Hay un pájaro, el cuco, que se ha especializado en dejar sus huevos en nidos ajenos. De esa manera se aprovecha del esfuerzo o del talento de los demás. En la vida también hay cucos. Es cosa muy sabida que hay gente que quiere ser el novio en la boda, el niño en el bautizo y hasta el muerto en el funeral.
Permítanme que les lea un párrafo de la intervención que hice como portavoz de Agrupación Socialista Gomera en la investidura del año 2015. “La gran concentración poblacional en dos islas de Canarias ha provocado siempre una tendencia a la concentración de recursos” (…) “Concentrar recursos en donde existe más población y más infraestructuras produce de forma inexorable un efecto llamada de nueva población, que quiere disfrutar de mejores servicios. Las políticas más sensatas recomiendan diversificar los incentivos para una distribución racional de los núcleos poblados, para evitar acumulaciones urbanas y saturaciones poblacionales”.
Llevamos muchos años denunciando la desigual construcción poblacional de Canarias. Muchos años demandando atención al despoblamiento de algunas islas y al crecimiento exagerado de otras. Y es ahora que algunos han aterrizado en esta evidencia que es un clamor. Y no solo han aterrizado, sino que parece que llevaban ahí toda la vida, lo que no es verdad. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. Nos alegramos y mucho de que esta evidencia haya calado en la política de las islas.
Un territorio limitado no puede crecer poblacionalmente de forma irracional e ilimitada. Hay zonas en el mundo, densamente pobladas, que son capaces de sostener la vida de las personas que viven allí. Paraísos fiscales, nodos comerciales portuarios… No es el caso de Canarias. Desde hace ya muchos años padecemos los síntomas de una situación insostenible: insuficiencia de viviendas disponibles, un excedente crónico de mano de obra, colapso en los servicios o en las comunicaciones o impacto en el medio ambiente por el crecimiento incontrolado de zonas residenciales sin suficientes dotaciones.
Cuando hablamos de la sostenibilidad de Canarias también debemos hablar de la población. No solo porque la presión demográfica causa un impacto inevitable en el medio ambiente, sino desde el punto de vista de una economía capaz de sostener con dignidad a la sociedad a la que sirve.
Es obvio que la población en Canarias está muy mal distribuida. Las dos grandes áreas metropolitanas de las dos islas capitalinas han atraído en las últimas décadas a decenas de miles de nuevos habitantes. Y es obvio que no ha sido por casualidad. Es allí donde están los mejores servicios públicos, la mejor sanidad, la mejor educación y las mayores oportunidades de trabajo. Es allí donde están las sedes administrativas donde trabajan miles de empleados públicos. Es allí y en las zonas turísticas, donde está la riqueza. Y por lo tanto es allí donde se está atrayendo a la población.
Para compensar ese desequilibrio hay que apostar por la descentralización. Por estimular un desarrollo inteligente de las zonas y las islas que no han disfrutado del despegue de la economía ni han padecido sus consecuencias. Como ya he dicho muchas veces, se entiende muy mal que las sedes de las instituciones de Canarias estén exclusivamente en dos islas.
Pero no será, a estas alturas, un reparto justo de la influencia institucional la que cambie Canarias. Es demasiado tarde y se ha hecho demasiado mal. Es el crecimiento y la economía privada la que puede transformar las sociedades.
Mientras Canarias debe establecer mecanismos de frenado y de control del deterioro medioambiental que ha causado la superpoblación, las Islas Verdes tenemos que hacer todo lo contrario: crecer de forma sostenible y dar oportunidades de progreso a quienes viven en ellas. Necesitamos, por lo tanto, medidas especiales que fomenten nuestro desarrollo porque padecemos una situación completamente diferente a la del resto de Canarias. Somos, realmente, el anverso de las islas superpobladas y masificadas. Y una misma medicina no trata dos patologías diferentes.