Hermanas de la Cruz y la asistencia de fieles procedentes de Andalucía y de Canarias y en ella se nombró la comisión delegada que interviene en la instrucción de la causa, que ayer dio un paso más.
En la Iglesia Católica, para ser canonizado es necesario superar varias etapas: la primera de ellas es el reconocimiento por parte del pontífice de sus virtudes heroicas, con el que el difunto pasa a ser considerado Venerable Siervo de Dios. Después, el venerable puede ser beatificado, cuando se certifique que se ha producido un milagro debido a su intercesión, y canonizado (declarado santo), cuando se haya producido un segundo milagro, que tiene que ocurrir después de ser proclamado beato.