Uno de los grandes problemas de los municipios de Canarias y de muchas zonas de España, en este tiempo que nos tocó vivir, es la despoblación de parte de nuestro territorio. Sus causas y sus consecuencias se entremezclan en un círculo vicioso que puede acabar con nuestro futuro. Lo sabemos y se habla mucho, pero hacemos poco, por no decir nada. La raíz fundamental del problema es el reemplazo generacional y en unos años, cuando, los que ahora tenemos entre 40 y 60 comencemos a jubilarnos, el problema se agravará y podría suponer un verdadero cataclismo. Debemos contener la tasa de dependencia como sea y para ello el capital humano con intenciones de arraigarse en cualquier municipio de La Gomera debe tener perspectivas limpias y despejadas.
¿Qué se puede hacer? Primero, dejar de mirar a la “otra Administración” como al hermano mayor que tiene la culpa de todo. No he visto ni un ápice de autocrítica en los que ostentamos y han ostentado responsabilidad política. Es verdad que las zonas más pobladas tienen mucha más inversión y, por ende, mejores servicios y más recursos. Es verdad que (por ejemplo en Canarias) sería necesario que el legislador de turno se tome en serio el nuevo (ya viejo sin haber nacido de lo manido que está) sistema de financiación y que se equilibren los pesos poblacionales con otros criterios de justicia como los costes fijos de los servicios prestados. También es verdad que la doble insularidad, las energías y ciertos tributos se mueven siempre a la contra de los pequeños territorios.
Pero siendo todo eso verdad, ¿para cuándo la proactividad?, ¿para cuándo dejaremos de echar la culpa a la administración superior? ¿por qué no dejamos de quejarnos de la burocracia y nos hacemos más eficientes? Leyes, leyes y más leyes repiten algunos como un mantra sobre el que excusar su inoperancia. Supongo que para algunos dirigentes (torticeros o directamente ignorantes) estaría mejor no tener leyes y que cada mandatario obre de manera arbitraria y a su antojo. Les recuerdo que las leyes son la seguridad jurídica de los ciudadanos.
Pero vamos al tema. Yo me pregunto: ¿todo se ha hecho bien por parte de los gestores políticos?, ¿estos años atrás el dinero ha ido a parar donde tenía que haber ido?, han llegado desde los noventa algunos euros de Europa (¡poca cosa, unos miles de millones!) y ¿todo se ha invertido eficientemente? A las tres preguntas, no.
‘No’ es la respuesta porque si algo, o bastante, se hubiera hecho bien no estaríamos hablando de la gravedad de esta situación. Esto sirve para toda Canarias y España, pero hablemos de lo nuestro, La Gomera.
No hemos hecho ninguna inversión que sea atractiva para los jóvenes, y, si se ha hecho se ha quedado ahí, en hacerla. No hemos fomentado el arraigo a la tierra. No hemos promocionado (eficientemente) la salida de productos agropecuarios y una agricultura y ganadería moderna de verdad. Las ayudas al turismo y al desarrollo rural van y vienen. Las administraciones ayudan a nuestra juventud para salir, estudiar y formarse, pero no para volver y crear (emprender). Hemos confundido a la población con discursos sobre grandes infraestructuras inútiles a la vez que se alardea de que lo ideal es el crecimiento sostenible. Hemos buscado y fomentado una relación paternal con los ciudadanos en las maduras (léase elecciones) pero se le deja sólo en las duras.
¿Qué más se puede hacer? Mucho. Por ejemplo, darle la importancia que tiene al mercado de trabajo. No hemos hecho ni hacemos el más mínimo esfuerzo por adecuar oferta y demanda de trabajo, cuestión que no parece demasiado compleja por el pequeño tamaño de nuestro mercado y por el conocimiento y cercanía de los agentes sociales. ¿Por qué no se conforma inmediatamente una mesa entre centros formativos públicos y privados de la isla, cabildo, ayuntamientos, empresarios y sindicatos para diseñar las estrategias a llevar a cabo en la isla dentro de los próximos años y señalizar el camino a muchos jóvenes que desean estudiar materias que les permitan innovar y tener una buena vida en la isla? ¿O ustedes creen que, con los conocimientos, la titulación y el asesoramiento adecuado muchas personas no darían el paso en cualquier parte de la isla? Pero para ello necesitan saber que no les va a faltar un informático, un electricista, un médico, un cocinero o un paisajista si lo necesitaran.
Me parece esencial apostar decididamente por la formación profesional con la colaboración plena de las empresas y aprovechar el impulso que se les está dando desde todas las administraciones.
Debemos realizar (ya) la caracterización de los principales sectores económico-productivos en nuestro entorno. Este estudio es una de las labores fundamentales y debería convertirse en la hoja de ruta para conocer nuestro territorio económico empresarial en los próximos diez o quince años. Nos permitirá, por ejemplo, la detección de las necesidades de los pequeños y medianos negocios.
No se puede olvidar la realización de una encuesta profunda y concienzuda a nuestras empresas y autónomos poniendo el foco en el medio y largo plazo, y abordando cuestiones como brecha digital, futuras ocupaciones y necesidades que tienen para contratar y mantener los recursos humanos en los municipios y en la isla.
Y añadir las alianzas con las universidades canarias para la formación universitaria de calidad a empresarios, autónomos y trabajadores, en acciones formativas cortas, impartidas por profesores especializados y que se puedan conciliar con el trabajo. Se hace en muchos sitios, es innovador y funciona.
Desde la responsabilidad política debemos trabajar incansablemente, pero desde una estrategia que piense en el futuro con sentido, coherencia, humildad y compromiso.